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— ¡¿Que pasó qué!? — Dijo cada una después de decirles aquello. Y ambas les respondí lo mismo.

Además, me ofrecieron un contrato en el que incluso me darían clases de coreano "gratuitas" para que todo fuera más ameno.

Aunque en sí, me lo descontarían a la larga.

Y el primer pago me servio para algo, aunque también me aclararon el porqué y para que era tanto.

Con quince mil dólares, que con solo una canción ya había generado más que con una carrera aunque corta, extensa, con diferencia.

Eso era para que, uno, consiguiera un departamento propio ya que no podía seguir usando las instalaciones de aprendices de la compañía siendo productora.

Lo demás para amueblar, comer y pagar hasta que volviera a trabajar para ellos.

Y por arte de magia, me habían recomendado un departamento decentemente barato y cerca de la compañía y en donde ellos pondrían la cara por mi.

Al día siguiente me había mudado, a la par que Ryujin, advirtiendome que poco nos veríamos ahora.

Aunque su advertencia no sonaba sería cuando al otro día me habían metido e  el estudio con ellas para hacer dos canciones.

Por suerte, ella me traducía todo, haciendo aquellas dos canciones en dos horas, con la letra ya hecha incluso desde antes de yo producir.

Aunque a decir verdad, me dejaban claro el ritmo, tónicas y estéticas de lo que querían, solo tenía que actuar en base.

Inmediatamente al terminar fuí a la clase de coreano, estando con un montón de coreanos descendientes que no sabían coreano igual que yo.

Y el rumor de que yo era productora estaba en el aire, por lo que todos al terminar se abalanzaron a preguntarme cosas.

Lidiar con tanta gente no me estaba gustando, me sentía oprimida.

Aunque al salir, como estaba en el piso de estudiantes, o más bien, aprendices, di un vistazo a las otras clases, viendo una de baile donde nadie me sonaba, pasé a otra, estando Lily en ella, era de canto, abrí discretamente la puerta, pero sonó como las puertas del mismísimo Hades.

Mi amiga allí se emocionó de verme, pero a la profesora no tanto, y luego de un pequeño regaño y pedirle quedarme, estaba allí sin necesidad de ocultarme.

En una de esas tantas prácticas, aquella profesora quizá malhumorada, dijo algo que no tenía sentido, a lo que yo la corregí, el cómo entendí, al regañar a Lily lo hizo en inglés.

Me vio cara de no saber, así que me déspotamente me hizo hacer aquello, hacer voz mixta mezclada con vibrato, queriéndome humillar con todos en clase, pero saliendole el tiro por la culata.

Lo hice, incluso mejor que ella en su demostración. Lily quedó boquiabierta, a la par que todos allí.

Y por aquello, me gané que me sacaran si o si.

Pero valió la pena al menos. Mi contrato me blindaba lo suficiente para no ser despedida al día siguiente.

Sin más, fuí a almorzar en la cafetería, la cual me había publicitado Ryujin de buena manera todos estos años.

En vista de que ni yo iba a entender a los que atendían ni ellos a mi, señalé el plato del día, siendo un plato típico de Corea.

Empecé a comer, pero en plena acción, una persona se paró frente a mí, no era un aprendiz, era alguien que trabajaba allí.

Me pasó un sobre, dejándolo en la mesa y sin entender. —Agradeceríamos que lo más pronto posible se haga una cuenta bancaria— Dijo, para irse.

Debido a mi curiosidad, decidí abrirlo, siendo muchos billetes, cosa que instintivamente me hizo guárdalos y contarlos luego.

Al terminar mi comida, simplemente me dejé caer un poco en la silla, era mucho hasta para mí.

Eché cabeza para atrás, estirandome para irme, una vez abrí los ojos, vi a Sana mirándome a escasos veinte centímetros.

Inmediatamente me asusté, no me esperaba a nadie tan cerca y menos sin hacer ruido.

Luego volteé a ver y apenas las otras venían algo lejos.

— ¡Hola! — Me saludó una vez se me había pasado el susto, correspondí sin problemas.

—Jihyo quiere decirte algo— La señaló, viniendo la líder directamente hacia mí.

Hice una vez más, una reverencia innecesaria.

Una vez estaba delante de mi, me saludó, en inglés con un poquito de esfuerzo.

Sacó su celular, empezó a hacer unas cosas en el, luego pasándomelo.

Cuando lo tomé, vi que era para crear un contacto, a lo que coloqué mi número, aun de mi país eso si.

Se lo devolví, viéndolo ella, pero una vez más dándomelo. —Tú nombre— Dijo, entendiendo que no lo había puesto.

Lo puse y finalmente se lo di, aceptandolo.

—Me gustas— Dijo, señalandome. — ¿Ah? — Sonreí nerviosamente. —Se refiere a tu música— Explicó Sana.

Ella me volvió a mostrar su celular, en la lista de reproducción de mis canciones ya habiendo escuchado todas.


Prisma - Tzuyu & Tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora