38 - Lukagami

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El padre de Luka tenía un cocodrilo.

Algunos cocodrilos pueden alcanzar hasta 6 metros de largo y pesar 900 kilos. Son criaturas peligrosas, que atrapan a sus presas con sus enormes fauces y los arrastran bajo el agua para ahogarlas y luego devorarlas. Se dice que es una muerte tan agonizante que muchas de sus víctimas prefieren dejarse engullir a resistirse, y por eso los cocodrilos son unos de los animales más temidos del planeta.

Sin embargo, en aquel momento Luka le tenía más miedo a Kagami que a Fang.

La chica no se molestó en ocultar su hostilidad cuando se acercó a él desde atrás, en el baile. Un par de metros por delante, Marinette y Adrien permanecían abrazados, sumidos en un momento lacrimógeno que poco tenía que ver con el terror paralizante que Kagami estaba provocando en Luka.

Un aura abrumadora la rodeaba. La marcha ominosa de tambores que anunciaba su presencia se intensificó a medida que el silencio entre ella y Luka se hacía más largo.

Al cabo de un rato, Kagami repitió su pregunta:

—Marinette ha estado evitando a Adrien y no me ha querido decir por qué. Ahora lo ha rechazado, y te encuentro espiándolos desde las sombras. ¿Quieres darme una explicación o tendré que recurrir a métodos menos amistosos?

Luka tragó saliva. Audiblemente.

—Tienes razón —murmuró—. No está bien espiar a las personas. —Y con esas, se dispuso a girar sobre sus talones y marcharse de ahí cagando leches.

No valía la pena enfadar a Kagami, aunque fuese en pos de la misión de "vigilar a Adrien" que le había encomendado Sass. Luka supuso que podría dejar solos a Adrien y a Marinette cinco minutos, hasta que Kagami perdiese interés en él. Al fin y al cabo, ¿qué era lo peor que podía ocurrir en cinco minutos?

Por desgracia, antes de que Luka pudiera huir despavorido y camuflarse entre la multitud, los dedos de Kagami se cerraron alrededor de su antebrazo como una garra de metal.

—No tan rápido —siseó. Cualquier rastro de amabilidad había abandonado su tono.

Luka sintió otro escalofrío recorrerle la espina dorsal.

Mierda. No se podría deshacer de ella tan fácilmente.

—Alya me ha contado algunas cosas —continuó Kagami—. Como que, cuando rompiste con Marinette, le prometiste esperarla hasta que estuviera lista.

Luka chasqueó la lengua. Técnicamente, era cierto. En ese momento había creído que Marinette lo había rechazado porque no era capaz de olvidar a Adrien. Luego se había dado cuenta de su error: él y Marinette habían roto porque ella no tenía más remedio que guardarle secretos.

Con esa información, era muy probable que Luka pudiera llevar a buen puerto una relación con Marinette. Una pena que, ese mismo día, descubriera que ella y Adrien estaban destinados a estar juntos y por lo tanto cualquier intento por conquistar a Marinette acabaría siendo en vano.

—Marinette y yo somos agua pasada. No funcionó —contestó Luka. Se sorprendió de la determinación en su voz, aunque aún había una pizca de amargura que se resistía a abandonarlo cada vez que salía el tema.

Darse cuenta de que jamás había tenido una oportunidad real con Marinette, sin importar cuánto lo intentase, aún resultaba doloroso.

Kagami le dio un apretón de advertencia a su antebrazo.

—¿Entonces no eres la razón de que Marinette esté evitando a Adrien?

—Espera, ¡¿qué?!

Tomado completamente por sorpresa, Luka por fin se giró para encarar directamente a Kagami. Cuando lo hizo, descubrió la fiereza de una tigresa, la valentía de una amazona... pero en cuanto afinó el oído, alcanzó a captar algo más profundo. Más intenso.

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