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Disimuladamente nos acercamos a dónde están Emilio y el estúpido de Royer.

Dios, no puedo creer que a Morti le guste Royer.

Aunque hay que decir que Royer es atractivo, especialmente si no lo ves con esa cara de ogro que pone todos los días y su voz irritante. Y hay que destacar que sabe vestirse bien. Un punto para él.

Los dos hablan animadamente mientras sostienen un vaso de ponche. 

No podemos acercarnos cómo si estuviéramos en un antro común y corriente y ligar despreocupadamente. SON NUESTROS MALDITOS SUPERIORES. Pero Joaquín Bondoni siempre tiene un haz bajo la manga para que todo salga redondito.

Mientras seguimos bailando y puedo ver la cara de Morti retorcerse de los nervios, me acerco lo más disimulada que puedo a Emilio y le doy un codazo en el brazo. Él tira el ponche en su camisa y luego me mira frunciendo el ceño. Royer se toma la cabeza y luego parece reírse por la situación. Morti sigue petrificada.

— ¡Oh! Lo siento. — me hago el sorprendido y me llevo las manos a la boca.

— Cuándo no, Bondoni.— dice Royer en tono de burla.

Es lo más terrorífico que ví desde que estoy aquí. Royer en modo simpático.

— No importa, puedo ir a cambiarme.

Antes de que Emilio se vaya, cruzamos miradas y le guiño un ojo para que sepa que todo ésto es un plan fríamente calculado.

Royer nos mira levantando una ceja y luego me mira a mí con un rostro cómo diciendo: Eres terrible.

— Fué sin querer. — me encojo de hombros.

Él se ríe y aprovechando de que ya pasaron unos cuántos minutos de que Emilio se fué digo:

— Iré a cambiar la música.

Tenía que dejar pasar unos minutos considerables para que no se viera tan evidente la jugada.

Morti me mira cómo diciendo: ¡No te vayas perro!

— Royer ¿Me la puedes cuidar? — señalo a Morti con el pulgar. — no quiero que ningún tonto se le acerque. — ruedo los ojos. — pensándolo bien tú eres el tonto...

Niega con la cabeza. — Te salvas porque no estamos en servicio, sino te esperarían varios camiones para lavar.

— Cómo sea.— ruedo los ojos. — vuelvo en un segundo.

Me pierdo entre la gente y antes de salir veo cómo Royer le dice algo, Morti se encoje de hombros y asiente con la cabeza. Él le alcanza un vaso con ponche y luego le pregunta algo y Morti responde y él se ríe y Morti se ríe también y ese es mi pié para retirarme y dejarla continuar.

Salgo de la sala común y comienzo a caminar para ir a la oficina de James, en una de esas me cruzo a Emilio y le explico porqué lo empapé de ponche.

Sigo caminando, pero el predio está desoladísimo. Comienza a darme un poco de inseguridad caminar sólo en la oscuridad.

Llego a la oficina de James y tomo mi celular para cambiar las canciones, toco un par de veces la pantalla y luego lo dejo dónde estaba para irme.

Termino de cerrar la puerta y cuándo me giro choco con algo ó alguien, inmediatamente me hago hacía atrás asustado y con intenciones de clavarle las llaves de la oficina de James en los ojos sea quién sea.

Veo a Emilio reírse a carcajadas y de verdad me dan ganas de clavarle las llaves en esos ojos cafés que tiene.

El maldito sigue riéndose de manera contagiosa y eso hace que me relaje un poco y me ría con él.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora