75: Priscilla, una madre sobreprotectora

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" No dejaré que mi niña ande sola por la calle, te puede pasar algo cariño

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" No dejaré que mi niña ande sola por la calle, te puede pasar algo cariño. "

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AL TERCER DÍA, Sabrina había amanecido con un fuerte dolor por todo el cuerpo por las quemaduras que se había ganado el día anterior, al pasar todo el día bajo el sol, sin reforzarse el protector solar. 

Priscilla había ayudado a los niños con eso, preparandoles una poción. 

Luego de aquello, Sabrina y Regulus decidieron quedarse dentro de la casa, para no quemarse más de lo que ya estaban. Así que pasaron otro día de películas en la habitación de la rubia, cuando la puerta fue abierta y un bonito chico alto, con el cabello despeinado y unos anteojos relucientes se hizo presente. 

—Ya está la cena —les avisó y luego se fue. 

Los chicos apagaron el televisor y bajaron. Ya estaban todos allí, esperandolos a ellos. Regulus y Sabrina tomaron asiento al lado del otro y la cena comenzó. 

Esa fue la primer comida que tubieron, desde que estaban allí, que no fue silenciosa. Los padres de Sabrina hablaban con el señor y la señora Black, aunque los niños no comprendian su tema de conversación. 

Al finalizar la comida, Sabrina esperó a que su madre le diera permiso para levantarse. Pero cuando la mujer Johnson habló, no fue para eso. 

—Bien, ahora que ya acabamos con la comida, Sabrina, necesitamos que firmes esto —le pidió la mujer, con una radiante sonrisa en el rostro,e entregandole a su confusa hija un papel. 

—¿Qué es esto?

—Tu solo firma. 

Sabrina tomó la lapicera que su padre le ofrecía y leyó lo que la hoja decía antes de plasmar su firma allí. 

Abrió los ojos ante el contenido de esta. 

—No voy a vender esta casa —le dijo con desición a sus padres, quienes fruncieron el ceño levemente—. Si la abuela me la heredo a mi, es mía, yo decido si la vendo o no. 

—Eres menor de edad hija, la casa también será nuestra hasta que cumplas tu mayoría de años —explicó su padre—, así que firma. 

—No. Es mi propiedad. Me crié en este lugar, no puedo venderla. 

—Con el dinero podremos comprar otra mejor. 

—No, estas loca, no venderé este lugar, no lo haré —exclamó, levantandose de su lugar y saliendo del comedor, escuchando los llamados de su madre, ordenandole que volviera, pero ignorandola. 

Sabrina subió las escaleras y se encerró en su cuarto, dando un fuerte portazo. 

Durante la siguiente hora, sus padres habían intentado hablar con ella, pero no los había dejado entrar, incluso la señora Black había intentado convenserla. ¿Por qué esa mujer quería tanto esa casa? Quién sabe, pero Sabrina estaba segura que no era para nada bueno. 

𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | Sirius Black | © EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora