FUEGO +18 [2] ✓ [Borrador]

40° Tormenta

"La tormenta que habita en sus ojos te lleva a un abismo sin salida. Así son los Ivanov".

Gaby Gonzalez

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Arabella

Dos semanas han pasado de la traumática "reunión" donde vi morir a una persona que se ganó mis respetos, mujer que demostró que no solo está hecha para abrirse de piernas sino que era una mujer de armas tomar, que sabía cómo defenderse. Pensaba como una criminal así logrando acabar con sus enemigos pero quien acabó con ella fue su propia sangre; su hermano la asesinó sin ningún pudor dejándome con más ganas de exterminar a esa escoria. El no es un ser humano, es un demonio que no le importa concluir con su familia para así tener el poder en sus manos, hombre ambicioso sin corazón, ni siquiera se ama el mismo.

A Valentin lo tuvieron que intervenir en el hospital por los múltiples golpes que yacían en su cuerpo. Tres costillas fracturadas al igual que su brazo derecho, diversas lesiones en su pómulo. Tuvo la cara hinchada, sensible, con dificultad para respirar los tres primeros días; a la semana obtuvo visión doble y actualmente se está recuperando aquí en la mansión.

— ¡Buenos días mi corazón! — digo al entrar en su habitación. Una sonrisa se asoma en su boca dejando reflejado en la cara el dolor que aún siente al moverse — No hagas fuerzas tío, no seas cabezota. — Me acuesto a su lado aun con mi bata de seda puesta. Durante estas dos semanas he sido la enfermera de él al igual que Franco, Chiara ha querido pero con el reposo que ella tiene también hay que cuidarla.

— No sabes cuanto me alegra poder volver a mirar tu cara tan radiante mi reina. Esa hermosa sonrisa que me regalas, tus lindos ojos azules iluminados y la tranquilidad que desbordas me llena por completo. — pasa su brazo por mi hombro pegándome a él. Besa mi cabellera dejando que coloque mi cabeza en su pecho así escuchando los latidos de su corazón. Valentin siempre ha sido mi 911 para todo y cuando no lo tengo a mi lado siento un vacío demasiado grande — Pero también sé que algo te mortifica, a ver cuéntale al anciano de tu tío que le ocurre a la reina de mi corazón.

Sonrio viendo la pantalla plana que está pegada en la pared por una escena de los Simpson que representa mis sentimientos ahora.

— Tengo a mis hijos, te tengo a ti, tengo a mis mejores amigos y a mi lado un hombre que me trae loca de amor, pero tengo miedo. Miedo a que todas las personas que están a mi alrededor se vayan o se lastimen. Siento que cada uno de ustedes han llevado sobre sus hombros una responsabilidad conmigo; tú nunca te has alejado de mí en los veintiocho años de edad que tengo y no he visto la familia que querías formar. Franco ha estado para mí en todo hasta dejando un gran puesto en el hospital más solicitado de Barcelona, Chiara en lo que iba ser unos días de visita en Francia se convirtió en meses en los cuales su embarazo ha podido estar en peligro por la mafia que nos acecha. — susurro — Mis hijos sufrieron la distancia que tuvimos y Akem cayó en la miseria cuando me creía muerta.

Todos los que me siguen por algún motivo salen también lastimados y eso asusta, me llena de miedo.

— No creo en las maldiciones pero si en la suerte y ella no está de mi lado. Estoy débil mentalmente y aun así doy lo mejor de mí llenando de sangre mis manos si es necesario. El lema de todo médico es salvar vidas y yo se las he quitado a varias personas, con todo eso no siento remordimiento de conciencia en lo absoluto. ¿Eso me hace mala persona? — le pregunto girándome para perderme en ese mar igual de profundo que el mio.

Niega con la cabeza y dibuja una sonrisa de boca cerrada. — Mi reina, porque llores no te hace frágil y porque defiendas a los tuyos no te hace peor persona. Estoy tan orgulloso de ti que si entras por ti misma a mi mente no tendrías todas esas inseguridades. Admiro a la mujer en que te transformaste porque en la cenizas también hay belleza y en el fuego pecado y una ardiente vida, te amo mucho reina, no lo dudes. — lanza un beso en el aire.