Capítulo 56

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Para cuando Jimin alcanzó a Yoongi, éste ya estaba entrando de golpe a su casa, dejando a una confundida AhYoon que había ido a abrir la puerta ante un incesante golpeteo.

—¿Jimin? ¿Qué ha pasado? —La mujer miró al castaño con completa sorpresa, volteandose luego para ver las escaleras por las que su hijo había desaparecido a toda prisa.

—No lo sé —Jadeó, intentando recuperar el aire luego de la carrera que había dado—. Había un- un chico que-... Dame un momento, creo que me voy a morir.

Se apoyó sobre sus rodillas respirando agitado, antes de suspirar un poco y volver a hablar:

—Acababamos de salir de clase y un tipo llegó y... —Contuvo un sonido de frustración al recordar la expresión de horror de Yoongi al ver a aquel hombre.

¿Quién era y porqué había venido?

—Yoongi salió corriendo y he ido detrás por si necesitaba ayuda o algo...

—Gracias por cuidar de Yoon —Dijo la mujer con voz preocupada—. Iré a ver qué ha pasado.

—Está bien, yo debería irme...

Jimin presionó sus labios conteniendo la necesidad de pedirle permiso a AhYoon para subir a verlo. No quería irse sin saber si estaba bien, pero tampoco quería parecer un entrometido así que dejó que fuera ella la que se ocupara de Yoongi.

La mujer volvió a agradecerle y, aferrándose a las correas de su mochila, Jimin dio media vuelta y empezó a caminar hacia su propia casa. A medida que caminaba, una inquietud espeluznante crecía en su pecho, como si pudiera sentir que algo malo estaba por pasar.

Prefirió pensar que era su imaginación y siguió su camino.

...

El silencio al otro lado de la puerta se prolongó dos días antes de que los Min no supieran qué más hacer.

Ya no estaban acostumbrados a eso, a la distancia de su hijo mayor, al silencio, a la indiferencia. Parecía que habían pasado años desde eso, porque Yoongi no era la misma persona que al inicio del año: Ahora era ruidoso, su presencia se notaba a casa estancia de la casa a la que entraba porque ya no deambulaba como un fantasma perdido.

Sin embargo, el brillo que el pelinegro parecía emanar ya no estaba, se había apagado con los días tras esa puerta con pestillo.

Al tercer día decidieron pedirle a Namjoon ayuda y ni siquiera él logró hacer a Yoongi salir de su habitación. Aquello no era bueno.

Jungkook mordisqueaba sus uñas al cuarto día, completamente desesperado. No podía dejar de mirar las escaleras por si Yoongi se animaba a salir. No pasó, por supuesto, pero no planeaba darse por vencido.

El sábado la tensión en la casa era atosigante. Casi no se podía respirar y la preocupación había empezado a emanar un regusto amargo en el aire. Jungkook se sentía tan asfixiado que empezó a pasar las tardes en el jardín trasero en lugar de en su habitación o en el salón, donde sus padres no paraban de dar vueltas y llamar ocasionalmente a la puerta de su hijo mayor.

Por supuesto que Jungkook estaba preocupado, sin embargo no creía que todos aquellos intentos fueran a funcionar. Yoongi ni siquiera le había abierto a él: Lo único que había conseguido en las ocasiones que había ido a llamar fue silencio.

Un profundo y abismal silencio que en nada se parecía al del Gi de 19 años que era hace meses, antes de mejorar.

Era... un silencio mucho más inquietante.

Gitty [myg + pjm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora