Joaquín.En la noche no pude dormir y se preguntarán cómo es que no puedes dormir cuándo todo el día te han explotado físicamente. Pues al insomnio no le importa nada y aparece en el momento menos pensado.
Aún así, fué un tiempo que utilicé para pensar cómo pedirle disculpas al Subteniente Osorio y cómo recuperar de nuevo la confianza de Morti y Leo.
Básicamente me pasé la noche entera buscando soluciones a los mocos que me mandé por dejarme llevar por la venganza y la sed de diversión.
Además, el insomnio tenía una segunda razón: el perfume del bendito Sargento Emilio Osorio, estaba impregnado en mi campera y en mi pelo. Cosa que me hacía recapitular en mi cabeza, aquel abrazo tierno que nos dimos en la oscuridad.
Éste hombre no sale de mi cabeza desde... bueno... prácticamente desde que lo ví, pero el abrazo de anoche intensificó mi demencia y no pude dejar de pensar en él y en varias cuestiones que se me escaparon en el momento que sucedió todo.
Número uno: Quería pasar más tiempo conmigo. Sí, lo dijo y luego añadió más. En ese momento no pensaba con la más mínima claridad ni el más mínimo razonamiento, pero ahora que lo pienso en frío... ¿será que realmente era para seguir entrenándome? Es decir, él no tiene ninguna obligación de quedarse conmigo a entrenar a menos que quiera, sienta ó se lo pida el Subteniente Osorio. Cosa que dudo, porque el Subteniente me lo hubiera dicho la noche que me escapé.
Una pequeña chispa de emoción vino a mí, pero realmente no debía hacerme ilusiones. Menos si quería largarme en serio de éste basurero.
Número Dos: a pesar de que estuvo enojado conmigo por lo que pasó, luego de un par de días logré ablandar un poco su corazón con mi deprimente escena. Si me hubiera encontrado escuchando música ó haciendo cualquier otra cosa, seguramente me mandaba a dormir sin ni siquiera preguntarme nada.
El que me pregunte si es que yo me encontraba bien, fué suficiente para que él me ofreciera terminar con mi sanción.
A lo mejor si le causo algo. Tal vez lástima. Tal vez ternura. Tal vez nada y él sólo sea así de sensible con los chicos cómo yo. Ó tal vez tuvo en cuenta algunas palabras de el Subteniente. Ó tal vez estoy imaginando idioteces y fué pura casualidad que me dijera lo de terminar con la sanción.
Y la número tres: Es que al parecer Leo ya no le cae nada bien a Emilio. ¿Celos? Bueno, prácticamente nos vió bailando sensual y a Leo besándome el cuello, pero cabe destacar que era bajo la influencia del alcohol. En realidad, entre Leo y yo nunca pasaría algo más que una amistad. Volviendo a la cuestión de los celos, además de vernos en esa situación comprometedora, he notado que cada vez que tiene que nombrarlo lo hace por el apellido. Cómo si tuviera rabia en pronunciar su nombre. Otra es que no hay mucha explicación para tratarlo y humillarlo de la manera en que lo hizo éstos días de sanción que tuvo con él.
No quiero seguir sacando conclusiones, pero me es imposible no unir cuestiones y deducir resultados. Claro que todo ésto es hipotético, porque si llegara a ser así juro que me vuelvo monje.
La cuestión es que, dejando de lado al modelo Calvin Klein, se me ocurrió levantarme muy temprano y buscarle el desayuno al Subteniente Osorio.
Así que antes de que se levanten todos, me cambio con el uniforme, qué por cierto, aún detesto, me aseo y luego espero ahí en la puerta de la cafetería hasta que decidan abrir las puertas.
Aún nadie se ha levantado. Bueno nadie de mi barraca. He visto entrar a Sevilla y su mirada se cruza con la mía en un duelo a muerte. Sé que me odia porque tiene envidia de lo fabuloso que soy, porque a pesar de todo, mi cabello ésta vez está impecable y ella sigue con su casco de fijador en forma de recogido tirante.
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¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación Emiliaco
Fanfic"- ¿Qué tú hiciste qué? - grito. - Estás demente, hombre." Joaquín Bondoni tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello rizado y largo esplendido y uñas bien pintadas. Claro...