Cₐₚ₅. ₗₒₛ ᵢₙgᵣₑₛₐₙₜₑₛ

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Emilio.

Éste era un reto muy importante para mi carrera militar. Papá había conseguido que me tomaran en cuenta y corregir a todo aquél que fuese introducido por problemas legales era mi misión.

En cierto punto, nadie nos aseguraba que se corrigieran del todo. Pero era mucho mejor que aprendieran a trabajar duro todos éstos meses a que se la pasaran en una cárcel juntando más odio y teniendo tiempo libre para pensar en cómo deberían seguir delinquiendo de una manera más original para que no los pillaran.

Papá estaba más ancioso que yo y luego con el pasar de las horas, me dí cuenta de porqué.

Bondoni.

Nos hemos topado con niños mimados, que son arrestados por hacer papelones en la calle ó por tener brotes de ira y pensar que son imparables, rompiendo todo lo que se les cruza por el camino, creyendo que porque son ricos nadie les dirá nada.

Pero nunca pensé que en menos de 5 minutos ya pudiera detestar a alguien. No tenía noción, ni la dimensión que poseía el lugar en el que había entrado. Papá me dijo que era hijo de un conocido, aún así no me ha querido decir porqué está aquí. Su presencia y vanidad son irritables. Necesité de una firmeza combinada con paciencia para no salirme de mi lugar y realmente decirle cosas que no debería decir un Sargento, cuándo lo ví entrar tan desafiante a la sala común vestido cómo se le había dado la gana.

Karol no es cómo yo. Ella no se resistió, además de que odia a los niños mimados y engreídos, es competitiva cuándo alguien la desafía. Se estaba pasando de rosca al doblarle el brazo.

Sé que no le gustó. De por sí, las cosas entre Karol y yo eran tensas y recibir órdenes que claramente no le gustaría cumplir la enfadada más. No podía salirse con la suya.

El resto del grupo era tranquilo. A pesar de que todos tienen esa cara de "Me vale mierda ésto, quiero irme al diablo" ninguno provocó algún problema parecido, ó ha puesto mala cara en cuánto alguna de las reglas. A no ser que sean más inteligentes - seguramente - que el niño de pelo castaño largo rizado y botines de diseñador.

El almuerzo tuvo su lugar. Generalmente oficiales comemos apartados de los ingresantes y los internos. Tenemos nuestra propia mesa aparte, así que aproveché que tenía a mi padre para comenzar la charla. Él ya me miraba expectante.

— ¿Y bien? — pregunta casi sonriendo. Aún no sé porqué le entusiasma tanto el hecho de tener a un busca pleitos en el campamento.

— Ya ha infringido cómo 50 reglas en 10 minutos.— digo después de tragar mi primer bocado.

— A poco no es especial. — sonríe — Me ha hecho reír todo el camino hacía aquí.

— Especial, seguro. — añade Karol, metiéndose sin permiso en la conversación. — Seguramente tuvieron que implantarle neuronas de plástico.

La miré con el ceño fruncido. En otro contexto me hubiera reído de su comentario. Es más también pienso que éste chico tiene problemas cognitivos al no poder seguir una simple consigna, pero ésta charla era entre mi padre y yo... al parecer se le han olvidado ciertas cuestiones.

Ella comprendió su error y sólo se limitó a seguir comiendo y a mirar su plato.

— Es un desafío. Realmente no es cómo los demás.— le digo mientras vuelvo a pinchar un pedazo de pollo con mi tenedor.

— Sé que podrás lograr algo bueno, te encantan los desafíos. Él es un desafío muy interesante.

La charla sobre Joaquín se zanja en ese instante y hablamos sobre cómo organizarnos en cuánto al entrenamiento y las tareas. Mi padre me designa a mí cómo el supervisor de castigos y a Karol cómo encargada del entrenamiento diario. Sé que lo hace porque al parecer Joaquín tratará de romper todas las reglas posibles y quiere que sea el encargado de que éste siga por el buen camino.

Sinceramente no sé si vaya a funcionar ó terminemos explotando el uno al otro, porque al parecer, él odia las órdenes y yo odio los desórdenes.

La cuestión es que nuestras tareas estaban divididas. Me tocaría supervisar a los rebeldes y algunas veces ser parte del entrenamiento.

Mientras seguía comiendo me preguntaba, que tal la estaría pasando el niño mimado, que no tiene su lujoso cuarto ni tampoco un almuerzo de gourmet. Me daría gusto ver su cara en éstos momentos, pero al estar a cargo de ésto debo seguir con mi apariencia solemne e inmutable.

Tenía que ir a notificarle que mi padre lo esperaba en su despacho

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Tenía que ir a notificarle que mi padre lo esperaba en su despacho. En realidad tenía que escoltarlo, cosa que no mencionaría porque le agrandaría el ego al joven caprichos, así que sólo me presentaría ahí y le diría que me siga.

Al momento que entré, me arrepentí de no haber hecho algún ruido para llamar su atención. Un carraspeo, un tos falsa, pisar fuerte, no sé... cualquier cosa.

Estaba terminado de colocarse un top. Me paré en seco y cómo buen hombre de honor miré hacía el costado hasta que terminase de colocar su top.

Ésto si que era incómodo. Si se daba cuenta de eso, a lo mejor armaba un escándalo y salía a decir que yo era un pervertido y no sé qué más.

Aún así no pareció darse cuenta de eso, porque cuándo se giró, llevó su mano al pecho y pegó un suspiro de susto.

Había transformado el uniforme de la Marina en una cosa realmente fuera de contexto, parecía que iba a la pasarela. Parecía un don. A quién se le ocurría combinar las cosas así.

En cuánto abrió la boca de nuevo, supe que él y yo pasaríamos mucho tiempo juntos...

Hola mis criaturas aquí otro nuevo capítulo

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Hola mis criaturas aquí otro nuevo capítulo.

Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora