Capítulo 4.2

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En un mejor estado de ánimo, salió del hotel, dirigiéndose hacia Patpong, el centro de la vida nocturna de Bangkok. Le recordaba a Soho, con sus brillantes luces de neón, sus grandes multitudes y su tránsito. Después de deambular sin rumbo fijo, se detuvo en una esquina para cruzar la calle; pero no se producía ninguna interrupción en el constante flujo de autos y decidió seguir por el mismo lado de la calle, hasta un semáforo. Al darse vuelta, tropezó con una mujer que venía en dirección contraria.

- ¡Disculpe! -tendió una mano para ayudarla a conservar el equilibrio y vio que se trataba de la morena con la que se había topado dos veces. ¡No era su día de suerte!

Ella lo reconoció al mismo tiempo y se apartó de él como si fuese una serpiente. Fue un gesto que lastimó su orgullo e hizo que ejerciera mayor presión en la mano, para hacerla permanecer a su lado.

- ¿Sucede algo?

- No. Sólo estoy buscando un taxi, pero todos están ocupados.

- ¿Va de regreso al hotel?

- Sí -respondió ella, luego de titubear un instante-. Sí, pensaba ir a un restaurante, pero ninguno de los de aquí me agrada mucho.

- No me sorprende, ¡se encuentra usted en la zona roja!

- ¡Oh! -se ruborizó de pies a cabeza y se quedó viéndolo con una expresión tan extraña, que no pudo reprimir la risa.

- ¡No, no es ésta la forma en que busco compañía! Caminaba por aquí, al igual que usted, buscando un taxi y sugiero que usted espere conmigo.

- No, gracias.

Ella se dio vuelta para alejarse, pero, irritado, él volvió a llamarla.

- Es usted una mujer muy valiente para andar por las calles de Bangkok sola; en especial en este distrito.

- ¡Estoy más segura aquí, que si estuviera con usted!

- Lo dudo. ¿Todavía está disgustada conmigo señorita?... Me temo que no sé su nombre.

- Sango Taijiya. Y no estoy disgustada con usted, señor Hoshi. Tiene el derecho a formarse su propia opinión y...

- No sentía en verdad muchas de las cosas que dije -la interrumpió-. La mitad del tiempo estaba tratando de provocarla y mordió el anzuelo con tanto gusto, que ello me hizo comportarme peor.

- Dijo en serio muchas de las cosas de las que hablamos.

- Que es muy hermosa, sí; y que me atrae mucho. Pero sé aceptar una negativa y no trato de llevar a la cama a todas las mujeres que conozco.

Sango se alejó con un encogimiento de hombros, y él se quedó observándola, molesto porque se negaba a compartir un taxi con él. Sin saber el motivo, la siguió, manteniendo una distancia prudente para que no se diera cuenta de ello. En un cruce ella se detuvo sin saber a dónde dirigirse.

- Disculpen -la escuchó dirigirse a una pareja de transeúntes, antes de que el rugir del tránsito ahogara el resto de sus palabras.

Pero no pudieron ayudarla, dedujo, al ver que los paseantes movían la cabeza, demostrando que ellos tampoco estaban familiarizados con el barrio. Él apresuró el paso para alcanzarla, llegando junto a ella en el momento en que fracasaba en su intento de detener un taxi.

- ¿Está segura de que no quiere que la acompañe hasta el hotel? -preguntó, eliminando cualquier tono de burla de su voz.

- Sí... no... estoy bien -Sango se alistaba a seguir su marcha, cuando observó que dos jóvenes la miraban desde el quicio de una puerta. Uno de ellos se encaminó en dirección a ella y sintió que el pánico la invadía-. Creo que sí aceptaré su invitación.

- ¿Quiere decir "más vale malo conocido, que bueno por conocer"?

- Algo por el estilo -replicó a secas.

Su deseo de divertirse crecía. Todavía tenía las zarpas afuera y disfrutaría cortándoselas.

- ¿Está segura de que no quiere cenar conmigo? -murmuró-. Después de todo, soy un huésped del hotel y sólo por el interés del negocio...

- Eso es chantaje, señor Hoshi.

- Tiene razón, señorita Taijiya, y me retracto. No se sienta obligada a aceptar mi invitación. Solamente espero que lo haga.

- ¿Por qué? -inquirió con la mirada fija en la suya-. He sido muy grosera con usted.

- Y yo también lo fui. Es por eso que esperaba que hubiera una tregua entre nosotros -planteado de esa forma, estaba seguro de que ella no podría negarse sin empeorar las cosas.

- Está bien, señor Hoshi -señaló tajante-. Cenaré con usted.

- Maravilloso -había vencido y se sentía complacido de ello. ¡Cenar con una chica hermosa... aún cuando no la conociera, era mejor que cenar solo!

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora