CₐₚÍₜᵤₗₒ ₁₈. ₜᵣₐₘₚₐₛ

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Termino agitado y con los puños un poco hinchados, pero todo ha valido la pena porque Emilio me ha dado la recompensa de hoy que fué un botecito de esmalte para uñas.

No sé de dónde consigue todas las cosas, pero ésta semana mi entrenamiento mejoró gracias a los incentivos de Emilio. 

— Me sorprendiste, Joaquín. — dice limpiándose el sudor de la frente. — quién diría que la clave era el soborno.

Sonrío — por lo menos estoy mejorando.

— Puedes irte.

— ¡Espere, Señor! Quería pedirle autorización para que el grupo pudiera salir el sábado en la noche cómo lo hacen los demás.

— Denegado.

— ¿Qué? ¿Porqué? — chillo. — se lo pedí de buena manera.

— Ustedes no tienen permitido salir, así que la respuesta es no. ¿Entendido? — dice mientras se limpia las manos con un trapo.

— Cómo sea. — ruedo los ojos.

— Bondoni, 1 semana castigado.

— ¿Qué carajos? — protesto. — No puede castigarme por nada, me he portado bien en la semana. He trabajado demasiado duro.

— Tendrías que haber respondido con un "Señor, sí, señor" — dice mirándome con seriedad, pero detrás de sus ojos se vé la burla. Se burla de mí, maldito.

— ¡Pues váyase al demonio! — grito molesto y me retiro para ir a las duchas.

— 2 semanas, Bondoni.— lo siento gritar a mis espaldas.


Morti, Leo y yo, estamos tirados en una manta de color azul vieja, bajo la sombra de uno de los frondosos árboles de nuestro lugar de relax

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Morti, Leo y yo, estamos tirados en una manta de color azul vieja, bajo la sombra de uno de los frondosos árboles de nuestro lugar de relax. Corre un poco de viento para nuestro alivio, cosa que nos hace relajarnos aún más mientras miramos las hojas del árbol moverse con lentitud.

— No puedo creer que te hayan castigado por no responder cómo se debe.— dice Morti.

— Estoy enfurecido.— digo en tono suave. Es contradictorio con lo que acabo de decir, pero realmente me he relajado con ésta suave brisa.

— El intento es lo que vale. — dice Leo.— supongo que ahora harás algo para vengarte.

— De hecho sí.— me siento y los miro sonriendo. — me voy a escapar y ustedes van a venir conmigo.

— Estás demente. — ríe Morti.

— Tranquilos, volveremos antes de que alguien se dé cuenta. Iremos a tomar algo por ahí, escucharemos música y volveremos. — digo parándome. — Sólo necesito a Leo con un par de pinzas y a tí siendo de campana mientras nos fugamos en la noche.

— Me gusta tu idea mi fifí bonito.— dice Leo sonriendo.— quiero disfrutar al menos un sábado en la noche.

Morti aún nos mira recostada.— Aún tengo dudas.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora