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"Ven aquí". La voz de Boba es áspera y cansada, pero hay una tensión en ella, un filo que hace que todo tu cuerpo se estremezca. Sabes exactamente lo que quiere, lo que necesita. Tu espada cae al suelo, la práctica puede esperar, te necesita ahora.
Te rodeas de él todo lo que puedes y Boba te da un suave beso en el pelo antes de que sus manos se deslicen hasta tu culo y te levante, dando un traspié hasta que tu espalda quede pegada a la pared. Te deja en el suelo, tirando de tu camisa mientras le desabrochas la bragueta. Se te hace la boca agua al verlo, pero cuando empiezas a hundirte en el suelo, Boba te atrapa.
"No", retumba. "No, no quiero eso esta noche. No puedo llenarte la boca cuando quiero que me digas lo bien que se siente, cuando quiero oírte gemir y rogar por más. Quiero ver cómo tu bonito coñito me acepta, quiero oír los sonidos que haces cuando te lleno".
Se te escapa un gemido y, por primera vez desde que entró, la expresión de Boba se ilumina.
"Buena chica".