Era un ingeniero consultor en una empresa constructora internacional y había pasado la mayor parte de su vida profesional viajando, antes de ser asignado a Londres de forma permanente.
De regreso a Inglaterra, su amistad floreció y en alguna ocasión manifestó que le gustaría sentar cabeza; pero Sango siempre dudó de su sinceridad. Sabía que sentía afecto por ella, la amaba a su manera, pero se trataba de una relación muy débil. Era frecuente que no se comunicara con ella durante semanas enteras, pretextando estar trabajando; luego venía una secuencia de invitaciones, para después volver a desaparecer.
Para su fortuna, Kuranosuke no estaba consciente de cuáles eran sus sentimientos hacia él; incluso logró mantenerlos ocultos cuando le notificó que su empresa lo enviaba a Japón, para dos años.
- Gracias a ti la he pasado de maravilla en Londres -le agradeció él mientras bailaban en el Annabel, en Mayfair-. Me pondré en contacto contigo tan pronto como me instale.
Sango sabía que no sería así y no ayudó en nada a aliviar sus sentimientos heridos el que no le enviara ni siquiera una tarjeta postal. Aún cuando trató de olvidarlo, el proceso demostró ser largo y doloroso para ella.
Tres semanas después de su entrevista con el señor Totosai, Sango abordaba un 747 para Bangkok. El viaje de catorce horas incluía una escala en Abu Dhabi en el Golfo Arábigo. Hasta esa fecha, todos sus viajes fueron realizados en paquetes económicos; en esta ocasión, Shikonmore adquirió pasajes de primera clase para ella y disfrutaba de su lujo.
Poco después de despegar, una azafata tailandesa sirvió bebidas y canapés de caviar y salmón ahumado. Diminuta y esbelta, emanaba un aire gentil mientras se movía por los pasillos de la cabina. "Me sentiría como una vaca junto a ella", se dijo Sango lamentándose en ese momento de su elevada estatura y proporciones a la Scarlett Johansson.
Tomando su libro de frases tailandesas, se dispuso a estudiarlo, mordisqueando el salmón ahumado y dando sorbos a una copa de champaña. ¡Vaya manera sibarita de adquirir conocimientos! Encontraba el idioma muy difícil de aprender, pero seguía luchando para hacerlo.
Fortificándose con otra copa de champaña, continuó sus estudios media hora más, antes de dedicar su atención a un libro de orientación turística y una cápsula histórica del país. Obtuvo su independencia en 1939, e intrigada, descubrió que cambió su nombre, de Siam... recuerdos de "Anna y el Rey de Siam"... a "Tai" landia, que significa "tierra de libertad".
Sango se alegraba de que el asiento próximo al suyo no estuviese ocupado, ya que no estaba de humor para charlas intrascendentes con algún ejecutivo en viaje de negocios. Ya bastante había tenido que soportarlos allá en Londres. Esa era una de las cosas agradables de Kuranosuke. Nunca fue demasiado insistente con ella, ni trató de meterse en la cama con ella de inmediato, aceptando lacónicamente su rechazo de una aventura. Quizá si ella se hubiera entregado a sus brazos... pero no. Una relación sexual no lo habría mantenido a su lado. Amaba su libertad demasiado. Y ella amaba su profesión. Para ella era más importante que el matrimonio.
Era mediodía del día siguiente cuando aterrizaron en el aeropuerto Don Muang. El edificio de inmigración era como los de su tipo en cualquier parte del mundo: grande, moderno y con aire acondicionado; su frescura, muy agradable después de caminar bajo el ardiente sol. Un atento funcionario revisó con eficiencia pasaporte y visa y más tarde, Sango se encontraba en la sala de equipajes.
Allí la esperaba un jovencito, ataviado con el clásico pantalón café oscuro y la camisa beige del Grupo Shikonmore, quien se hizo cargo de su equipaje de inmediato. La sonrisa que brindó al funcionario era por demás conspiratoria y Sango adivinó que no fue cuestión de suerte que su equipaje pasara sin ser revisado. Ya le habían dicho en la Oficina Principal que el sistema de "favores" era de aplicación común en toda el Asia.
"El caso clásico de tú me rascas la espalda y yo rasco la tuya", le indicó uno de sus colegas. "Funciona de maravilla si tienes una espalda qué rascar, pero el cielo te ayude si no es así".
El chico apiló sus pertenencias en una furgoneta y Sango la abordó a su lado mientras él se sentaba frente al volante.
La carretera era amplia y recta, como cualquier autopista británica, pero allí cesaba toda comparación, y contempló fascinada las casas de madera sobre pilotes y rodeadas de palmeras. Luego vinieron kilómetro tras kilómetro de arrozales, con búfalos de agua caminando penosamente entre el lodo, arrastrando arados.
- Mi padre cultivar arroz -la informó el joven-, pero a mí no gusta trabajar tierra.
- Mi padre también es granjero -sonrió Sango-, pero yo tampoco quise seguir sus pasos.
- ¡No gustarnos ser astillas del viejo tronco!
- Por supuesto que no -respondió riendo-. Pero dime, ¿cuál es tu nombre?
- Ser muy largo en tailandés, recortarlo a Shippo -viró bruscamente para salir de la autopista y la furgoneta saltó por una brecha en mal estado, a un costado de un canal flanqueado de barracas.
Sango ya había leído sobre estos canales o khlongs, como se les llama en la localidad, que forman una red de vías acuáticas que enlazan la ciudad, por lo cual se llama a Bangkok la "Venecia del Oriente".
Salieron de la calle lateral para introducirse en una activa avenida principal. Edificios de concreto y cristal formaban un agudo contraste con la belleza eterna de los templos budistas; monjes vestidos con túnicas color azafrán caminaban codo con codo junto a jovenzuelos con pantalones de mezclilla, y autos de fabricación norteamericana pasaban raudos junto a los samlors... taxis de tres ruedas, impulsados por motores de motocicleta. A pesar del denso tránsito, había pocos semáforos y Sango consideró que sería suicida el tratar de cruzar la calle a pie.
- Esa ser casa de Jim Thompson -indicó Shippo señalando a su izquierda, al dar vuelta para entrar en la avenida Rama-. Ser arquitecto norteamericano y agente secreto en Segunda Guerra Mundial. Establecerse aquí y hacer sedas tailandesas famosas. Luego ir vacaciones a Malasia y jamás volver. Asesinado quizá.
Llegaron al río Chao Phraya, amplia extensión de agua verdosa pletórica de embarcaciones de todos tipos.
ESTÁS LEYENDO
Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)
FanfictionQuería una aventura con Sango para pasar el tiempo mientras esperaba en Bangkok que el gobierno tailandés le otorgara un contrato de construcción; y para él sólo sería eso... una aventura breve sin compromiso. Sango no podía aceptar tan egoísta acti...