Boba Fett no tiene miedo de un pequeño desorden. O un gran lío.
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“Vamos, pequeña. Arriba. ¡Arriba!"
Se aleja antes de que puedas reaccionar. No tienes suficiente coordinación para hablar, tiemblas a través de una réplica cuando sus manos agarran tu cintura con fuerza. Te está desenvolviendo las piernas de la cintura y tú sigues maullando, tartamudeando con una fuerte inhalación de aire mientras Boba te sube a la cama.
“Boba”, tu piel está resbaladiza por el sudor y otros líquidos explícitos, pero aun así se las arregla para mantener un agarre firme. Muy pronto, tu espalda golpea la pared de acero detrás de ti cuando se sienta sobre sus rodillas. "No creo que pueda".
"Sí, puedes", sus palabras son los caramelos más dulces, un marcado contraste con sus acciones hace unos momentos. Empuja tus muslos abiertos agrega una súplica a sus palabras. "Sé que puedes. Por favor, ¿puedes intentarlo? ¿Por mí?"
La primera perla ya está brotando en tu entrada aleteante. Solo un poco más y se deslizará por tu coño hinchado. Empujando tus muslos abiertos a toda prisa, no hay mucho tiempo hasta que...
"Solo quiero ver. ¿Puedes mostrarme?".
Esta es su parte favorita. No queriendo perder un solo segundo, se arrastra hacia adelante hasta que tus gemidos desesperados se abren en abanico contra tus muslos mojados. Hace que los vellos de tu piel se pongan firmes. Empujandote sobre los codos, enfocas tu energía en tensar los músculos abdominales hasta que...
“¡Ahí tienes! Sigue adelante, pequeña.”
Sientes que la primera gota del semen de Boba gotea por tu coño y cae sobre las sábanas sucias de abajo. Y entonces otro y otro. Boba siempre viene mucho.
“Qué buena chica. Sigue empujando."
"Muéstrame cuánto de mi semen puede tomar tu coño".