―Reprodúcelo ―le pidió Adrien a Markov.
Una sola palabra, una orden, bastó para que el mundo de Adrien se viniera abajo.
El principio fue más desconcertante que impactante. Unas manos que Adrien identificó como las de Félix abrían la caja fuerte que había detrás del cuadro de Emilie, en el despacho de su padre, y sacaban de ella lo que Adrien supuso que eran réplicas de los miraculous del pavo real y la mariposa. (Evidentemente, pensó, su padre no guardaba los verdaderos miraculous en su despacho.)
La segunda parte del vídeo, en cambio, fue espantosa.
Félix presionaba un par de botones en el cuadro y era absorbido por lo que Adrien supuso que era una especie de ascensor. Durante un momento la cámara solo grabó cemento, pero luego una impresionante estancia subterránea se abrió ante él.
«Es hermoso», fue lo primero que pensó Adrien. Se parecía a un jardín de maravillas fusionado con elementos futuristas, como tuberías, alógenos y, por supuesto, una larga pasarela de metal sobre la que Félix caminó hasta llegar a lo que parecía... ¿una cápsula?, ¿un armario?
Desde la distancia era difícil de discernir, pero Adrien pronto lo averiguaría, porque la cámara ―es decir, Félix― estaba acercándose con pasos rápidos y ansiosos.
En efecto, era una cápsula. Una tan blanca como el nácar. Félix alargó la mano hacia la base y accionó el mecanismo que la abría, de modo que sus dos paneles se deslizaron a los lados y dejaron expuesto lo que había en su interior.
A Adrien se le heló la sangre.
Había una persona dentro.
Y era... ¿su madre?
Sin embargo, antes de que Adrien pudiese procesarlo, la imagen de Emilie desapareció de la pantalla del portátil porque Félix no se quedó para admirar el cuerpo de su tía. En cambio, dio media vuelta y huyó despavorido. Por desgracia, el daño ya estaba hecho: Adrien apartó a Markov de un empujón y presionó el botón de «retroceder» para volver al momento en el que su primo había grabado el cuerpo inerte de Emilie, atrapado en un sarcófago de cristal.
Allí estaba. Tendida sobre un colchón como una princesa.
Adrien necesitó un momento para cerciorarse de que su vista no lo estaba engañando, pero esa melena de hebras de oro, esos enormes ojos cerrados y esos labios del color del melocotón eran inequívocos.
Parecía un ángel. Un ángel... dormido.
Solo que no estaba dormida, aquella era una de las pocas cosas de las que Adrien estaba seguro. Estaba muerta. Tan muerta como lo estaba una estatua de cera o una roca. Solo que, al contrario que las rocas, Emilie se encontraba perfectamente conservada en una cápsula como si fuera una barbie.
A Adrien le entraron ganas de vomitar.
―Es falso. Es falso. Tiene que ser falso ―musitó Adrien para sí, mientras se alejaba del ordenador como si así pudiese negar lo que estaba viendo.
―Es verídico, Adrien. No hay señales en la grabación que apunten a que sea un montaje ―dijo Markov con voz monótona―. ¿Pero quién es esa mujer y por qué está en estado de hibernación?
―Pero eso no... eso no es...
«Eso no es posible.»
Adrien se secó el sudor que le perlaba la frente. El traje de esgrima se estaba convirtiendo en un horno cada vez más rápido, el cuello de la camisa de repente lo asfixiaba como una soga. Fue entonces cuando notó que le temblaba la mano. En realidad le temblaba todo el cuerpo, pero la mano derecha en especial.
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Última jugada
FanfictionDespués de Strike Back, Hawk Moth se encuentra en posesión de todos los miraculous. Marinette le hace el vacío a Adrien en clase. Chat trata de animar a Ladybug mientras oculta su propio dolor. Y Félix trama sus propios planes. Pero entonces Adrien...