Maratón 4/4
Joaquín.
Él se acerca con algodón en sus manos y lo asienta en mi comisura.
— ¡Oiga! — chillo. Alejo su mano torpemente. — duele.
— Sí lo hago rápido durará menos. — intenta acercarse de nuevo, pero lo detengo.
— Usted no tiene ni la más mínima idea de cómo tratar la herida de un chico cómo yo.— le arrebato el algodón de las manos. — Se hace despacio. — asiento el algodón en mis nudillos. Chillo un poco por el ardor — duele al principio, pero si lo haces de a poquito...— sigo untando el algodón, ésta vez con más confianza. — deja de doler y se cura más rápido.
— No sabía que también eras enfermero. — cruza sus brazos.
— Sé que a simple vista parece que no, pero aprendí muchas cosas. No siempre se presenta la ocasión, pero... por ejemplo. Cómo cuándo hice el circuito.— me acuerdo de pronto. — me tiré de 2 metros de altura. Aprendí a caer cuándo intentaba escaparme de un internado.
— Joaquín. — dice el quitándome el algodón de las manos. — Cuándo dije que eras un chico especial, me refería a que no eras cómo los demás internos de aquí. — toma mi mano izquierda y hace lo que hice con el algodón.
Sus movimientos son suaves y cuidadosos. Lo hace cómo se lo enseñé.
— No creo que todos sean niños ricos, engreídos y egocéntricos.
— Mi padre no me ha dicho porqué estás aquí. Ha considerado que sería mejor para tu autoestima que no se lo dijeras a nadie, pero ya que estoy aquí a solas contigo... podrías contarme. — dice mientras saca otro algodón y lo unta en alcohol.
— Tu padre es muy comprensivo conmigo. — digo mirando cómo él se acerca a mí y unta el algodón despacito en mi pómulo y dirige sus ojos a los míos.
No sé si es el calor, los golpes, ó la presencia de éste hombre y sus esplendidos ojos mirándome fijamente lo que hace que me dé vueltas la cabeza.
— Aún así...— agrego — No veo el porqué tengan que darme éstos tratos especiales.
— Sólo sigo órdenes. — dice desenvolviendo una bandita y pegándomela en la comisura de mi labio.
— ¿Cómo hijo ó cómo Sargento? — pregunto bajándome lentamente de la camilla.
Él me sonríe.— Está libre Marinero, vaya y descanse.
— ¿Estoy castigado?
— Por ésta vez no.
Emilio.
Después de la pequeña charla con el odioso, que ésta vez no estuvo tan odioso cómo de costumbre. Me voy directamente a buscar a Karol.
ESTÁS LEYENDO
¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación Emiliaco
Fanfic"- ¿Qué tú hiciste qué? - grito. - Estás demente, hombre." Joaquín Bondoni tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello rizado y largo esplendido y uñas bien pintadas. Claro...