Capítulo 3

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En los días siguientes, Sango todavía se sentía un poco deprimida, el contemplar a tantos vacacionistas no hacía nada para levantar su estado de ánimo. Matrimonios felices de estar juntos, grupos despreocupados disfrutando de la camaradería del placer compartido, la hicieron percatarse de lo solitaria que estaba y la escasa recompensa que era su carrera comparada con la soledad. No obstante, era seguro que se podría combinar el matrimonio con un buen empleo. ¿Sería posible encontrar un hombre que fuera feliz teniendo una esposa que tuviese ambiciones para sí misma y para él? Era tonto el pensar que todos los hombres eran como Kuranosuke.

Recordando todo lo que él había dicho, sabía que fue muy inocente al pensar que el amor lo haría cambiar. Pero no tenía caso seguir viviendo en el pasado. Habían terminado y debía concentrarse en el futuro. Si tenía éxito en esos seis meses, habría dado un paso muy importante en la escala de las promociones.

De vez en cuando, Sango vio a Miroku Hoshi cruzando por el vestíbulo. Siempre iba acompañado de varios hombres: solemnes tailandeses, distinguidos europeos o despreocupados norteamericanos. Nunca lo vio sonreír y se preguntaba cómo irían las negociaciones. El señor Bonlam no tomaba una decisión y escuchó rumores de que el contrato no sería concedido hasta obtener mayor financiamiento externo.

Dos semanas después de su llegada, decidió una mañana darse un chapuzón en la piscina del hotel. En la única oportunidad que se dio para hacerlo por la tarde, se vio tan asediada por los huéspedes que aprovecharon la ocasión para expresarle sus quejas, que llegó a sentirse como si estuviese frente a un escritorio, en la Recepción. Pero a las siete de la mañana, la piscina estaba desierta y cruzó el césped, dejando caer su toalla y salida de playa en un sillón cercano.

Al enderezarse, escuchó que algo caía en el agua y se ocultó detrás de unos matorrales. Desde allí vio que un hombre nadaba hacia la orilla, salía del agua y se tendía en el césped. Era un supremo ejemplar de fuerza muscular y buena condición física. Había algo en sus movimientos, que le era familiar, pero sólo hasta que él se volvió se percató de que se trataba de Miroku Hoshi.

Sintiéndose turbada, decidió posponer su sesión de natación. Se le advertía tan relajado que podría considerar su presencia como una intromisión a su privacía... o pensar que con toda deliberación se encontraba allí para reunirse con él. A hurtadillas, se apartó de los matorrales y fue a recoger su toalla y salida de playa.

- Espero no ser yo el que la hace retirarse -una profunda voz masculina hizo que Sango girara con rapidez, dejando caer la toalla al suelo, al ver que Miroku Hoshi la contemplaba.

- No, no es así -le mintió-. Yo... pues... me he dado cuenta de que es más tarde de lo que suponía.

- Siempre es así -fue la respuesta escueta, mientras se sentaba y la recorría con la mirada.

Al instante, Sango fue consciente de su escasa vestimenta y se ruborizó. Una cosa era usar un bikini en la playa, rodeada de muchas vestidas de igual forma, y otra ser el objeto único de contemplación de un par de ojos azul acero. Sin embargo, no le daría la satisfacción de saber que la había turbado y, con toda lentitud, recogió su toalla del suelo y la sostuvo en una mano.

- ¿De vacaciones por aquí? -inquirió él de forma inesperada.

Molesta porque no la había reconocido... después de todo había pasado frente a ella muchas veces, decidió seguirle el juego.

- Mi vida entera es una vacación -respondió-. ¿Y usted?

- Soy uno de los que tiene que trabajar, pero yo no cuento con las mismas ventajas que usted.

- ¿Ventajas?

- De ser una asombrosa morena natural.

- Gracias por el cumplido. Pero, ¿cómo sabe que no es artificial?

- ¡Porque su atuendo no deja mucho a la imaginación! -sus ojos observaron sus manos sin anillos-. ¿Lleva mucho tiempo aquí?

- Siglos -respondió ella con toda deliberación.

- ¿Acompañada de un enamorado?

¡Vaya agallas del tipo! ¿Creía que una mujer atractiva no podría existir sin la compañía de un hombre?

- Por supuesto que no -replicó tajante-. Estoy sola.

- Ya veo.

Las palabras llevaban mucho detrás de ellas, al igual que el arquear una ceja, y Sango deseó poder darle un puntapié donde más le doliera.

- Yo también estoy solo -le sonrió Miroku Hoshi-, de modo que ¿por qué no desayunamos juntos?

- No le gusta dejar crecer el pasto bajo sus pies, ¿no es así?

- No, si veo algo que me interese. Si lo veo, trato de conseguirlo. No es posible dejar que las cosas sucedan por sí solas.

Ya estaba tan cerca de ella que sentía el calor de su cuerpo y su aroma sensual y vibrante que la hizo percatarse de su masculinidad. Dio un paso atrás y, aún cuando era bastante alta, tuvo que echar la cabeza hacia atrás para verlo a la cara.

- Me temo que nunca desayuno, por lo que me veo precisada a rechazar su invitación.

- ¿Para la cena, entonces?

Sango logró reprimir su sorpresa. De lo que había visto, se imaginaba que pasaba todos los momentos libres con Shima Bonlam. ¡Eso le indicaba lo inocente que era todavía! Después de todo, ya llevaba suficiente tiempo en el mundo de la hotelería para saber que el comportamiento de Miroku Hoshi era idéntico al de tantos hombres de negocios que vivían para su trabajo y consideraban a las mujeres como objetos sexuales desechables.

- Tampoco acostumbro a cenar... con hombres a los cuales no conozco -le indicó ella.

- Eso es fácil de remediar. Soy Miroku Hoshi y me conocen en la administración del hotel, la cual puede certificar mi integridad... pues no hago ninguna reservación si no tengo intenciones de hacerla efectiva... siempre pago mis cuentas del bar... y que soy soltero.

- ¿Quiere decir que ninguna mujer ha logrado atraparlo? -inquirió Sango con simulado asombro.

- Ni es probable que suceda -respondió él sonriente-. ¡Me gusta poder tener variedad de elección!

- A mí también. Y usted no es de la variedad que a mí me agrade.

Antes de darle la oportunidad de replicar, giró sobre sus talones y se alejó, riendo en su interior al ver su expresión de asombro.

Pero cuando estaba cambiándose para bajar a la recepción, su diversión se tornó en preocupación. Miroku Hoshi era un huésped y, si lo deseaba, podría hacerle la vida difícil. Sin embargo, estaba segura de que era demasiado orgulloso para hacerlo.

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora