CₐₚÍₜᵤₗₒ ₂₉ - ₙₐDₐₙDₒ

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Joaquín.

Es sábado, día de descanso por suerte. Al momento de despertarnos, me encuentro con la pierna de Morti arriba de mi abdomen y su cabeza está arriba de las rodillas de Leo. Leo está con la cabeza colgando al borde de la cama mientras ronca y yo estoy con todo el pelo en la cara y una pierna afuera de la cama. 

Somos un desastre durmiendo los tres. 

Seguimos sin separar las camas, no creo que lo hagamos hasta el último día, así que somos los únicos idiotas que duermen juntos en la barraca. Claro que cada vez que nos vamos a acostar nos miran raro. 

Es decir, 1 mujer y dos hombres. La morbosidad en ésta gente es tremenda. En especial en dos idiotas que creo haber mencionado. Esos que nos miran a Morti y a mí con cara de pervertidos psicópatas.

Igual, me importa muy poco, porque sé que cuándo me vaya no veré más a éstos fracasados, lo único que me importa es que Morti no se sienta sola.

Al despertarnos, nos miramos entre nosotros para ver que tan mal estamos. Creo que los 3 estamos adoloridos por haber dormido mal, aún así no nos quejamos y nos levantamos con pereza.

Después de tantos días, volvemos juntos a nuestra guarida.

— Hoy sí que hace calor. — dice Leo dejando su mochila de contrabando en el suelo.

— Lo sé, no me aguanto ni yo mismo.— digo soltando mi bolso y tomando una liga para atarme el cabello en un chongo mal hecho.

— Está para unas cervezas bien frescas — dice Morti mientras enciende un cigarrillo.

— Maldita, me haces desear. — Dice Leo sacando nuestra manta.

— ¿Saben? Estaría bueno ir a la piscina. — me siento a la par de Leo y saco mi botella de agua.

— En éstos momentos debe estar llena de reclutas.

— Lo sé. — me quejo. — pero estoy sudando cómo puerco, necesito refrescarme.

Morti se acerca a mí y me quita la botella de agua, me lanza un poco a la cara y ellos comienzan a carcajear — Listo, bien fresco.

Me quedo unos minutos paralizado, mientras trato de no reír por su risa contagiosa — Estúpida, mi ramera. — paso mis manos tratando de sacar un poco de exceso de agua, pero realmente es refrescante.

— De nada. — dice mientras lleva su cigarrillo a la boca.

Aprovecho ese instante y tomo mi botella para lanzarle agua. 

Su cigarrillo se apaga y ella se me queda mirando con los ojos abiertos. Entonces Leo y yo empezamos a reír.

— Estaba casi entero. — dice tirando la colilla mojada.

— De nada. — Repito riendo, entonces ella quiere quitarme de nuevo la botella, pero ésta vez la tomo y le lanzo agua Leo.

— ¿Y a mí porqué? — Gruñe mirando su ramera.

— Por reirte de nosotros.

De un momento a otro comenzamos a correr, ellos por detrás de mí tratando de quitarme la botella. La guerra de agua había comenzado y terminamos perdiendo todos porque de tanto correr quedamos agitados y sedientos... y el agua se había acabado.

— Somos unos idiotas. — habla Morti mientras mira la botella vacía.

Me tiro en la manta, mientras trato de recuperar el aliento. Reírse y tratar de correr es agotador, los pulmones se me saturan y eso que yo no soy el que fuma aquí.

¡Señor, Sí, Señor! // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora