- ¡Miroku! -gritó por encima del ruido-. ¡Miroku! -Miroku se volvió con expresión furiosa, pero ya nada podía detenerla; corriendo, se acercó a él y se colgó de su brazo-. ¡Gracias al cielo que te encuentro! -exclamó-. Tengo que explicarte lo de la llave y dónde la encontré. Yo nunca toqué tus documentos. Lo juro. Fue Shima.
- ¡No me vengas con eso! -furioso trataba de soltarse de ella-. Sólo me faltaba oírte tratar de culpar a alguien más. No pienses...
- ¡Tú eres quien no piensa! -le espetó Sango-. ¡Te digo que fue Shima!
- Yo no...
- Escúchame, ¿quieres? -Sango casi le gritaba, sin importarle lo que pensaran los demás. Luego, sin darle oportunidad de que la interrumpiera, contó la historia de la llave-. Si crees que te engaño, llama a Kaede y pregúntaselo. Shima es una de sus mejores clientes y no inventaría una historia así para ayudarme. ¡Pregúntale si quieres!
- No necesito hacerlo. Shima no pudo ver mis papeles. Siempre los tuve en la caja fuerte y nunca salí de mi habitación sin guardarlos.
- Pero anoche la vi...
- No los saqué de la caja fuerte sino hasta después de dejarla en su casa -la interrumpió Miroku.
Sango estaba asombrada de que aún en momentos como ese siguiera pretendiendo que él y Shima no eran amantes.
- ¡Entonces debes ser el auténtico Hombre Invisible!
- ¿Qué quieres decir con eso?
- ¡Que no te vi con ella cuando salió de tu habitación a las dos de la mañana de hoy!
- ¿Dos de la mañana de hoy? -repitió él.
- No te hagas el inocente, Miroku. Me importa un bledo lo que hagas en tu vida privada... o la pública... ¡siempre y cuando no me tildes de ladrona! Vi a Shima salir de tu suite a las dos de la mañana. No tomó el ascensor, sino que bajó por la escalera.
- Shima no subió a mi suite anoche -le espetó Miroku-. La llevé a su casa y regresé de inmediato al hotel. Luego, me fui a dormir.
- Si eso es cierto, quizá valdría la pena que averiguaras qué hacía tu amiguita en tu suite mientras tú estabas en el país de los sueños -replicó Sango-. ¡Eres bastante inteligente! Deberías...
El resto de sus palabras fue ahogado por una voz en el sistema de sonido que ordenaba a los pasajeros que abordaran la nave.
- Antes de que te marches, tengo que hacerte una pregunta -le dijo Miroku de pronto-. ¿Qué diablos hacías tú rondando en mi piso a las dos de la mañana?
- Tengo derecho a ello -replicó-. Tuve que acompañar a sus habitaciones a algunas personas que llegaron tarde.
Sintiéndose mal por su tono acusador, y sin esperar respuesta, giró sobre sus talones y salió corriendo. Había hecho todo lo que estaba a su alcance para limpiar su nombre y si no la creía, ya no tenía remedio.
Durante el viaje de regreso a Pattaya, Sango no pudo dejar de pensar en el comportamiento de Shima. De estar en el lugar de ella, nunca querría verse implicada en el robo de documentos y seguramente intentaba regresar la llave maestra al bolso de Sango. Pero ¿cómo? Kuranosuke parecía el conducto más indicado. Con seguridad, Shima pensaba entregarle la llave a él y dejar que se ocupara de devolvérsela más tarde.
¿Qué habría pensado Shima cuando descubrió que había perdido la llave... sin percatarse de que estaba en la bastilla de su vestido? Era obvio que decidió guardar silencio. Después de todo, una llave perdida no podría delatarla y así habría sido de no ser porque Kaede la encontró.
A través del parabrisas, Sango vio la luz parpadeante de un avión que empezaba a ascender.
- El avión a Londres -dijo Kohaku-. Quisiera estar a bordo.
- Yo también -comentó ella y volvió a pensar en Miroku.
Si creía en su historia, necesitaría una declaración de Kaede para corroborarla. Si la mujer se negaba a hacerla... lo cual era posible ya que Shima no sólo era miembro de una familia importante, sino una de sus mejores clientes... entonces la historia de Sango nunca sería confirmada y Miroku no lograría que el señor Bonlam reconsiderara su decisión sobre el contrato. Por otra parte, Miroku podría decidir dejar las cosas como estaban.
- ¿Sigue molesta, señorita Taijiya? -preguntó Kohaku.
- No. ¿Qué te hace pensar que lo estoy?
- Suspira constantemente.
- Estoy cansada. Tuve un día muy pesado.
- Pero logró entrevistarse con el señor Hoshi. ¿Salió bien todo?
- Hice lo que debía -respondió con lentitud-. Pero no sé si las cosas salieron bien.
- No me gusta verla triste -murmuró Kohaku-. Una mujer hermosa debe estar siempre sonriente.
- Fíjate en mí mañana y verás -repuso con fingida alegría; luego se reclinó en el asiento y cerró los ojos, pretendiendo dormir.
Pero su mente trabajaba acelerada, tan rápida como el jet que llevaba a Miroku al otro lado del mundo. Sin embargo, ¿qué importaba lo lejos que estuviera de ella si ya estaban en mundos aparte?
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Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)
Fiksi PenggemarQuería una aventura con Sango para pasar el tiempo mientras esperaba en Bangkok que el gobierno tailandés le otorgara un contrato de construcción; y para él sólo sería eso... una aventura breve sin compromiso. Sango no podía aceptar tan egoísta acti...