22 - Canción II

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Ese es el capítulo más laaaaaargo que he publicado. (Lo normal son 3000-3500 palabras, este tiene más de 5000.) Me planteé dividirlo en dos partes, pero... ya habéis sufrido suficientes cliffhangers. Así que poneos cómodos, porque esto os va a llevar un buen rato.

El poder de la destrucción pura se arremolinaba alrededor de Chat Noir en forma de cientos de gusanos ansiosos por devorar carne, ladrillo o cualquier cosa que encontrasen a su paso

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El poder de la destrucción pura se arremolinaba alrededor de Chat Noir en forma de cientos de gusanos ansiosos por devorar carne, ladrillo o cualquier cosa que encontrasen a su paso. Giraban y se retorcían pegados a su traje, demandando ser liberados, pero Chat Noir estaba logrando de contenerlos.

Por el momento.

Encima del Arco del Triunfo, Adrien era apenas consciente de sus alrededores. Tan solo sabía que le ardía todo el cuerpo y que una parte de él estaba tentándolo peligrosamente para lanzarse a destruir, a matar.

¡Pero él no quería matar a nadie! Lo único que deseaba era cerciorarse de que su padre no fuese el hombre que se encontraba tras la máscara púrpura de la mariposa, y de alguna forma, ese deseo, o mejor dicho, el miedo a que Hawk Moth fuera en efecto su padre, había despertado sus instintos más primitivos, que ahora estaban luchando por tomar el control.

Pero todo eso era lo que zumbaba en su cabeza. Fuera de ella, encima del Arco del Triunfo, tres personas lo observaban expectantes, completamente ajenas a las razones por las que el portador de la destrucción se estaba comportando como una especie de bestia.

Hawk Moth tenía una mano sobre sus costillas, un dolor insoportable palpitaba en su abdomen. Vritra, un dragón humanoide de escamas rojas, estaba plantada entre su jefe y Chat Noir en una actitud protectora, mientras que Ladybug giraba su yo-yo al lado de su compañero, pero a una distancia prudencial porque Chat no parecía estar en su cabales, así que ni siquiera Ladybug se fiaba de él.

Los ojos de Chat Noir eran negros como el petróleo, su cuerpo emanaba energía. Estaba encorvado hacia delante como preparado para atacar y su respiración era violenta, jadeosa, como un lobo. Por si fuera poco, dos colmillos anormalmente largos sobresalían bajo sus labios y brillaban como dos navajas aún bajo la luz del sol.

Todo en él era salvaje y amenazante. A primera vista, era una bestia cerniéndose sobre sus presas.

Sin embargo, Ladybug miró más allá y se fijó en que sus poderosos músculos palpitaban en tensión y sus puños estaban cerrados con tanta fuerza que sendos hilos de sangre goteaban desde sus palmas hasta la piedra blanca del Arco del Triunfo.

Eso fue lo que le dio a entender que Chat Noir no estaba fuera de sí por completo. Se estaba resistiendo, estaba esforzándose al máximo por mantener el control, estaba luchando contra sus instintos. Pero a judgar por cómo su respiración se hacía más pesada por momentos, Ladybug sospechaba que estaba al borde de perder la batalla.

Así que tenía que hacer algo.

Justo entonces, Hawk Moth hizo un movimiento inesperado para apoyar el bastón en el suelo y poder descansar parte de su peso sobre él, y como respuesta, Chat Noir dejó escapar un gruñido de advertencia que hizo que los tres pegaran un respingo.

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