𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | ❝ A él le gusta ella, a ella le gusta él, todos los sabemos, excepto ellos. ❞
Sirius Black: Engreido, mujeriego, arrogante, testarudo, casanova, idiota... esas son solo algunas de las palabras con las que Sabrina describ...
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LA EPOCA DEL año favorita de Sabrina había llegado; Los terrenos de Hogwarts estaban cubiertos por una enorme capa de nieve blanca, los estudiantes paseaban por los pasillos con sueteres especiales para aquellas fiestas, la sala común estaba decorada con luces y un pequeño arbol en una esquina.
Desde que el invierno había llegado, Sabrina se había dedicado a pasar las horas antes de ir a dormir en la sala común. Nada era mejor que estar sola en aquella enorme habitación, sentada en el sofá, al lado del fuego de la chimenea, con café y un buen libro.
Ella siempre había festejado las fiestas en su casa, reunida con toda su familia, esa era la primera vez que no estaría con ellos. El señor Boltom se había contagiado de un virus y, a pesar de que él se sintiera respectivamente bien, no quería que Luke fuera por las fiestas y se contagiara; por lo que él pasaría sus fiestas en Hogwarts y Sabrina no tenía intenciones de dejarlo solo.
El chico le había dicho decenas de veces que no hacía falta que se quedara por él, pero Sabrina no lo escuchó.
Tomó un pequeño paquete que tenía guardado en su bolsillo desde la mañana, y se encaminó al gran comedor.
Era extraño ver las mesas tan vacías. En una mesa estaban sentados los pocos estudiantes de las casas Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw, hablando entre ellos mientras se mezclaban, y en otra mesa estaban todos los Slytherins que se habían quedado en el castillo.
Sabrina notó a Regulus sentado entre esos slytherins y se acercó a él, pero vio que el pelinegro ya estaba acompañado por una rubia.
Desidió acercarse de todas maneras, ya que, de todas formas, en algun momento tendría que darle el regalo que le compró al pequeño Black.
Estaba a tan solo unos pasos de su amigo, cuando sintió unos brazos rodearla por detras. Sonrió ante el olor que emanaba el cuerpo de Luke Boltom.
—Feliz navidad, Brina —dijo, mientras posisionaba un paquetito delante de sus ojos y a su vez, dejaba un tierno beso en la mejilla de la chica.
La castaña se volteó, aún entre los brazos de su amigo, y lo miro fijamente a sus ojos cáfes sonriendo sinceramente.
Luego le entregó su regalo y se dedicó a abrir el que el rubio le había comprado.
Arrancó el emboltorio de un saque y luego abrió la pequeña cajita plateada, encontrandose así con un hermoso collar.
De la cadena, colgaba una hermosa piedra turquesa. Sabrina la observó con admiración y luego volvió a mirar a su amigo con ojos repletos de ternura.
