Capítulo 58

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Jungkook había hundido su cabeza todos esos días entre libros para intentar no pensar en la situación de su hermano mayor.

Era viernes y había vuelto de la escuela luego de media jornada. Ni siquiera se había quitado el uniforme cuando salió al jardín y se sentó donde siempre, bajo la sombra del gran árbol fuera del terreno pero que daba sombra en una de las esquinas.

Desde el miércoles algo había cambiado: Cuando Jimin salió de la habitación de Yoongi ese día, estaba siendo seguido por la temblorosa sombra de un pelinegro que, de pronto, había tomado la iniciativa de volver a brillar.

Y Jungkook era observador; un observador nato, pues sus silencios los había empleado para prestar atención. Y no había forma de perderse las miradas cómplices, la forma en la que de pronto Gi parecía haber liberado la tensión en sus hombros, como si pudiera volar.

¿Acaso podría convertirse en pájaro?

Y desde entonces, esos dos días se habían basado en espontáneas apariciones del mayor mientras ponía orden en su cuarto, mientras bajaba a comer, mientras se sentaba a ver la televisión por algunos minutos.

Y todavía había silencio, y Yoongi todavía no estaba bien. Él lo había dicho: —Necesito tiempo, necesito... superar, pero voy a hacerlo.

Jungkook intentaba no sonreír demasiado, como si supiera un gran secreto. Y es que sus padres no sabían de la visita de Jimin, no sabían que la puerta se había abierto para el hijo de Park Jihoon.

Tampoco sería él quien se los dijera, al final del día, ¿qué importancia tenía? Si Yoongi estaba bien, eso importaba. Jungkook estaba feliz de que su hermano tuviera un sosten, un hombro en el que apoyarse, una persona con la que contar.

Era como si compartiera, secretamente, una carga que había estado tolerando por su cuenta mucho tiempo.

Por eso se había pasado los días bajo la sombra del árbol, leyendo y leyendo. Había terminado y vuelto a empezar el magullado ejemplar de su libro favorito.

"Es amarga." Leía.

"—Así sabes que es una medicina —dije—. Si tuviera buen sabor, sería un caramelo.

—Sí, es como la vida misma —replicó ella—. Nos gustan las cosas dulces, pero necesitamos las amargas."

Y Jungkook pensó que, cuánta razón tenía.

Por eso se decidió a cerrar el libro, porque sabía que necesitaba una medicina, porque aunque Min Yoongi ya no doliera, su alma sí lo hacía, y sabía alguien que podría darle su sabor amargo, alguien que siempre había visto sus grietas y que, por miedo o por terquedad, había rechazado persistentemente.

Pero Taehyung no se había rendido, y ahora había algo que debía sacar de su pecho. Por eso tomó la palabra de Taehyung cuando le ofreció, algún día, pasar por su consulta.

...

—¿Disculpe?

La secretaría del centro de Salud Mental le sonrió tras el mostrador.

—Hola, cariño, ¿en qué puedo ayudarte?

Jungkook hizo una mueca y carraspeó: —Uhm, me gustaría saber si el Doctor Kim Taehyung todavía está trabajando.

La mujer le indicó que esperase un instante y buscó entre unos papeles el horario de los profesionales del centro.

—Sí, su turno termina en dos horas y tiene un paciente en quince minutos, ¿desea sacar una cita? —Lo miró sobre sus gafas de pico.

Gitty [myg + pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora