Capítulo 51

568 110 58
                                    


Jihoon despertó sobresaltado en medio de la oscuridad.

Respiró agitado durante varios segundos antes de poder percatarse de lo que sucedía. Jadeó desesperado, saltando fuera de la cama y acercándose a la cuna en una de las esquinas de su habitación. Tomó al pequeño bebé de cuatro meses en sus brazos, casi llorando por no saber cómo cesar el llanto que lo había despertado.

Lo meció por largos minutos, susurrandole palabras bonitas para darle a entender que papá ya había llegado.

Salió de la habitación y camino en la penumbra hasta la cocina, buscando torpemente los utensilios necesarios para prepararle a Jimin algo para comer, asumiendo que era el hambre lo que lo estaba molestando.

—Está llorando de nuevo.

Jihoon se sobresaltó, volteando al escuchar la voz de su padre a sus espaldas.

—¿Te ha despertado? Lo siento, yo- no sé qué haces para que se calme y, ehm…

—Es difícil no despertarse con esos berridos —El señor Park negó con la cabeza, apartando a su hijo de los estantes para sacar él mismo lo que supo que estaba buscando—. Tienes suerte de que tu madre sea de sueño pesado.

—Supongo… —Suspiró, pasando el pequeño y lloroso cuerpecito a su padre cuando este se lo indicó, para poder hacer el biberón más cómodamente. Jihoon vertió la leche en polvo en el agua templada, mezclando y dejando que repose para que no hubiera forma de que le quemase a su hijo.

Sonrió débilmente al vez que su padre jugaba con Jimin levemente, logrando que se calmase casi al instante por sus gorgoritos.

—Se te da bien, eh —Intentó reír un poco, frotando sus ojos con cansancio.

—Bueno, hace veintitrés años yo hacía esto mismo contigo. Algo he aprendido —Bromeó de vuelta, dejando que su hijo tomase a su nieto para alimentarlo.

Desde que habían traído a Jimin a casa, habían sido noches duras para Jihoon. Apenas dormía, el estrés parecía comérselo vivo y las miradas desaprobatorias de su madre no ayudaban en lo absoluto a su pésimo estado de ánimo.

Suspiró, exhausto.

—¿Estás bien, hijo?

—Sólo tengo la sensación de que mamá tiene razón —Confesó.

—¿En cuál de todas las payasadas que ha dicho?

—En todas —se encogió de hombros—. Sobre todo en la que no podré ser un buen padre soltero.

El señor Park se quedó en silencio unos instantes, apoyado en la mesada de la cocina, mientras observaba a su nieto beber su biberón con calma.

—No quiero decir que ella esté en lo correcto, pero tienes veintitrés años, Jihoon, eres demasiado joven —Murmuró.

—Yo- lo sé. Pero en serio amo a Jimin, papá. Miralo —Sus ojos se posaron en el rostro de su bebé, casi llorando por la ternura—. Es mi hijo, mi propio hijo. Estoy dispuesto a dejar mi juventud de lado y convertirme en el padre que necesita.

El hombre se mantuvo en silencio unos instantes, con su mirada tristona posada en la ilusionada expresión de su único descendiente.

—A veces, hijo, un hombre debe hacer sacrificios para asegurarle a la gente que ama la mejor vida posible —Suspiró, cruzándose de brazos—. Y abandonar tu juventud no es ese sacrificio.

A pesar de los ojos dudosos que se posaron sobre él al momento de decir esas palabras, el adulto sólo se acercó a darle un beso en la frente y dejar una caricia en la cabeza de su nieto para luego dar media vuelta y regresar a su habitación.

Gitty [myg + pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora