CₐₚÍₜᵤₗₒ ₂₇ - CₒₙFₗᵢCₜₒₛ Cₑₗₒₛₒₛ Ó Cₑₗₒₛ CₒₙFₗᵢCₜᵢᵥₒₛ

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Emilio.

Anoche no podía dormir, es algo ilógico, porque en éste lugar lo único que se espera con ansias es la noche, para poder juntar energías para el día siguiente. Pero esa noche cómo nunca, giré, giré y giré en mi cama.

La imagen se repetía una y otra vez en mi cabeza y yo me reprendía una y otra vez, porque soy un hombre de honor y no debería andar pensando en ese tipo de cosas, menos de un marinero interno de 19 años.

En la mañana, ya casí antes de que el Sol saliera me decido a levantarme, porque será imposible dormirme  y mientras pueda mantener mi mente ocupada en otras cuestiones me será más fácil no sentirme tan idiota.

Así que salgo de mi habitación en vistas a la cafetería sin saber que me los voy a cruzar por el camino.

Él lo abraza tan feliz cómo nunca lo he visto, porque desde que llegó ésto debe ser el infierno para él. Él lo levanta y lo amaca de un lado a otro tan contento cómo lo está él. Sé que me dijo que eran amigos, pero verlos de esa forma realmente me dá a pensar que...

El odioso, — sí, ahora vuelve a ser odioso — me saluda con la mano, pero realmente no me nace sonreír y hacer de cuenta que somos los mejores amigos. Realmente no tendría que ser así.

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El día se me pasa más lento de lo normal. El calor es insoportable, hoy mi padre se empeña en hablarme y hablarme. Mi humor empeora cada vez más.

Roy entra en mi despacho quejándose de Joaquín. Se odian a muerte y yo tengo que estar en medio obligadamente.

Después de almorzar me voy al lugar de encuentro ya establecido con un pesar tremendo. No quiero estar aquí, menos tener que esperar, pero él no se demora tanto.

Aparece con una sonrisa radiante en la cara — Hola.

Lo miro sin dejar de pensar en la escena que ví en la mañana. 

— Mira, he traído tu camiseta, lo sien...

— Quédatela, no la necesito.— interrumpo. No quiero esa camiseta de nuevo, me traerá recuerdos.

— ¿Estás bien? digo... Se te nota un poco molesto.

— Límitese a hablarme cómo se debe. 

Él me mira sorprendido. Y yo sé que estoy actuando cómo un reverendo idiota, pero no puedo controlarme.

— Pero hace unos días me dijiste que...— continúa. — ¿Hice algo hoy? al parecer todos se la agarran conmigo. — se queja.

— 60 flexiones.

— ¿Qué? Espera, no entiendo porqué actúas así...— niega con la cabeza sonriendo. — creí que todo estaba bien, que íbamos a ser amigos...

— Pues te equivocaste. Nuestra relación no puede ir más allá de Sargento-Marinero.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora