Capítulo 12.2

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La sostenía con menos presión, pero cuando ella trató de salirse de sus brazos, la tensión de ellos se incrementó. Rindiéndose ante lo inevitable y ansiosa de que el ritmo sensual de la música no la hiciera más consciente de la cercanía del cuerpo de Miroku, de lo que ya era, se obligó a hablar.

- Me sorprendió oírte hablar sobre el nuevo tipo de concreto que has desarrollado. Pensé que mantendrías en secreto un asunto como ese.

- No a estas alturas. Todos nuestros rivales saben que lo tenemos. ¡Lo que no saben es cómo hacerlo!

- ¿Cuánto tiempo puedes mantener la fórmula en secreto?

- No habrá necesidad de ello. Tenemos pensado patentar nuestro descubrimiento y concederemos licencias a todo aquel que quiera utilizarlo. Pero, en este momento, el secreto es nuestro y para este contrato en particular, cortará nuestros costos en... bueno, sólo digamos que será en forma muy substancial.

- Lo cual te hace seguro de conseguirlo.

- Así es.

- Entonces, ¿por qué?

- Shhhh. Deja de hablar de negocios y concéntrate en mí.

- Creí que no te agradan las mujeres ambiciosas e inteligentes.

- Las adoro... durante tiempo limitado.

- Yo no tengo un carácter temporal, Miroku.

- ¡Qué lástima! Podríamos divertirnos mucho.

- Así lo indicaste en Bangkok. Y, por si no lo recuerdas, mi respuesta fue negativa y sigue siéndolo.

- Qué lástima -repitió.

Su aliento era cálido en la oreja de Sango y ella no logró reprimir un estremecimiento de deseo.

- Me deseas -murmuró a su oído con tono sensual-. No trates de negarlo.

- No lo hago; pero sólo es una respuesta sensual, nada más.

- No quiero nada más. El sexo es suficiente.

- Yo lo prefiero con amor -replicó ella con terquedad.

- Eso sólo demuestra lo joven que eres -le indicó con tono burlón.

La música cesó y él hizo una pausa, esperando a que volviera a empezar. La pista estaba atestada haciendo imposible que Sango pudiese escapar. Sango vio a Kuranosuke en la parte exterior de la pista. Parecía escuchar atento a algo que Shima le decía... algo importante si su expresión era un buen indicativo, y de nuevo volvió a preguntarse si no se conocerían mejor que lo que ambos admitían.

La música empezó otra vez, un ritmo lento y lánguido que le encendió la sangre; al parecer lo mismo ocurría con Miroku, ya que puso la mano en la parte inferior de su espalda y la acercó a él con fuerza. Sango no pudo reprimir un estremecimiento de placer.

- Me deseas -repitió él con voz cargada de emoción-. Eres una mujer muy incitante, Sango. ¿O es que Kuranosuke no te satisface?

La furia la invadió, apagando su pasión al instante y, sin importarle quién los rodeaba, se arrancó de sus brazos y regresó a la mesa. Miroku la siguió de inmediato, sosteniéndole la silla en una actitud tan gentil que era imposible adivinar lo insultante que había sido con ella unos momentos antes. Con manos temblorosas tomó su bolso para sacar un pañuelo y se sorprendió al ver que estaba abierto. Lo cerró y con toda deliberación se dedicó a observar a quienes bailaban.

- No necesitas sentirte tan triste -comentó él con tono hiriente-. A Shima le encanta coquetear, pero no significa nada para ella.

Sorprendida, Sango volvió la vista hacia él y al ver sus ojos burlones que iban de ella a la pista de baile, comprendió que él consideraba que su actitud era motivada porque Kuranosuke y Shima bailaban tan juntos.

- Me importa un bledo lo que Kuranosuke haga. No significa nada para mí.

- ¿Por ello fue que recibiste a Kuranosuke en tu habitación hace un rato?

- ¡Estuvo allí durante cinco minutos! -explotó, olvidándose de que se había prometido no defenderse-. Fue a llevarme unas flores... por ningún otro motivo. ¡Así que pon tus sucios pensamientos en el bote de basura!

- ¿Y cuál fue el motivo de las flores? -le exigió él-. ¿Por servicios prestados?

- ¡Eres un cerdo asqueroso! -la furia la invadía como una marejada-. ¡Sólo para satisfacer su morbosa curiosidad, señor Hoshi, me las llevó para disculparse por lo de esta tarde.

- Yo pensaría que eres tú quien estaba en deuda con él, por olvidarte que tenían una cita.

- Yo no olvidé nada.

Ya habiendo hablado mucho, decidió poner todo el asunto en claro.

- Kuranosuke actuó de esa forma porque creía que yo quería hacerte... -¡cielo santo! no se atrevía a pronunciar la palabra "celos", ya que Miroku se daría cuenta de cuáles eran sus sentimientos por él...-, ya que pensaba que estabas asediándome y quería protegerme de ti.

Se produjo un tenso silencio y, antes de que Miroku pudiera replicar, Kuranosuke y Shima volvieron a reunirse con ellos. Sintiéndose incapaz de seguir fingiendo buenos modales, Sango miró su reloj y se puso de pie.

- Tendrán que disculparme. Hay un grupo que llegará a la medianoche y tengo que recibirlo.

- En verdad que tienes horarios muy extraños -protestó Kuranosuke.

- Es parte de mi trabajo y éste me encanta. No, no te molestes en acompañarme -le indicó al verlo levantarse.

Sin darle tiempo a decir nada, se alejó, con la cabeza en alto y moviendo el cuerpo de forma seductora bajo la suave seda de su vestido. Sólo cuando estuvo fuera de su vista su paso se alteró y momentáneamente dejó fluir las emociones despertadas por los comentarios de Miroku. Él se creía buen juez del carácter de las personas y, no obstante ello, estaba muy equivocado en el juicio que tenía formado de ella. ¿A menos que con toda deliberación estuviese negándose a verla tal cual era por si llegara a enamorarse de ella? Era una idea sorprendente y la rechazó al instante. Todo lo que él deseaba era sexo y una satisfacción pasajera.

Apartándolo de su mente, subió a su habitación para cambiarse de ropa y volvió a bajar para recibir al grupo. Pasó más de una hora antes de que todos estuviesen instalados y la última pareja a la que acompañó a su suite, la invitó a tomar una taza de café con ellos.

Eran casi las dos de la mañana cuando al fin los dejó. El corredor estaba desierto cuando se dirigió al ascensor. Era la segunda ocasión en unos cuantos días que se encontraba en el piso de la habitación de Miroku y apresuró el paso. Llegó frente al ascensor y oprimió el botón de llamado; viendo que tendría que esperar un momento, se encaminó hacia una mesa para retirar algunos botones de flores ajados. Al hacerlo, vio el vestido blanco de Shima, que salía de la habitación de Miroku.

Semioculta por el follaje, Sango estaba segura de que la joven no la había visto y se contuvo, preguntándose cómo debería reaccionar cuando Shima llegara a su lado. Pero, para su sorpresa, la chica se encaminó en dirección opuesta y bajó por la escalera de servicio. ¡Excelente discreción! Era evidente que prefería bajar los diez pisos a pie, a ser vista entrando en el ascensor en alguno de los pisos. No obstante, la observación de Sango se vio opacada porque Miroku la menospreciaba al pensar que sostenía una relación amorosa con Kuranosuke, cuando él mismo sostenía una con Shima. ¿O era de los que creían que no todo lo que es bueno para uno es bueno para todos?

De regreso en su habitación, se desvistió y se metió en la cama. Para su fortuna había visto a Shima, ya que ello ponía fin a los sueños que llegó a atesorar en su corazón, a pesar de que su mente le decía que era en extremo difícil que se materializaran. Shima y Miroku. De no ser ella, sería otra. Un hombre como Miroku nunca tendría dificultades en encontrar compañía para la cama; y dado que eso era lo único que buscaba...

- ¡Te odio, Miroku Hoshi! -gritó, cubriéndose la boca con la almohada, y conforme fluyeron las lágrimas, no tuvo más remedio que admitir que sus palabras no eran sinceras.




*Ok, el vestido no es igual porque era negro (y este es rosa como el que encargó) y no creo que hayan bailado un tango, pero la sensualidad que sentían puede transmitirse.
*Créditos a Len Barboza 😍. Síganla en sus redes: Fb, Ig y Tw
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Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora