CₐₚÍₜᵤₗₒ ₃₂ - CₒₙFᵤₛᵢₒₙₑₛ Y CₒₙFₑₛᵢₒₙₑₛ

445 66 27
                                    


¿En qué puto minuto Kiko se convirtió en Emilio?

- ¿Qué... qué pasó aquí? - miro hacía atrás confundido, tratando de meter las lágrimas que casi me salen de los ojos.

- Oh, Kiko se fué a dejarle el tupper a mamá. Se pone histérica sino se lo devuelven rápido. - dice con total normalidad mientras juntas sus manos despreocupadamente.

- Y... y... ust... ¿Cuándo llegó aquí? - pregunto molesto.- ¿Estuvo escuchando lo que dije? - frunzo el ceño.

- Si, desde el principio, eres tan despistado que ni siquiera te diste cuenta de cuándo Kiko se levantó de tu lado.

Sigue con esa tranquilidad espeluznante.

- No entiendo lo que sucede. - niego con la cabeza. - Usted no debería estar aquí.

- Primero que nada, sólo quería disculparme, no sabía que iba a terminar escuchando toda tu historia. Y ahora que la sé, quiero disculparme el triple, porque no tenía idea de lo difícil que es ser alguien cómo tú.

- ¿Lo difícil que es ser yo? - pregunto aún sin comprender nada.

No comprendo ni la situación, ni a éste tipo que un día me trata mal y ahora está cómo sino hubiera ocurrido nada. ¿Quién lo comprende?

- No lo digo sarcásticamente, de verdad, debe ser difícil saber que tus padres no se preocupan por tí. Debe ser difícil tratar de no sentirse sólo. De tener solomente más que a tí mismo para confiar. ¿Así que tu padre te envió sólo porque hiciste una fiesta por tu cumpleaños? Digo no es nada malo, por lo cuál castigarte de tal manera.

Me tapo la cara y deslizo mis manos lentamente con pesadumbre. - es patético. - niego con la cabeza - no puedo creer que tenga que estar pasando por ésto.

- No tienes porqué avergonzarte, son cosas que pasan.

- ¿Sabes? No tengo ganas de seguir hablando de ésto, menos contigo.

Hago el ademán de levantarme, pero él me sujeta del brazo y me hace detener.

- Aún no te vayas porque tengo que hablar contigo.

- Oh... ya veo... me vá a decir más cosas del estereotipo que tiene con la gente cómo yo: un hueco y plástico niño mimado que necesita la atención de todo el mundo y por eso se le lanza a los hombres cómo si fuera un cualquiera.

- No Joaquín. De verdad, me dí cuenta de que estoy en falta. - me mira alarmado.- no voy a decirte nada de eso, sólo quiero que sepas que me he dado cuenta de lo idiota que he sido por tratarte de esa manera. Y te debo una explicación, por más que la explicación sea más absurda que el motivo de tu padre para mandarte a un campamento militar.

Lo miro aún más extrañado.

-¿Explicación?

- Claro, ¿No quieres saber porqué fuí tan idiota?

Me quedo callado unos segundos.

- La verdad que no pensé que pudiera existir una explicación, pensé que sólo eras idiota y ya.

Él me sonríe. Viéndolo de perfil es condenadamente atractivo y su perfume me pone alerta. Un idiota condenadamente atractivo y perfumado.

- Estás muy enojado, lo sé. Pero... ¿Nunca pensaste en la posibilidad de que todo eso fué porque me gustas?

- ¿Pensar en las posibilidades de que...? - me calló. ¿Acaso oí bien?

Me quedo callado mirándolo. Él sigue sin inmutarse. Sigue tan tranquilo cómo el agua de noche.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora