Asegurándonos de que ya estamos bastante lejos del Sargento, comenzamos a reírnos por la expresión que puso.Sí lo sé, debería darme vergüenza, pero fué tan gracioso que Azul y yo no podemos para de reírnos y por otro lado, mucho mejor que eso haya pasado así a Azul se le quita esa idea tonta de la cabeza de querer suicidarse.
- Éstas cosas sólo suceden contigo, Joaquín.
- Bueno, veámosle el lado positivo: nos hemos reído, hemos zafado de un castigo y le hemos visto la espaldota bien formada al Sargento Osorio. - Enumero con los dedos.
- Yo no me he fijado en su espalda...
- ¡Ah, qué no, Azul!
- Por favor, vuelve a llamarme Morti, Azul se llamaba mi abuela.
Dios no, otra vez no.
Cruzo mi brazo por su hombro y la apretujo un poco. - Está bien, Morti.
Cuándo llegamos a la barraca, ella se recuesta en su cama y me aseguro de que se duerma profundamente antes de poder pegar un ojo yo. Por suerte lo hace rápido, pero por más que intento dormirme, no puedo, porque siento un perfume peculiar y ese perfume viene de la prenda que estoy usando.
Debería quitarmela, si es que quiero conservar la poca cordura que aún me queda, pero no nace de mí levantarme y buscar entre mi ropa otra remera.
Me despierto sobresaltado. Lo primero que hago es mirar a mi izquierda. Ahí está Morti, durmiendo despatarrada cómo siempre. El alma me vuelve al cuerpo, porque ésta es la tercera vez que me despierto en la noche pensando en que podría despertar en la mañana y encontrarme con la noticia de que Morti se ha suicidado.
Me tiro de nuevo en la cama y suspiro de alivio. Es entonces cuándo siento movimientos a mi derecha.
Giro mi cabeza y ahí está Leo mirándome con su cara de sueño mortal.
- ¿Qué le ha sucedido?
- Se ha lastimado sin querer. - miento.
- Le debe haber pasado algo muy feo cómo para que estés preocupándote por alguien que no seas tú. - murmura mientras vuelve a acostarse.
Me quedo mirándolo atónito y la adrenalina se convierte en rabia. Me levanto de la cama y me paro a su lado. Tomo las sábanas que lo cubren y tiro de ellas hasta dejarlo sin nada.
- ¿Qué caraj...?
- Escúchame una cosa, grandísimo idiota, Azul está sufriendo y pasando por un momento malo. Por supuesto que me preocupo, soy humano, tengo sentimientos. Que mi personalidad sea una de las más detestables del mundo, no significa que no tenga alma. Así que métete tus palabras en dónde no te llegue la luz.
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¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación Emiliaco
Fanfiction"- ¿Qué tú hiciste qué? - grito. - Estás demente, hombre." Joaquín Bondoni tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello rizado y largo esplendido y uñas bien pintadas. Claro...