Capítulo 5.3

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A sabiendas de que tenía razón y que él pensaría lo mismo luego de darse una ducha fría, se encogió de hombros y respondió a su pregunta.

- Obtuve mi grado en ingeniería en Cambridge y luego trabajé para una empresa constructora en Glasgow, antes de iniciar mi propio negocio.

- Y una vez que estableció su empresa, ¿cuánto tiempo le tomó alcanzar el éxito?

- ¡De inmediato! No lo digo como presunción, sólo soy sincero. Pero sí requirió de algún tiempo que la empresa se hiciera rica y de éxito.

- Y usted es uno de los millonarios más jóvenes -lo desafió.

- ¿Eso la emociona? -preguntó a secas, arrepintiéndose de sus palabras al instante al ver el rubor que invadía sus mejillas-. Lo lamento -señaló de inmediato-. Fue una pregunta muy ofensiva.

- Sin embargo, comprendo por qué la planteó. ¡Debe estar cansado de tantas cazamillonarios!

Sango recobró la compostura con rapidez y, en silencio, Miroku la aplaudió por ello.

- Más de las que me corresponden -comentó con voz alta-. Me sorprende el número de mujeres que se "excitan" por un hombre que detenta el poder, la fama, o que tiene dinero.

- Y cuando se tienen las tres cosas... además de ser atractivo -agregó ella-, estoy segura de que las chicas se forman de tres en fondo.

- Me considera un presuntuoso, ¿no es así? -respondió él riendo.

- No. Simplemente realista.

- Lo acepto. Me conozco a mí mismo. Espero, y me agrada pensar, que conozco a los demás -la vio tratar de ocultar un bostezo y mirando su reloj se asombró al ver que ya era más de la una-. Las niñas cansadas ya deberían estar en la cama -sonrió.

- Empiezo el día muy temprano -confesó ella-. Me gusta estar lista cuando los grupos salen de recorrido, lo que casi siempre sucede al amanecer.

En unos cuantos minutos salieron a la cálida humedad del exterior, tomando un taxi que los llevaba de regreso al Shikonmore.

- He disfrutado mucho esta noche. Es un placer charlar con usted, Sango.

- Comparto la misma opinión.

Miroku se inclinó hacia ella y Sango se hizo hasta el extremo del asiento del taxi. Era obvio que no quería que la besara y Miroku se enderezó, pero el deseo de tocarla era muy fuerte, por lo que metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.

- La niña que tiró su mesa en el jardín es Moroha Taisho -le indicó ella de pronto-. Pensé que le interesaría saberlo.

Miroku dudó un instante hasta que comprendió de quién se trataba.

- ¿La hija de Inuyasha? ¡Cielo santo!

- Ella tampoco sabía que se trataba de usted. De lo contrario, se habría asustado más -observó Sango sonriente.

- Me pregunto si algo puede asustar a esa pequeña demonio -dijo Miroku con tono agrio-. Debo proponerme volver a verla; pero, para ser sincero, suelo mantener la vista fija en mi trabajo.

- Lo sé. Ha pasado frente a mí una docena de veces en el vestíbulo y sólo se fijó en mí en el jardín.

- Situación de la cual salgo perdiendo -se apresuró a señalar-. Me pareció que había una morena atractiva en recepción, pero...

- Pero esta noche se compadeció de mí...

- Usted fue quien se compadeció -la corrigió-. Fue... -se interrumpió cuando el taxi se detuvo en la entrada del hotel, lo cual lo alegró, porque estuvo a punto de decir más de lo que era su intención. Había algo en la chica que lo afectaba en exceso. Era sumamente atractiva, por supuesto, pero chicas hermosas no le faltaban. De cualquier forma, debía tener cuidado.

Cruzaron el recibidor juntos.

- ¿Quiere una última copa? -preguntó Miroku frente al ascensor.

- No, muchas gracias.

Su tono era tan cortante, que Miroku no pudo dejar de reír.

- No pensaba en enseñarle el panorama desde mi penthouse. Podemos tomarla aquí abajo.

- La respuesta sigue siendo negativa. En verdad estoy muy cansada -tendió la mano para despedirse, pero él la siguió al interior del ascensor. Guardaron silencio hasta que llegaron al décimo piso y al dirigirse él hacia la puerta para acompañarla, ella negó con la cabeza-. No hay necesidad de que me acompañe, Miroku. Estoy bien; y gracias por una velada encantadora.

- Fue un placer -contestó él, manteniendo con determinación las manos en los bolsillos-. Ya nos veremos.

Pero al llegar a su suite, unos instantes más tarde, se preguntaba si debería hacerlo. Algunas veladas era mejor guardarlas en la memoria como "acontecimientos de una noche". El tratar de repetirlas sería un grave error. Sin embargo, no podía imaginarse que el caso de Sango fuese una de ellas. Más bien al contrario. Tenía profundidades ocultas que la hacían más, no menos, interesante.

Y eso era lo que le preocupaba.

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora