7 • State Of Grace

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-¿Qué estás haciendo qué? -hablo con Robby por teléfono mientras acaricio a Crookshanks que luego de un día vagando por las calles volvió a aparecer en mi puerta.

-Escucha, no le digas a papá. Si el señor LaRusso sabe que soy su hijo dejará de ayudarme. Es un buen sujeto, confía en mí.

-Robby ¿sabes cómo esto lastimará a papá?

-¿Por qué? Si de todos modos parece que ya encontró mi reemplazo. ¿Sabes qué? Olvídalo, sabía que te pondrías de su lado.

-Siempre estaré del tuyo, Robby.

-Me tengo que ir -dice cortante- Hablamos luego -añade más suave.

-Ok, cuídate.

-Y tú.

Toco la puerta de Miguel para nuestra sesión de estudio. Como papá no sabe mucho sobre los contenidos de la escuela le pidió ayuda y el pelinegro con gusto accedió.

-Hola, tú debes ser Adaline -me abre una mujer de rulos, muy bonita y de apariencia amorosa.

-Lo soy -sonrío levemente.

-Miguel está en la cocina, pasa.

-¡Hey! ¿Lista para estudiar?

-Sólo porque la derrota no es opción -digo dejando mi pesada mochila en una de las sillas.

Estuvimos horas intentando que yo aprendiera los estados y sus capitales para el examen de Geografía pero sin resultados.

-Olvídalo, simplemente la escuela no es lo mío -arrojo mi lápiz en la mesa. La única capital que me sé es la estúpida Hartford de Connecticut.

-No te preocupes es más que nada memoria. Además, la renuncia no existe en este dojo ¿cierto? -bromea.

-Esto no es el dojo -el frunce sus labios por mi desánimo pero una idea se me ocurre- Ven conmigo -guardo todo en la mochila.

-¿Segura que esto funcionará? -me pregunta cuando entramos al dojo.

-Recuerdo todas las lecciones que tuve desde que entre por primera vez, vale la pena intentarlo.

-Muy bien, ¡Colorado! -me ataca y me defiendo.

-¿Kansas? -digo nerviosa.

-Ese es otro Estado -me vuelve a atacar y lo esquivo. Era con D, era con D...

-¿Dover? -me derriba.

-Nop.

-¿Qué tal Púdrete? -le digo desde el suelo.

-Anda -sonríe divertido y me extiende su mano- estás cerca. Vuelve a atacarme.

-¿Denver?

-¡Sí!

-¿En serio? -digo emocionada.

-¡Alabama! -golpea mi rostro partiendo mi labio- ¡Lo siento! -se me acerca para asegurarse de que estoy bien y le devuelto el golpe arrojándolo al suelo.

-Lo siento, últimamente estoy algo sensible -me deja ayudarlo.

Para la clase siguiente de karate ya estaba agotada, pero intenté no demostrarlo.

-Mierda, estamos llenos de miedosos -dice papá caminando entre sus estudiantes.

-¡Sí sensei! -responden todos.

-¡No fue una pregunta! Levanten la mano si jamás han sido golpeados en la cara -la mayoría lo hace y yo miro a Miguel que me devuelve el gesto con un "lo siento" en sus labios. Niego y sonrío por eso- ¡Bajen la mano! Toda su vida han evadido peleas por la estupidez de no lastimarse. Así que sólo hay una solución. Antes de que se vayan de este dojo, van a recibir una golpiza, muy fuerte, en la cara. ¡Señorita Robbinson! Prepárelos. Quíteles el miedo.

A d a l i n eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora