CₐₚÍₜᵤₗₒ ₄₃ - Fᵣₑₙₜₑ Dₑ Bₐₜₐₗₗₐ

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Emilio.

5 días han pasado. Pero parecieron 5 siglos. El tiempo aquí se detiene y ruegas que termine el día para poder volver a la trinchera. Aunque volver a la trinchera no significa dormir. La situación me tiene con pocas horas de descanso. Ó pocos minutos en realidad. Varios han muerto en el intento. Pero por suerte son más ellos que nosotros.

Las fuerzas militares de los Estados Unidos darán la orden de retirarnos mañana, ya que el objetivo estará casi cumplido en su totalidad. Aún así hay que aguantar el último día tratando que en la vuelta no seamos menos de los que ya somos.

Los refuerzos llegaron anoche, un avión de las fuerzas armadas los dejaron en las costas de Siria dónde los espera otro escuadrón para asegurarse la perfecta llegada.  Tendrían que estar llegando a nuestra base en pocos minutos ya que no estamos tan lejos de la costa. Sin embargo el Teniente Herson anuncia la nueva estrategia para el próximo ataque.

De nuevo hay que salir, armarse hasta los dientes y volver con vida qué es más ó menos el objetivo que tengo.

Royer me acompaña, es el que se encarga de cubrirme la espalda a mí y a Enmanuel.

Salimos de a 5 grupos de 3 personas. Los estruendos de misiles, granadas y ametralladoras se escuchan fuerte y claro. Nos ponemos alertas y seguimos avanzando.

Disparo mi arma y comenzamos a avanzar mientras varios de ellos caen. Sabemos que no son personas importantes en el momento en que los matamos tan facilmente. Son chivos expiatorios que mandan para distraernos, pero en cuánto avanzamos la cosa se pone un poco más densa.

— Sepárense y manden a pedir 2 refuerzos más.

Enmanuel saca el intercomunicador y dá la señal. En ese entonces Karol junto a Josh y Luz vuelven casi corriendo.

— ¿Qué sucedió? — pregunto.

— Le dieron a Luz en la pierna. Karol se encargará de llevarla, yo me quedaré con ustedes.

Enmanuel toma devuelta el intercomunicador y manda la señal que vá una herida y que deberían mandar un refuerzo más, ésta vez en vehículo. El Teniente se niega a mandar un vehículo, pues porque no está en su estrategia. Enmanuel discute con él, pero al final seguimos a pié con la opción de que vendrá otros 5 grupos a ayudarnos.

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Joaquín.

El Teniente a cargo de la tripulación daba las indicaciones.

Un marinero me entregó un paracaídas.

A pesar de que ya estaba metido hasta la médula en ésto y no podía echarme atrás, nunca había saltado de un avión en movimiento para caer en el mar y nadar con todo hacía la costa, así que el miedo y la ansiedad me comía el estómago.

Me había infiltrado, antes de que mandaran el avión. Yo no estaba en la lista de aptos. Ni siquiera soy un verdadero Marine. Pero aún así logré encontrar una fuga y me infiltré en el primer avión.

— ... en la costa estará esperándolos el escuadrón del Capitán Frank, él les dará armamento y les explicará la situación hasta el momento.

Al dar la señal con la mano, los marineros comienzan a lanzarse en caída libre.

Dios. Dios. Dios. Sé que no te presto mucha atención a veces, pero en ésta necesito que estés conmigo.

Me coloco el paracaídas y me azomo a la puerta. Salto cerrando los ojos y siento el aire fresco en mi cara. El corazón me late cómo si me fuera a explotar y el cuerpo está más duro que una roca.

Abro los ojos en un intento de valentía y veo cómo los marineros del segundo avión caen. Miro hacía abajo desafiando el vertigo y cuándo logro distingir que los demás abren su paracaídas, abro el mío y dejo que todo suceda.

La vista desde aquí es deprimente. No se ven más que escombros y estallidos por todos lados. Gritos. De órdenes y de dolor. Tal vez gritos de muerte. El corazón se me encoge de sólo pensar que aquí hay más muertes y tragedias que en cualquier lugar del mundo. Muertes de gente inocente.

Mis pies tocan el agua congelada y ni bien mi cuerpo entero está en el agua desprendo el paracaídas de mi cuerpo y comienzo a nadar contra la corriente para llegar a la orilla.

La verdad es que no es nada fácil nadar en mar abierto, menos si mi mente está pensando en qué clase de animales habitan en éstas aguas. Así que con más razón me apuro y brazeo lo más rápido que puedo.

El alivio que siento al tocar tierra con mis pies es momentáneo, ya que los estruendos y los gritos no paran e inmediatamente me entregan un arma para subir al vehículo blindado que nos llevara hasta la base de nuestras fuerzas.

En el vehículo trato de no hacer contacto visual con nadie. Primero porque estoy lo bastantemente asustado cómo para que lo noten en mi rostro y  por otro lado, alguien podría notar que estoy de colado.

Al bajar de la camioneta, trato de quedarme al último de todos para pasar desapercibido. El oficial al mando dá las órdenes y explica que necesitarán grupos de gente que vaya de refuerzo al grupo central.

La gente comienza a moverse y yo no sé que hacer ó en dónde ponerme. Necesito tiempo para analizar, pero aquí no hay tiempo de nada.

Una mano toma mi brazo y me obliga a caminar hacía adelante. Comienzo a asustarme, pero su rostro se inclina hasta mi oreja y luego susurra.

— Tranquilo mi fifí, sus plebeyos están con usted.

Me giro alarmado y debajo del casco puedo ver la sonrisa burlona de Leo y a la par a Morti con la sonrisa débil que siempre dá.

— ¿Qué demonios hacen aquí?

— Lo mismo te preguntamos. — responde Morti.

— Se supone que estarían en sus casas.

— Morti y yo cocincidimos en que si nos faltas tú, es cómo no estar en casa en realidad.

— Ustedes están dementes.

— Tú eres el demente, si piensas que vamos a dejar que te mates sólo por ahí.

— Anda, camina.— me empuja Leo. — el frente de batalla nos espera.

Los grupos se forman y cada uno con un arma en la mano comenzamos a marchar siguiendo órdenes del superior. Nuestro objetivo es llegar hasta los grupos principales y cubrirles las espaldas.




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Seguimos..........

Se viene drama........😱😱😱😱



Ya estamos muy cerca de su gran final.



Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora