Capítulo 15.3

66 7 15
                                    

Sango apenas podía creer lo que escuchaba, pero la seriedad de su expresión le decía que era cierto y se maravilló de que el amor pudiera tener un efecto como ese en él. Sin embargo, ¿por qué no? ¡Sólo había que ver el efecto que causaba en ella!

- Aborrecerás mi carrera, Miroku. Dices que no lo harás, pero con toda sinceridad no puedo ver cómo puedas disfrutar el compartir mi trabajo conmigo. Sabes que es de tiempo completo.

- ¡A la perfección! Pero lo he meditado mucho, Sango, y he determinado que el compartirte es mucho mejor que no tenerte. Haré cualquier cosa con tal de estar en tu vida.

- ¿Aun cuando ocupes un segundo lugar, después de mi carrera?

- Aun así -contestó sincero-. En realidad no tengo alternativa.

- Pero yo sí. El amarnos no será suficiente. Las cosas saldrán bien al principio, quizá durante el primer año, pero, ¿después? Bueno, no estoy muy segura. Mi carrera no tendrá lugar en tu futuro.

- Cambiaré mi forma de vida para que se ajuste a la tuya -la aseguró con celeridad-. No hago promesas en el aire, Sango. Sé lo que estoy diciendo.

- Sé que es así, pero no funcionará. Todo empieza con buenas intenciones, pero tarde o temprano surgirá alguna crisis en algún sitio donde realices una obra o tendrás que ir allá, y permanecer en el lugar durante varias semanas, o hasta meses.

- No -respondió categórico-. Enviaría a Inuyasha o a alguien más. Y aunque tuviera que viajar, sería lo más rápido posible.

- Cariño -replicó ella riendo-, sé que eres sincero ahora, pero cambiarás de opinión cuando surja un problema. Y si fuese realmente importante, yo querría estar contigo, para compartir tus preocupaciones.

- ¿Qué es lo que tratas de decirme, Sango? -preguntó él apartándose un poco para mirarla a los ojos.

- ¿No lo adivinas?

- No estoy seguro.

- ¿Quieres decir que lo sabes, pero que tienes miedo de decirlo con voz alta por si estás equivocado? También estás preocupado porque crees que estás presionándome.

Su expresión le decía que estaba en lo cierto y Sango sonrió. Al ver la curva que se formaba en sus labios, Miroku inclinó la cabeza y tocó sus labios con los suyos.

- ¡El problema de enamorarse de una mujer inteligente es que en ocasiones puede pasarse de lista! Está bien. Las crisis pueden surgir, pero estando contigo... nuestro matrimonio siempre tendrá preferencia.

- Te creo, porque nuestro matrimonio tendrá preferencia para mí también. Ese es el motivo por el cual sé que tendré que dejar el Shikonmore.

- Pero...

- No hay pero que valga, Miroku. Sé de lo que eres capaz y sé qué es lo que yo puedo hacer. Y la única cosa que no podré hacer, es hacer frente a ti, a un hotel y a seis niños al mismo tiempo.

- ¿Qué?

- Bueno, quizá cinco, ¡pero cuatro de seguro! ¡Tienes tanto que dar a una familia, cariño! -la voz le tembló y oprimió una mejilla contra la suya-. No sólo eres un brillante ingeniero y un hombre de empresa maravilloso, hay en ti una gran calidad humana que te permite tener el valor de reconocer cuando te has equivocado.

- ¡Oye! -protestó con voz baja-. No me hagas parecer mejor de lo que en realidad soy.

- ¿Mejor, o el mejor? -bromeó-. ¡No te conozco lo suficiente para saberlo!

- ¿Quieres más?

- Por supuesto que no.

- Qué lástima -murmuró junto a su boca-. Esperaba que dijeras que sí.

- Es probable que lo haga, si me lo pides.

Con prontitud empezó a besarla, sus labios gentiles, sus manos suaves en la exploración al despertarla a una creciente pasión.

Sus manos hicieron por él, acariciando su cabello, su espalda, deslizando los dedos por su columna vertebral y por sus piernas.

- Sabes a dónde nos llevará esto, ¿no es así? -gruñó él.

- Sí. ¿Eso me convierte en insaciable?

- ¡No! -sus dientes mordisquearon la lengua de Sango-. Te hace maravillosa, adorable.

Su voz se hizo más profunda y separó las piernas de Sango con fuerza, volviendo a penetrarla. Aun cuando ella no esperaba esta súbita excitación, estaba lista para él y en esta ocasión no se sintió inhibida. Después de todo, era Miroku, el hombre al que amaba con todo su ser, el hombre que pronto sería su marido. Con un grito de felicidad le respondió, moviendo su cuerpo al ritmo marcado por él, hasta que los dos volaban por las alturas, olvidándose del tiempo y del lugar, conociendo las necesidades de ambos y dedicados a complacerse mutuamente.

- ¡Te quiero! -exclamó él-. ¡Sango, no puedo contenerme!

- No lo hagas -respondió ella con un murmullo-. Yo también te necesito. Te necesito mucho, Miroku. -Ella gritó extasiada y sus dedos corrieron por la espalda de él, arañándolo al llegar a su propio clímax, sabiendo que su femineidad, que despertaba, sólo habría de darle placer mientras estuviese a su lado.

Miroku se apartó con suavidad, recostándose junto a ella y fue entonces cuando Sango se dio cuenta de que ya no estaban en el sofá, sino en la alfombra, frente a la ventana de la terraza.

- Con toda intención te mantuve en la alfombra -le dijo Miroku sonriendo al ver su reacción-, ya que no quiero que digas a tus padres que te llevé a la cama antes de casarnos -Sango rió de felicidad y Miroku le dio un beso en el cuello-. El cónsul británico es amigo mío -continuó-. Estoy seguro de que podrá acelerar los trámites de licencia. ¿Te parece bien para este fin de semana?

- ¿Tan pronto? Mis padres...

- Haré que los traiga mi avión. No es problema. Pero si prefieres casarte en Inglaterra, tendremos que esperar hasta que ultime trámites con Bonlam, lo cual llevará alrededor de tres semanas.

- ¡Para ese entonces mi espalda se habrá pegado a la alfombra! -bromeó ella-. No lo aceptaré, Miroku; hablaré con mamá y papá e insistiré que hagan el viaje. Estoy segura de que estarán felices. ¡Eres una gran presa para una chica que trabaja!

Miroku gruñó con furia fingida y tiró de ella hasta tenerla encima.

- No, Miroku -protestó-. ¿Qué hay de la champaña que me ofreciste?

- Sabrá mejor después.

Sango sintió que bajo ella su cuerpo volvía a reaccionar llevándola a su propia excitación.

- ¿Después de qué? -preguntó con voz sensual.

- Tienes tres oportunidades para adivinar.

- Sólo necesito una.

- Y yo sólo te necesito a ti -murmuró él-. Sólo a ti.





Fin

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora