CₐₚÍₜᵤₗₒ ₁₉. ₑQᵤᵢᵥₒCₐDₒ

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Emilio.

Cuándo Joaquín, el odioso que no es tan odioso se vá, comienzo a reír por su berrinche, aún así tiene que aprender a seguir órdenes de su superior.

El soborno había funcionado, Joaquín avanzó y cambió mucho desde que comenzamos a entrenar juntos con la excusa de los castigos. Se lo había comentado a mi papá para no tener problemas, él aceptó, pero dijo que era algo arriesgado, si otro superior se enteraba podríamos tener varios problemas.

Igual era divertido ver cómo se ponía cómo un chihuahua enojado, se enchinchaba y sus mejillas se ponían coloradas al enojarse.



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Me levanto por los almohadazos de Kiko. Hace lo mismo cada sábado.

— ¡Despierta bobo! ya es de día.

Miro por entre las almohadas el reloj y veo que son las 7 de la mañana.

— ¡Basta Kiko!

Lo tomo de la mano y le doblo hasta el hombro. Él forcejea, pero cómo soy más grande y más fuerte que él se rinde y me dá palmadas desesperadas.

— ¡Ya ya ya, no molestaré! — dice chillando.

Lo suelto y él se soba el brazo.

— Todos los sábados es lo mismo y los domingos cuándo viene mamá ni hablar.— digo bostezando.

— Siempre dices que vas a jugar conmigo al fútbol y no lo haces. —  protesta con el ceño fruncido.

— Tengo trabajo. Me encantaría que los sábados sean de flojera para dormir hasta tarde y jugar al fútbol hasta que anochece. Pero me necesitan para hacer papeleo.

— Qué asco ser superior.— dice frunciendo el ceño.

— Tal vez algún día lo entiendas.—  me siento en la cama y despeino su cabello.

— Por lo menos mañana, dí que lo intentarás.

— No te lo puedo asegurar Kiko. — me levanto y me dirijo al baño.

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¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora