Era una empresa que trabajaba en todo el mundo y Sango se sintió impresionada.
- Es muy joven para ocupar un puesto tan alto.
- Está compitiendo para obtener el contrato de la carretera, por lo cual es seguro que permanezca aquí un mes más. Quizá hasta dos. Hay muchas empresas interesadas y el señor Bonlam... el Ministro... está retrasando su decisión con la esperanza de hacerlos bajar sus cotizaciones.
- Me molestaría mucho tener que competir de esa forma -comentó ella.
- También a mí. Pero cuando estamos hablando de millones de dólares, aún la mitad de un uno por ciento constituye una fortuna.
- ¿Puede Tailandia hacer frente a un programa de construcción tan ambicioso?
- No puede dejar de hacerlo. Las carreteras son esenciales para el progreso, el progreso eleva los niveles de vida y lleva dinero a los bolsillos del pueblo. Un pueblo satisfecho tiene menos probabilidades de volverse comunista, y con los vecinos que tenemos...
No deseando enfrascarse en una discusión política, Sango se disculpó con cortesía. Tenía la tarde libre y quería explorar la ciudad.
No había salido del hotel desde su llegada y después de un almuerzo ligero, abordó un taxi y se dispuso a divertirse. El vehículo avanzaba con lentitud por el costado del río Chao Phraya, el cual, como de costumbre, estaba lleno de una armada de embarcaciones de trabajo. Las mujeres le llamaron la atención; todas llevaban sombreros de paja de forma cónica y descargaban frutas y legumbres de pequeñas lanchas. Había una gran variedad: piñas, melones, bananas diminutas, ácidos pepinos y enormes naranjas. El calor era abrumador y había mosquitos por doquier. Ahora comprendía el porqué las mujeres del mercado llevaban espantamoscas consigo.
Un grupo de turistas italianos, con costosas cámaras pendiendo de sus cuellos, llamaron su atención por su forma de regatear precios. El contraste entre ellos y los tailandeses de suaves modales era asombroso. Qué fácil era para los adinerados olvidarse de la pobreza que los rodeaba. ¿Pensaría Miroku Hoshi alguna vez en ello?, se preguntó y no pudo imaginárselo pensando en algo más que no fuesen sus negocios. Era probable que considerara que al construir modernas carreteras estaba ayudando a los tailandeses en su ruta hacia la prosperidad. Pero, ¿por qué ensañarse en el pobre señor Hoshi? ¿Todavía estaba disgustada por que no reparó en ella esa mañana?
Para su sorpresa, él fue la primera persona a la que vio esa noche al tomar asiento a una mesa lateral de la terraza, para cenar. Él ya se encontraba allí, en compañía de un tailandés de edad mediana. Unos minutos más tarde se reunieron con ellos dos mujeres, una cincuentona y la otra mucho más joven y atractiva en extremo. Esbelta como una vara, era muy alta para las de su raza, con los cabellos negro azabache recogidos en un moño en la parte superior del cuello. Tenía unos enormes ojos negros bajo unas cejas bien arregladas, y su delicada nariz se hacía un poco más ancha en las fosas, dándole una expresión desdeñosa, repetida por su prominente boca sensual. El tradicional cheomsang señalaba las curvas de su cuerpo con sutileza y los diamantes que brillaban en sus orejas y pulseras, proclamaban su condición adinerada y de buen gusto.
Temerosa de ser descubierta mirándolos, Sango se dedicó a lo suyo, eligiendo Tom Yam Gung, una sopa popular tailandesa, para empezar. Contenía camarones y pollo y estaba sazonada con salsa de soya, pequeños pimientos rojos y jugo de limón.
- ¿Conoce usted a las personas que están con el señor Hoshi? -preguntó al camarero que tomaba su orden.
- Ser señor Bonlam y familia -contestó sin volverse hacia ellos-. Todos esperamos señor Hoshi obtener contrato. Ser buen cliente del hotel y del agrado de todo el personal.
"La hija del señor Bonlam piensa lo mismo", se dijo Sango viendo la forma en que la chica se comportó durante la cena; el inglés no hacía nada para disuadirla tampoco, ya que no parecía poder quitarle los ojos de encima. ¿Sería un interés genuino o sólo interesado?, se preguntó. Era probable que los hombres de su tipo estuviesen acostumbrados a que las mujeres se arrojasen a sus brazos, si bien pocas de ellas contaban con un padre que tuviese en sus manos el otorgar contratos multimillonarios.
Todavía estaban a la mesa cuando ella salió de la terraza para dirigirse a la cafetería, en busca de una taza de café. Todos los asistentes estaban acompañados y no dejó de resentir estar sola. Eso nunca la afectó en Inglaterra, ya que regresaba a casa todas las noches, pero vivir en esa lujosa atmósfera del hotel, la hacía sentirse como pez fuera del agua.
Deprimida, fue a su habitación y salió al balcón, teniendo cuidado de dejar las luces apagadas, para no atraer insectos. Una luna llena bañaba con su luz las torres de los templos al otro lado del río y se preguntó si Miroku Hoshi y la hermosa señorita Bonlam estarían paseando a la luz de la luna. ¿Y qué si así fuera?, se reprochó. Debería considerarse afortunada por encontrarse en Bangkok y no perder el tiempo envidiando a los demás. Quizá dentro de un año estaría administrando su propio hotel y ello sería más gratificante que el ser la novia temporal de alguien.
Con esa idea optimista en mente, dejó el balcón y se fue a dormir.
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Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)
FanfictionQuería una aventura con Sango para pasar el tiempo mientras esperaba en Bangkok que el gobierno tailandés le otorgara un contrato de construcción; y para él sólo sería eso... una aventura breve sin compromiso. Sango no podía aceptar tan egoísta acti...