Capítulo 1
Llanto. Eso pensó Jimin mientras miraba con tristeza el cielo. El firmamento había comenzado a llorar.
Primero suavemente y tornándose con los segundos en una lluvia torrencial. Las personas que se encontraban en las calles en esos momentos comenzaron a correr para resguardarse, sin embargo, un pequeño niño de siete años sólo se quedó parado bajo el saliente de un edificio, mirando la lluvia caer.
Eran casi las 8 de la noche, hacía frío ya que era invierno y por esa razón también estaba oscuro en el exterior. Cualquiera de sus compañeros de clase habría tenido mucho miedo en esa situación, pero no Jimin. Él era valiente, y por eso no se estaba moviendo mientras esperaba a que su padre regresara, pues había ido a sacar dinero para poder comprarle el postre que habían visto en una tienda.
—Ah... No parece que vaya a detenerse en un buen rato... —Escuchó un quejido a su lado, llamando la atención del pequeño que volteó a ver quién estaba hablando. Aquella voz tenía un curioso acento italiano que no pasaba desapercibido, juntado con esa voz cansada típica en las personas mayores.
Jimin observó cómo no había nadie, y creyendo que había sido alguien que pasaba apresurado volvió a mirar al frente, manteniéndose en silencio.
—Tenía que empezar a llover justo ahora, ¡fíjate que tenía todo el día, y tenía que ser justo ahora! —Las maldiciones continuaron, haciendo a Jimin volver a voltear hacia la izquierda y luego a la derecha, viendo ahí un gato de raza Bengala tumbado, con las orejas hacia abajo y su cabeza apoyada en sus patas delanteras.
El niño ladeo su cabeza, pestañeando con confusión, aún sin encontrar al emisor de esas palabras. De pronto un minino Angora, blanco y de ojos azules, apareció desde el interior de un callejón a unos metros de distancia, caminando tranquilamente hasta el descuidado gato tumbado en el suelo. El animal recién llegado parecía mojado por la lluvia, pero no perdió tiempo en sacudir su cuerpo, salpicando de su arreglado y pulcro pelaje los restos de humedad.
—Eres un llorica, Bonnie —Jimin apartó su mirada, buscando nuevamente a la emisora de esa femenina y caprichosa voz.
—¿"Llorica"? ¡Al menos tú tienes un hogar calentito y lleno de amor al que ir en estos días fríos! —Atacó.
—Y mírame, escapando de ese "hogar calentito y lleno de amor" sólo para verte —Bufó con un ronroneo.
Jimin volvió su mirada a los gatos, no había nadie que estuviera hablando, cerca de él sólo se escuchaban esas dos voces tan diferentes entre sí y el ruido de la lluvia chocando contra el suelo.
—Piccola Clyde, estamos en próspera de año nuevo, ¿no deberías pasarla con tu familia? —El gato volvió su vista al frente, apoyando su cabeza nuevamente en el suelo.
—No podría, sabiendo que estas aquí pasando frío y hambre, Amore Bonnie —Rio un poco, acurrucando su pequeño cuerpo contra el otro.
—Eres una mocosa manipuladora-... oye, ¿ese humano nos está mirando? —El gato Bengala se enderezó en cuanto reparó en los ojos curiosos del niño, que con la cabeza ladeada parecía no querer perderse detalle de la interacción de ambos felinos.
—Es sólo un niño, Bonnie. Tengo dos de ellos en mi hogar, son curiosos y les gusta acariciarnos —Volvió a relajar su cuerpo tras responder eso, pero su compañero pareció no hacerlo.
—Acariciarían a una gatita hermosa como tú —Aclaró, meneando su torcida cola, frunciendo el ceño—. Pero yo soy un gato callejero medio ciego, ¿Quién me querría acariciar?
—Yo sí te acariciaría —Jimin reprochó al instante, inflando sus mejillas con ofensa ante esa descarada acusación. ¡Ese gato bengala también era hermoso! ¿Quién no lo querría acariciar?
Ambos mininos dieron un salto por la impresión, la gata blanca corriendo dirección al callejón por el que había venido y el gato mayor alejándose lo más posible dentro del margen cubierto que el saliente del edificio ofrecía. Jimin vio con tristeza cómo el animal cojeaba y aullaba de dolor al apoyar su pata delantera derecha.
—Has contestado... —Miró incrédulo al niño.
—¡Por supuesto! No iba a quedarme callado después de lo que dijiste, ¡fue grosero! —Cruzó sus brazos.
—¿Qué? —Lo miró atónito, aún sin procesar que un humano entendiera sus palabras.
—Eres un gatito bonito, yo sí querría acariciarte.
—No, no, eso no. ¿¡Por qué puedes entenderme!? —Se puso en posición de ataque.
—¿De qué hablas? ¡No soy un bebé, puedo entender cuando hablas! —Se quejó.
—Los humanos no entienden a los gatos —Le aclaró.
Jimin pestañeó un par de veces, intentando comprender a lo que se refería.
—¿No?
—No.
Oh. Frunció su pequeño ceño, pensando que ese gato malvado estaba gastándole una broma. ¿Cómo se suponía que tenía que creerle cuando le estaba entendiendo perfectamente? En ese momento, a través de la lluvia, ambos escucharon pasos apresurados. El minino retrocedió hasta esconderse tras unas cajas, viendo a un hombre adulto acercarse al niño.
—Jimin, ¡perdón por tardarme! —Se disculpó, acariciando el cabello de su hijo.
—¡Papá, he conocido a un gatito! —Cambió de tema sin darle importancia, señalando al gato que lo miraba con enojo—. ¿Nos lo podemos quedar? —Hizo un puchero para convencer a su padre.
—Minnie... Sabes que no podemos, no aceptan mascotas en nuestra casa —El padre miró al animal con tristeza.
—¡Por favor, no molestará! —Rogó otra vez.
El hombre tomó su brazo con delicadeza, mirando con disculpa al gato que estaba siendo abandonado nuevamente. Jimin miró sobre su hombro mientras su papá lo arrastraba bajo la lluvia.
—¡Adiós, señor gato! ¡Pronto nos veremos de nuevo!
Y ambos, realmente, creyeron esa promesa. Se volverían a ver.
Piccola/Piccolo y Amore vienen del italiano, son motes cariñosos que vendrían a ser Pequeñ@ y amor, respectivamente
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Gitty [myg + pjm]
FanfictionJimin era apenas un niño cuando descubrió que podía hablar con los gatos, pero acabó repudiando aquella habilidad con el tiempo. Diez años después, un chico nuevo aparecería en su vida para cambiarlo todo: Min Yoongi, un solitario cambiaformas. ════...