Capítulo 55

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Herido, asustadizo.

En algún punto de su vida Gi había sido pura desesperanza metida a la fuerza en un cuerpo que a duras penas podía respirar.

Los Min pensaron que sólo tenía que acostumbrarse a Daegu, a su nueva vida, pero cada día que pasaba le costaba un poco más respirar, un poco más caminar. Vivía porque no podía morir, y era tan horrible ver a un niño de 11 años pareciera vivir con el alma de un soldado que ha experimentado la peor de las guerras.

—Gi, cariño —AhYoon llamó al chico que miraba un programa de variedades distraídamente mientras hacía pequeñas caricias en el cabello de su hermanastro menor, que parecía completamente dormido sobre su regazo.

—¿Sí, mamá? —Le preguntó con esos ojos claros tan bonitos que tenía.

—Tu padre y yo, bueno, hemos estado pensando que podrías empezar la escuela éste trimestre —Comentó, acuclillarse a su altura frente al sofá para que el azabache no tuviera que moverse y despertar a Jungkook.

—¿Escuela?

—Sí, como a la que ibas en el orfanato, unas clases —Le explico, no muy segura de si el niño tenía claro lo que era una escuela.

—Namjoon me explicó —Le aclaró—. ¿Voy a ir?

—Sí, ya han pasado unos meses desde que has venido y cuanto antes te incorpores, antes le tomarás el ritmo a las clases —Dijo con ternura, sonriendo.

—Está bien —Asintió sin mucho atisbo de emoción. No le hacía especial ilusión tener que despertarse pronto para ir a un lugar lejos de Jungkook, pero desde que habló con ese bonito gato bengala con acento italiano se había prometido hacer su mayor esfuerzo para aferrarse a su nueva familia.

Todavía le costaba. La vida en la ciudad era rara, mucho más que la ciudad rural donde estaba su orfanato. En Daegu había muchos coches, mucho ruido, muchas luces, mucha gente. Era tan diferente a todos lo que había conocido en su vida que le daba migrañas.

Probablemente lo más difícil era mantener a raya sus emociones. Cada vez que sus padres aparecían en su cabeza, los devolvía al fondo de su mente. Cada vez que lo que ocurrió le asaltaba el pensamiento, huía a su habitación y se escabullía de todos los recuerdos. No quería llorar, porque a su mamá no le habría gustado verlo triste, pero a veces dolía demasiado saber que ya no estaban y que había sido por su culpa.

Pero hacía lo mejor que podía, recorriendo las calles de su nueva ciudad durante sus paseos con sus padres y acariciando cada gato que se cruzaba en su camino, huyendo de cada humano que viera, aunque era complicado porque aquel lugar estaba plagado.

Había muchísima más gente a la vuelta de su barrio de la que jamás vio en su pueblo, o en el orfanato.

Eran una plaga de crueles seres, y no sabía cómo explicárselo a sus nuevos papás cada vez que se reían por su "tímida" actitud ante los desconocidos. Él quería sacar garrar y atacar, defender a los suyos como no pudo hacerlo cuando era niño. ¡Ahora era más grande, más fuerte, más poderoso!

—¿En serio? —AhYoon abrió mucho sus ojos con emoción, casi como si esperase que su solicitud fuera rechazada—. ¿Namjoon te ha explicado cómo funciona?

—El sistema educativo consta de cursos que se dividen por edades y contenido —recitó lo que le había explicado Nam—. Así que yo no podré estar en clases con Jungkook.

La mujer sonrió con un poco de pena, confirmando aquello con un asentimiento.

—Jungkook estará en otro curso, pero os podéis ver en los recreos o al salir de clase.

Gitty [myg + pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora