Pensativa, repasó todo lo que Miroku le había dicho. Sabía que ella no era culpable, así que debía ser alguien más y ese conocimiento planteaba infinidad de preguntas.
No queriendo estar sola, salió de su oficina sólo para toparse con Kuranosuke que hacia allá se dirigía.
- Venía a buscarte -le dijo-. Pensé que podrías acompañarme a celebrar -observó su expresión-. Parece que hubieras perdido un tesoro.
- Así me siento. Acabo de tener un enfrentamiento terrible con Miroku.
- Estoy seguro de que se encuentra de un humor atroz -sonrió Kuranosuke-. Creía tener seguro el contrato. Pero no tiene por qué desquitarse contigo.
- Es algo más que su estado de ánimo. Me acusó de robar su fórmula y entregártela a ti.
- ¿Qué? -la sonrisa se borró de labios de Kuranosuke-. ¡El tipo está loco!
- Loco o no, cree que fui a su habitación y que me metí con sus papeles.
- Bueno... -Kuranosuke había perdido el habla-. Debo decir que es un enfoque novedoso. Acusar a tu rival de maniobras sucias en vez de admitir que perdiste porque tu cotización era más alta.
- No, Kuranosuke. Hay algo más que eso. Dice que sólo pudiste recortar tus costos porque anunciaste que tenías un nuevo concreto.
- Y así es. Las empresas constructoras siempre están en busca de métodos para fortalecer los materiales de construcción. Nuestra fórmula puede ser parecida a la suya, pero hasta allí. En cuanto al acusarte... ¿quieres que vaya a golpearlo?
- Eso es lo último que deseo.
- Al menos, permíteme hablar con él.
- Preferiría que no lo hicieras -el que dos huéspedes del Shikonmore llegaran a los puños a causa de ella... que era lo que sucedería, no haría más que demeritar su reputación en la organización-. Más vale olvidarlo todo, Kuranosuke. Como dices, está muy dolido y la emprenderá contra el que se ponga enfrente. Yo... trataré de olvidar el incidente.
- Insisto en que debes permitirme ir a hablar con él -Kuranosuke se contuvo al ver su expresión-. Muy bien, que sea como tú quieres, pero vamos a tomar un trago. Te lo mereces.
Sumisa, lo siguió hasta el bar y después de un coctel de champaña, se sintió mejor para hacer frente a las tumultuosas acusaciones que Miroku había lanzado en su contra. No podía comprender por qué quería hacer de ella una víctima expiatoria en vez de hacer lo racional y denunciar el robo a la gerencia. ¡A menos que gozase en creer lo peor de ella!
Con vaguedad escuchó a Kuranosuke hablar de su futuro. Regresaría a Japón durante un tiempo, pero luego volvería a Tailandia.
- Espero todavía encontrarte aquí -le indicó.
- Tengo contrato por seis meses, pero puedo regresar a casa antes -su voz se fue perdiendo y volvió la cabeza hacia otra parte.
- ¡Vamos! -le dijo tomándola del mentón con suavidad-. No permitas que lo que Miroku te dijo te afecte.
- No puedo evitarlo. A nadie le agrada ser acusado de deshonestidad.
- Si de eso se trata, yo podría acusarlo de robar nuestra fórmula. Como te indiqué, son en extremo parecidas.
- ¿Entonces por qué me preguntaste si yo sabía algo de la suya?
- ¿Lo hice? -preguntó sorprendido.
- Sí. ¿No lo recuerdas?
- No puedo decirlo. Supongo que me malinterpretaste... o que no me expresé bien. Lo que quise decirte fue que habíamos desarrollado una nueva mezcla y quería saber en qué se parecía a la de Miroku.
Aunque no estaba satisfecha con la respuesta de Kuranosuke, Sango no insistió en el tema.
- Quizá los dos han estado espiándose mutuamente -comentó con amargura-. La mayoría de las empresas lo hace cuando la oportunidad se presenta.
- Serías una espía muy hermosa, querida.
- Me gusta mi empleo actual; lo cual me recuerda que todavía estoy de servicio. Gracias por el trago, Kuranosuke.
- ¿Te veré más tarde?
Asintió con la cabeza, no queriendo comprometerse, y regresó a la recepción, donde se mantuvo ocupada el resto de la tarde.
Después de una ducha refrescante, abordó un taxi que la llevó al pueblo. Fue un día traumático para ella y la relajó al deambular por las tiendas pequeñas, observando a las sonrientes nativas, que ya la reconocían y ponían en práctica su balbuceante inglés... y ella les respondía con su escaso tailandés. Inevitablemente llegó frente a la tienda de Kaede. La modista estaba en el escaparate y al ver a Sango, la saludó.
- ¿Vino a probarse el vestido? -preguntó.
- ¿Ya está lista la prueba? -no estaba de humor para ella, pero no quiso ser descortés.
Kaede asintió y Sango la siguió hasta un probador, donde se puso el vestido de seda a medio terminar. Miroku tuvo razón al decirle que la tela le iba bien. Sin embargo, dudaba de que llegara a ponerse el vestido, ya que sólo le serviría para recordarle a un hombre que deseaba olvidar.
Ya se iba a marchar, cuando vio un brocado blanco en el mostrador.
- Fue tejido en especial para la señorita Bonlam -le indicó Kaede.
- Es muy hermoso -Sango trazó con una mano los delicados bordados de oro-. Lo llevaba puesto la noche que cenamos juntas.
- Ah, sí, olvidaba que usted la conoce. ¿La verá esta noche?
- No estoy segura, ¿por qué?
- De ser así, ¿podría darle esto? -Kaede metió la mano atrás del mostrador y sacó una llave-. Una de las sirvientas de la señorita Bonlam trajo el vestido esta mañana para que le arregláramos un bolsillo y encontramos esto en la bastilla.
Incrédula, Sango contempló una pesada llave de bronce. ¡Era una réplica de la llave maestra de los cuatro pisos superiores del hotel!
Con manos temblorosas, abrió su bolso para ver si la suya estaba entre las demás y recordó que las había dejado en su oficina.
- ¿Dice que la encontró en la bastilla del vestido de la señorita Bonlam? -preguntó para cerciorarse de haberla escuchado bien.
- Así es. Eri... la costurera que la encontró, me llamó para entregármela. Había un pequeño agujero en el bolsillo del vestido y la llave debe haber resbalado entre el forro y la tela, depositándose en la bastilla. De otro modo, la llave habría caído al suelo.
- ¿Sabe la señorita Bonlam que encontró la llave?
- No. La llamé esta mañana, pero no la encontré en su casa.
Sango tomó la llave y volvió a examinarla. No podía ser la del Shikonmore. Estaba dejando volar su imaginación. Sin embargo, sentía mucha urgencia de compararla con la suya.
- La llevaré conmigo y me aseguraré de que la señorita Bonlam la reciba. Si llega a llamarle, dígale que yo la tengo.
Todavía intrigada, Sango salió de la tienda. Ya no sentía ningún deseo de seguir paseando por el pueblo y al ver pasar un taxi, lo detuvo.
Si la llave era idéntica a la suya, abriría toda una brecha de sospechas, brecha que llevaría a la caída de varias personas importantes. Era algo emocionante y a la vez atemorizante.
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Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)
FanfictionQuería una aventura con Sango para pasar el tiempo mientras esperaba en Bangkok que el gobierno tailandés le otorgara un contrato de construcción; y para él sólo sería eso... una aventura breve sin compromiso. Sango no podía aceptar tan egoísta acti...