Capítulo 9

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En el momento en que Miroku abordó el avión que lo llevaría de regreso a Bangkok, sintió que una emoción crecía en él y que nada tenía que ver con el proyecto de la carretera. Por supuesto que sabía cuál era la causa: el saber que en unas horas volvería a ver a Sango. Tenía en la mente una imagen clara de ella y se daba cuenta de que dominaba su subconsciente aun cuando trataba de olvidarla. ¡Era evidente que no era tan capaz de mandar en sus sentimientos tanto como él creía!

Sabía que sólo había una forma de eliminar su obsesión por ella y consistía en meterla en su cama. Era extraño que no hubiera hecho un mayor esfuerzo para lograr su objetivo, aquella noche en Bangkok. No acostumbraba a darse por vencido con tanta facilidad, pero su aparente inocencia lo inhibió, si bien ahora no estaba seguro de si ella actuó con sinceridad o sólo se burló de él. Era frecuente que las chicas tratasen de hacer una escena y le era difícil aceptar que alguien, tan hermosa y liberada como ella aparentaba ser, fuese tan inmaculada como le indicó.

Bueno, sólo había una forma de averiguarlo. La haría pasar la prueba. La idea lo excitaba; su deseo de poseerla se intensificaba con el tiempo, y ese fenómeno desacostumbrado lo alteraba sobremanera.

Trató de fingir que creía que era porque ella jugaba a hacerse la difícil de conseguir, pero era demasiado sincero para creerlo. Por extraño que fuera, aparte del deseo físico que sentía, también deseaba estar cerca de ella. Sango nunca lo aburría. Podía hablarle de cientos de temas diferentes y sus comentarios sobre su trabajo eran muy perceptivos. Shima Bonlam no era ninguna tonta, pero había algo en ella... a pesar de sus buenos modales y palabras gentiles, que lo mantenía en estado de alerta.

Al despegar el avión, meditó sobre los cambios efectuados en él y lo introspectivo que se había vuelto. Siempre sintió curiosidad sobre las personas y los acontecimientos; y, en el pasado, ya estaría charlando con la azafata, tratando de hacer una cita con ella. No obstante, lo único que deseaba en ese momento era hundir el rostro en unos cabellos del color del chocolate. ¡Vaya cambio!

Aceptando una copa de champaña, trató de concentrarse en el Financial Times, pero su mente seguía divagando y finalmente se dedicó a contemplar por la ventanilla hacia afuera, sin en realidad ver nada. Estaba seguro de que Inuyasha se sorprendería de su regreso, ya que su asistente le había asegurado que no había necesidad de que volviese tan pronto.

- Bonlam todavía está entrevistándose con otras empresas -le había indicado por teléfono-; más vale que esperes hasta que sepamos que la decisión es inminente.

Pero Miroku estaba demasiado impaciente para permanecer en Londres una vez que aseguró el contrato en Gales, por lo que hizo los arreglos para su viaje. Si algo ocurría, siempre podría volver. En ese momento su principal preocupación era Sango y la necesidad que sentía de abrazarla, de hacerla responder a él.

En unas cuantas horas más sabría si había puesto sus esperanzas en una meta demasiado alta. ¡Después de todo, ella podría ser un desastre completo desde el punto de vista sexual! Casi deseaba que así fuese, ya que sería la forma más fácil de olvidarse de ella. Con un suspiro, terminó su bebida, rechazó una segunda y reclinó su asiento, para dormir, pidiendo a la azafata que no lo despertara.

Se sentía en condiciones óptimas cuando Inuyasha lo recibió en el aeropuerto y lo puso al tanto de los acontecimientos.

- Constructora Barchard, de Houston, se ha presentado y Kuranosuke Takeda viene representando a una organización japonesa. Él será nuestro competidor más fuerte. Todos se fueron a Pattaya ayer; allí es donde Bonlam está llevando a cabo las negociaciones, así que nosotros también tendremos que trasladarnos allí.

Miroku se sintió desolado. No podía manifestárselo a Inuyasha, ya que no quería revelarle cuáles eran sus sentimientos. El contrato era lo primero. Una vez que lo obtuviera... o lo perdiera, tendría tiempo para cortejar a la chica que lo había hecho regresar.

- Más vale que hagas reservaciones, entonces.

- Ya están hechas.

- Perfecto -Miroku titubeó y perdió la batalla consigo mismo-. Me reuniré contigo mañana. Mientras, puedes hacerte cargo del caso.

El Shikonmore estaba a la vista y el corazón de Miroku empezó a latir con fuerza. Se preguntaba cuál sería la reacción de Sango al verlo. ¿Placer o indiferencia? Después de todo, hacía cinco semanas que se marchó. No obstante, de algo estaba seguro; nunca fingiría.

Saltó del auto cuando se detuvo y se apresuró a entrar en el vestíbulo, dejando que Inuyasha se hiciese cargo del equipaje. Yendo a la recepción, preguntó por Sango.

- La señorita Taijiya ya no está con nosotros -le informaron.

- ¿Qué? -Miroku estaba anonadado. ¿Sería posible que hubiera recorrido medio mundo para encontrar que había regresado a Inglaterra? ¿O sería que el hombre que la había hecho temerosa de cualquier relación... había admitido un reciente desengaño, de pronto regresó por ella?

- ¿Cuándo dejó la empresa? -preguntó.

- No nos dejó, señor. Fue transferida al hotel de Pattaya.

El alivio, raudo como un torrente, invadió a Miroku. Parecía que el destino estaba a su favor, después de todo. Acercándose a Inuyasha, le informó que había cambiado de opinión y que irían a Pattaya de inmediato.

Ya acostumbrado a los súbitos cambios de decisión de su jefe, Inuyasha pidió que el equipaje fuese regresado al auto y, en unos minutos, se dirigían hacia la costa.

En la primera parte del recorrido, Miroku escuchó los detalles relacionados a las negociaciones; a mitad del camino, fingió fatiga y cerró los ojos, para aprovechar la oportunidad para analizar sus reacciones cuando pensó que Sango ya no era libre.

En unos segundos pasó del desencanto a una gran excitación, para luego caer en la desesperación. Desencanto de que ya no volvería a verla, excitación de saberse libre de tener que parecer un tonto frente a una chica ¡y desesperación porque quería verse como un tonto! ¡Dios santo! ¿Qué le había hecho Sango? El deseo que por ella sentía se convirtió en un "no puedo vivir sin ella", si bien no se percató de ello hasta escuchar al empleado decirle que se había marchado. Meditando en esto, no tuvo más remedio que admitirlo. ¡Estaba enamorado!

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora