25 • Delicate

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No sé quién vino a ver a mi hermano, pero no me dejaban pasar hasta que esa persona saliera.

-Señorita Keene -mi cuerpo se heló al ver a Kreese salir de la dala de visitas.

-¿Qué hace aquí?

-Sólo vine a ver a tu hermano. Le abrí las puertas a Cobra Kai si decide unirse.

Me guardé las palabras y esperé a que se fuera.

-Robby -lo abrazo.

-Ya caminas, eso es bueno -mira mis piernas. Sólo tenía unas rodilleras y caminaba normal pero no podía correr o saltar aún.

-Sí, ¿sabes qué no es bueno? Que Kreese haya venido.

-No le des importancia, yo no lo hago -nos sentamos- Y tampoco le digas a papá.

-Oh, sí pienso decirle.

-No lo hagas, no lo quiero encima mío.

-Te guste o no, es tu papá. Lo tendrás encima tuyo. Y esto es serio Robby, no importa lo que te haya dicho, no le des el poder de meterse en tu cabeza.

-Lo dices porque papá está en la tuya. No importa, no quiero saber nada de ninguno de los dos.

-Dios, entre tú y Eli me van a volver loca. ¿Qué esperan de mí? ¿Qué es eso que tengo que cambiar? Porque no me doy cuenta.

-Nada, Ada. Sólo no te metas en las decisiones de los demás, y la mía es no decirle a papá. ¿Cómo estás tú? ¿Y quién es Eli?

-Mi novio.

-¿Dejaste al otro tarado? Me alegro.

-No, Eli es Hawk -me río.

Al regresar a casa en taxi veo a papá con una revista enganchada en una caña de pescar y a Miguel abajo intentando agarrarla desde su silla de ruedas. Llegué justo para verlo caer y corro a su lado.

-Hey, ¿estás bien?

-Sí -responde desanimado.

-Tranquilo, te tengo amigo -lo alza mi padre y lo vuelve a sentar en la silla- Dame un minuto y lo volveremos a intentar. Apuesto a que la Playboy de Vanna White te motivará.

-No lo entiendes. Podría colgar una Play Station nueva y aún así no me podría parar -se aleja.

-¿Cómo te fue a ti? ¿Cómo está Robby?

-Ah, ehm, bien -decido respetar la decisión de mi hermano.

-¿Qué?

-¿Qué de qué?

-No lo sé, ¿pasó algo? -¿era tan evidente?

-Nada, iré a buscar a Crookshanks a lo del vecino -me escapo.

Cuando regreso sin mi gato, porque el traidor decidió quedarse a dormir con la señora Mackie, papá había prendido fuego la zapatilla de Miguel y sostenía sus brazos para obligarlo a mover sus piernas.

-¡Papá! ¡Qué carajos! -tomo el extintor.

-¡No! ¡Aún no! -me ordena y busco una respuesta diferente en Miguel.

-¡Oh Shit! -el fuego de su cordón sube a su pierna.

-¡Addie ahora! -obedezco y apago el fuego- Creí que funcionaría.

-¿Por qué no lo hizo? Mi pierna se incendiaba y no pude sentir nada. ¿Por qué nada funciona? -bufa- No importa, mi mamá me dijo que debo ordenar antes de que regrese -vuelve a su casa y me rompe el corazón verlo así.

-Iré a ayudarlo -le digo a mi padre, quien asiente.

Un rato después yo barría su casa mientras Miguel secaba los platos del fregadero.

A d a l i n eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora