Claramente mi vida social estaba arruinada.
Claramente mi papá había perdido la chaveta.
Claramente nunca tuve amigas verdaderas, ni alguien que realmente sienta algo por mí. Malditos Renata y Mauricio. Ojalá se pudran en el infierno de los miserables.
Claramente las mugrosas de las empleadas me odian y están disfrutando ver cómo me subo al auto de mi padre.
Claramente mi padre dijo que hiciera UNA maleta, pero "claramente" empaqué cinco.
Las cosas van de mal en peor, así que mientras voy subiendo al auto de mi papá viendo cómo las idiotas de Camila, Paola y, en especial, María, se regodean y largan sonrisitas de victoria, me limito a colocar mis lentes de sol y hacerles una señal de que las mataré cuándo logre escaparme de ese mugroso campamento.
Papá conduce sin mirarme, yo me limito a mirar mis uñas sin mirarlo. Ni siquiera sé a qué estado, ciudad, ó pueblito me lleva, ni tampoco quiero saberlo. Sigo pensando en que es idiota que a los 19 años mi padre me esté mandando a un campamento militar que es para chicos menores de 17 años con problemas serios de disciplina. Vándalos, chicos que salieron del reformatorio, pequeños delincuentes en potencia obligados por el Estado, drogadictos. No es lugar para un chico tan refinado y glamouroso cómo yo. Aunque viéndole el lado positivo, si es que realmente hay uno, podría aprender a usar un arma para poder dejarles una bala a cada una de las idiotas de las empleadas... y puede que haya una extra para Renata también.
El viaje dura poco. Pero cuándo nos detenemos no veo ningún campamento, sino que veo un avión en un pista de despegue improvisada en las afueras de los desiertos de Nevada.
— ¿Qué es ésto? — pregunto sin comprender.
— Tendrás que tomar un pequeño vuelo para llegar al campamento.
— ¿En qué estado es?
— Texas.
— ¿¡Texas!? — chillo — ¿En verano?
— Lo bueno es que podrás broncearte.
— Si me conocieras lo suficiente, sabrías que me bronceo en una cama solar porque me prohibiste los pasajes a Miami ó Los Ángeles.
— Si no hubiera prohibido tus pasajes en el aeropuerto, hubiera quedado en bancarrota.
— Tienes un casino, es casi imposible quedarte sin dinero. — retiro mi cinturón de seguridad y tomo mi bolso de mano.
— Teniendo un hijo que gasta dinero en cantidades industriales, consideras la posibilidad.
— Te odio — abro la puerta y le indico a un hombre mayor que baje mis maletas de la cajuela.
Mi padre se baja de su BMW y me mira desde él apoyado, cómo si al que fué a dejar en ese avión de cuarta es un deportado y no su único hijo.
— Espero que te diviertas. — dice cuándo me vé hacer el intento de subir.
— Volveré papá, si no logro escaparme, en 4 meses estaré de nuevo con un bazuca en la mano apuntando a la casa.— digo en un tono suave y amable. Cómo si lo que acabara de decir no es lo suficientemente psicópata.
— También te quiero.— dice sonriendo y saludándome con la mano levemente.
No me queda más que subir al avión, que parece que vá a desarmarse cuándo comience a andar. Papá es listo. No me vá a mandar al aeropuerto, ya ha cometido ese error y en vez de tomar el vuelo al internado de Londres, logré colarme en el vuelo a Ibiza. Cuándo me lograron localizar, volví a mi vuelo a Londres, pero en vez de tomar el coche que me llevaba al internado de jóvenes ingleses, me escapé en un taxi hacía el Palacio de Buckingham. Juro que hubiera tomado té con la Reina, si no me hubieran atrapado los guardias a mitad del jardín real.
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¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación Emiliaco
Fanfiction"- ¿Qué tú hiciste qué? - grito. - Estás demente, hombre." Joaquín Bondoni tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello rizado y largo esplendido y uñas bien pintadas. Claro...