Adrien llevaba el puño de la chaqueta mal doblado cuando lo había dejado en el vestíbulo, fue de lo que se dio cuenta Gabriel Agreste cuando las puertas del ascensor se cerraron y el aparato comenzó a subir. El puño izquierdo era cinco milímetros más corto que el derecho, una imperfección que seguro que Audrey Bourgeois describiría al detalle en su revista al día siguiente.
Gabriel sacó su teléfono y se dispuso a mandarle un mensaje a Natalie para que corrigiera el error de inmediato, pero entonces se acordó de dos cosas: una, que Natalie se había quedado en la mansión, y dos, que en el ascensor no había cobertura.
Así que volvió a guardar su teléfono mientras rechinaba los dientes.
En aquel momento Gabriel Agreste se estaba arrepintiendo de todas y cada una de las decisiones que lo habían llevado hasta allí. Natalie estaba en la mansión, sola, enferma y desamparada, y en cambio él tenía que ir a una reunión de negocios de la que probablemente no sacaría nada en claro. Lo enfurecía, lo ponía de mal humor y le daba ganas de darle un puñetazo a las paredes ascensor, pero se controló porque la propia Natalie había insistido en que acudiera.
Al fin y al cabo, el anfitrión de la velada, Gérard Kanes, era un hombre tan misterioso como reservado, así que era un suceso excepcional que hubiera salido de su mansión para volar hasta París. También era el CEO de una empresa de transportes importante, una que los proveedores de media Europa contrataban para mover sus mercancías. Por eso Natalie no había querido que Gabriel rechazara la invitación: porque Gérard Kanes era una figura poderosa y no debían ofenderlo.
Según se había enterado Natalie, una invitación parecida —junto con la advertencia de que tal oportunidad puede que no volviera a presentarse— había sido enviada a todo el que fuera alguien en París, lo que solo hacía aquella reunión aún más aborrecible. Gabriel apenas podía soportar a Audrey Bourgeois y a Harry Clown cuando se los encontraba por separado; no iba a ser capaz de sobrevivir la noche con las tonterías de uno y de otro torturándole cada oído.
Sin embargo, se recordó lo decepcionada que se sentiría Natalie si faltara a la reunión, y esa fue la única razón por la que no dio media vuelta.
Cuando las puertas del ascensor por fin se abrieron en el octavo piso, no obstante, Gabriel no salió al pasillo de inmediato. Alguien le estaba bloqueando el paso.
Había un crío esperándolo enfrente del ascensor.
Un muchacho, un chiquillo, prácticamente un niño. Debía de tener una edad parecida a la de Adrien, pero definitivamente mucha menos clase. Su melena pelirroja, descuidada y salvaje, le caía sobre los hombros como ríos de lava, y sus ojos, marrones como un campo de arado, se clavaron en Gabriel sin gracia alguna. Además, llevaba un traje negro, sencillo y sin corbata, y un único broche dorado en el puño de la camisa.
(¿Un solo gemelo? Qué insulto al buen gusto...)
El crío no sonrió ni le dedicó a Gabriel Agreste más que una leve inclinación en señal de respeto antes de decir:
—Mi nombre es Helios. El señor Kanes me ha enviado para indicarle el camino.
El señor Agreste arrugó la nariz. Gabriel se había tomado la gran molestia de acudir al encuentro pese que Le Grand Paris era el último lugar en el que quería estar, ¿y sin embargo Gérard Kanes enviaba a un niño, un mero adolescente, a recibirlo? La reunión iba a ser muy corta.
Aun así, Gabriel se limitó a asentir con la cabeza y, sin dignarse a dirigirle ni una sola palabra al criado, lo siguió pasillo adelante.
La sala de reuniones debía de encontrarse al fondo del pasillo, porque Helios caminaba y caminaba y no hizo el amago de detenerse delante de ninguna de las habitaciones que él y Gabriel iban dejando atrás. Durante todo el trayecto, Gabriel no escuchó ni una sola voz. Ni una sola mosca, ni un solo sonido además de los pasos silenciosos de Helios sobre la alfombra, que parecía reptar en vez de usar sus pies.
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Última jugada
FanfictionDespués de Strike Back, Hawk Moth se encuentra en posesión de todos los miraculous. Marinette le hace el vacío a Adrien en clase. Chat trata de animar a Ladybug mientras oculta su propio dolor. Y Félix trama sus propios planes. Pero entonces Adrien...