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—Despierta pequeña dormilona— Se filtraba una voz hasta mis más profundos sueños. Inmediatamente bajé el micrófono y me quedé estática.

—Esta vez me vas a acompañar a Corea— Volteé a ver hacia el techo, escuchando esa voz más fuerte y clara.

Volteé al público, intentando encontrar la fuente. —Y no puedes decir que no…

Me levanté de golpe, confundiendo la realidad con mi subconsciente.

Solo sentí la realidad cuando el golpetazo con mi molesta amiga sonó.

Ambas gritamos del dolor. — ¡¿Por qué me golpeas así?! — Gritó enojada. — ¡¿Por qué te me pones delante mientras duermo?! — Respondí con el mismo enojo del dolor físico.

— ¡¿Intento regalarte algo y así me lo pagas?! — Siguió en su cólera. — ¿Regalar? — Pregunté con duda, sobandome la frente. —Este verano será en el que me mudaré a Corea, será el último que esté aquí— Bajó su tono de voz. —Reuní mucho dinero para poder llevarte esta vez… — Me dió una mirada realmente de decepción.

— ¿Cuándo te vas? — Pregunté, escuchando más que todo la primera parte. —Nos iremos hoy la madrugada— Aclaró.

Empecé a calcular los horarios y cosas del estilo. — ¡¿Iremos?! — Pregunté casi gritando. —Se nota que sigues dormida… — Se levantó de la cama. —Te esperaré en la mesa, lavate el rostro y hablamos allí— Sin más, se despidió.

Me quedé allí revisando mi habitación de pies a cabeza. Sin razón alguna, era simplemente el sueño que no me dejaba hacer mucho más.

En más de una ocasión la cama me llamaba, pero al darme cuenta que era mediodía, supe que ya no había vuelta atrás.

No dormí ocho horas en vano, no podía extender eso.

Instintivamente seguí mi rutina diaria.

Cuando ya mis neuronas si que habían hecho conexión y no era un mono tocando platos el que estaba en ese espacio, bajé a "desayunar"

—Creo que vas a tener que usar más maquillaje en Corea— Me Señaló la presente desayunando. — ¿Por qué siempre le das de comer cuando vez que me trata así? — Le pregunté a mi madre, quien apenas ponía mi comida. —Es el último día de Ryujin aquí, quien sabe cuando vuelva, quiero consentir a nuestra pequeña coreana del barrio— Le sonrió y se fué.

—Dejame plantear la situación— Me empecé a sonar las cejas.

—Durante cinco años ya, vas a Corea, entrenas en una compañía que hace grupos— Dije, intentando poner coherencia al asunto.

Asintió. —Te contactaron en el concierto del grupo de chicos ese que te gusta que estuvo aquí… — Le señalé. —Se llaman «GOT7» — Aclaró. —Si, si, esos— Le seguí el juego. —Entonces todos los veranos, en vacaciones, vas y estudias como ser una «idol» — Con mi expresión pedí confirmación.

Volvió a asentir. —Y ahora vas a estar en un grupo— Seguí, ella seguía confirmando. — ¿Por qué me quieres allí contigo? — Pregunté. — ¿Diez años de amistad y piensas que me da igual cumplir mi sueño sin ti? — Una vez más, mi procesamiento neuronal, se quebró.

—Pero si siempre habíamos competido y tú me pasaste en el primer viaje a Corea— Saqué mi primer pensamiento. —No se si eso sea verdad… nunca me muestras lo que haces con tus canciones— Tomó con el tenedor un pedazo de hot cake y lo mordió. —Aunque desde hace mucho tampoco es que me muestras las canciones de por sí— Pronunció todo eso con la boca llena.

—Primero come y después habla— Le señalé con mi tenedor después de tragar. —Tu hablas y después piensas, no puedes decirme nada— Ahora ella me señalaba a mi.

Prisma - Tzuyu & Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora