Capítulo 15

45 6 14
                                    

Los días transcurrían interminables y Sango comía, trabajaba y dormía como entre sueños. A pesar de intentar no pensar en Miroku, le era imposible.

Consideraba increíble que después de haberle dicho todo en el aeropuerto, todavía decidiera regresar a Londres. ¡Al menos debió comprobar su historia y no descartarla de inmediato!

No volvió a ver a Kaede hasta que fue a recoger su vestido nuevo, el miércoles siguiente, y como si fuese al azar, preguntó por Shima.

- No la he visto -respondió la modista-. Su sirvienta vino a recoger el vestido y me comentó que la señorita Bonlam se marchaba a Tokio.

- ¿A Tokio? -preguntó Sango incrédula.

- De vacaciones -explicó Kaede-. La señorita Bonlam tiene amigos allá.

Y uno muy en particular, se dijo Sango con amargura y ya no tuvo duda alguna de que Shima y Kuranosuke habían actuado en contubernio. Se preguntó si Miroku sabría dónde se encontraba Shima, si bien de inmediato se dijo que ello era imposible, ya que se encontraba a miles de kilómetros de distancia.

Por enésima vez, Sango se preguntó el porqué del comportamiento de la tailandesa. ¿Le habría pagado la compañía japonesa para que hurtara para ellos, o sería que estaba enamorada de Kuranosuke? Recordando su atractivo y la facilidad con la que ella también cayó en sus redes, pensaba que era esto último. Sin embargo, los dos jugaron muy bien sus cartas; fingiendo que apenas se conocían y Kuranosuke manifestando abiertamente que todavía estaba interesado en ella, mientras Shima trataba de atrapar a Miroku.

Sango suspiró, aceptando el hecho de que una vez que cediera la tormenta, ella sería la única que tendría que curarse las heridas. Miroku obtendría otros contratos y pronto olvidaría la pérdida de éste; la relación entre Shima y Kuranosuke florecería... en cuyo caso estaban hechos el uno para el otro... o se apagaría cuando la pasión se extinguiese y cada uno seguiría su propio camino. Era algo difícil de aceptar y para cuando regresó al hotel, ardía en furia y desesperación.

Se puso ropa fresca y se fue a dar un paseo por la playa. La arena todavía guardaba el calor del sol y se quitó las sandalias, sosteniéndolas en una mano, permitiendo que el mar le bañara los pies.

Como siempre ocurre en los trópicos, la noche cayó rápido y cuando volvió a la carretera, el cielo azul tenía tintes de rojo. Había avanzado más de lo que imaginó y estaba a casi dos kilómetros del hotel.

Al llegar al hotel, vio una pila de periódicos en el mostrador de recepción. Eran ejemplares de la publicación interna del Shikonmore, con noticias de los hoteles de Bangkok y Pattaya, enlistando a los huéspedes distinguidos, tanto presentes como futuros.

Indolente, tomó un ejemplar, lo llevó a su habitación y se dispuso a leerlo hasta que llegara la hora de bajar a cenar. Lo hojeó interesada en las actividades del hotel de la capital. Llegó a las páginas centrales, deteniéndose bruscamente al toparse con una fotografía de Miroku.

¡Así que estaba de regreso en Bangkok! Ya llevaba allí tres días. El saber que estaba en el país y que no había establecido contacto con ella, confirmaba lo que estuvo considerando horas antes y con amarga agonía, se arrojó sobre la cama y derramó tantas lágrimas, que creía que el corazón se le rompería.

El sonar del teléfono la hizo levantarse y, controlando su llanto, tomó el auricular. Era un Kohaku muy agitado quien llamaba.

- Lamento molestarla, señorita Taijiya, pero uno de los huéspedes está muy molesto con la suite que se le ha asignado y quiere una en el penthouse. No tendremos ninguna vacante allí en los próximos dos días y si usted puede calmarlo... Está en el 507.

- ¿No puedo hablar con él mañana? -preguntó Sango, sabiendo que su apariencia era terrible-. No estoy en servicio.

- Lo sé -contestó rápido Kohaku-. Pero está muy alterado. Si pudiera verlo y explicarle que trataremos de cambiarlo mañana...

- Está bien -suspiró-. Veré qué puedo hacer, pero no estoy de humor para aplacar a nadie esta noche.

- Estoy seguro de que lo hará -había una sonrisa en la voz de Kohaku-. Usted puede calmar a una piraña, señorita Taijiya.

- Se lo diré -le indicó a secas-. Iré en cinco minutos.

Pasaron quince antes de que saliera. Necesitó varias aplicaciones de agua helada en los ojos, para desinflamarlos. Bueno, no por completo ya que tenía los párpados hinchados y tuvo que recurrir con generosidad al maquillaje y la máscara para ojos. Decidió que aunque se sentía muy desdichada no tenía por qué mostrarlo y se puso el vestido rosa de seda.

La suite 507 estaba en la parte posterior del hotel y no tenía vista al mar; no se sorprendió de que el huésped protestara. Llamó a la puerta y apenas había retirado la mano del timbre cuando se abrió con violencia y contempló a un hombre alto, delgado, de brillante cabellera negra y con penetrantes ojos.

¡Miroku Hoshi!

Sango creyó que se desmayaría. Sintió un mareo y se asió del muro. Unas manos firmes la sostuvieron para luego llevarla muy cerca de él.

- Lamento haberte impresionado de esta forma -le dijo con voz sensual hablándole al oído-. Hice que el encargado me jurara que no revelaría mi identidad. Quería sorprenderte.

- Pues lo lograste -para su asombro, su voz era firme; se apartó, haciéndose a un lado-. Fui informada de que no estabas conforme con la habitación...

- Ya no es así -interrumpió él-. Ahora estás aquí. Pasa, Sango, tenemos que hablar.

- ¿Más acusaciones? -preguntó con sarcasmo.

- Sólo contra mí mismo. He sido un estúpido y... -extendió una mano para tocarle, pero al ver la expresión de su rostro, la retiró-. Sólo dame cinco minutos de tu tiempo -suplicó.

Sango titubeó, pero pasó a la habitación. Al instante vio en una mesa una botella de champaña en hielo y dos copas.

- Tenemos una celebración -le indicó él al ver su mirada.

- ¿Para celebrar qué?

- El que haya conseguido el contrato.

Demasiado sorprendida para responder, Sango se dejó caer en una silla.

- La empresa de Kuranosuke Takeda ha renunciado a él -la informó-. Han ocurrido muchas cosas desde que nos vimos por última vez -estuvo a punto de decir algo más, pero se dirigió hacia la ventana.

Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora