47 Los amo

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Arabella

Marsella/Francia

Camino decidida por el pasillo de la CMEF, algunos militares me ven sorprendidos y otros me comen con la mirada. Llego hasta la recepcionista que me ve como si fuese un fantasma.

— Señora Laurent — susurra —. No sabía que vendría para acá, el capitán Owen no me tenía al tanto.

Mi estómago se revuelve al escuchar el señora Laurent, coloco mi mejor cara y muestro una sonrisa forzada. — Es una sorpresa para mi marido, tenemos meses sin vernos ya que estuve mucho trabajo en otros países, que pereza.

— Entiendo. Entonces puede pasar, el capitán está en su oficina. — me sonríe y sigo hasta llegar al frente de la dichosa puerta.

Antes de abrirla, dudo por un momento todo lo que tengo en mente. Quizás esté tomando una decisión muy precipitada pero el me arruino la vida junto a mi familia, y tiene que ir pagando uno a uno. Así como yo sufrí, ellos también lo harán y aunque me duela atacar a mi padre y hermano, ellos no pensaron en mí a la hora de destruirme. Agarro la manilla con firmeza y la hago girar dejándome a la vista al francés.

— Nain... — dice completamente sorprendido — que maravilla tenerte aquí. Tuve comunicación con Valentin durante todos estos meses dejándome saber de ti, pero no me informó que vendrías a verme bienvenida. — dice mostrando sus blancos dientes — Entra por favor.

Cierro la puerta y coloco mi mejor cara. Me cabrea tenerlo frente a mi y siga con su habitual sonrisa como si nada hubiera pasado, además él no sabe que recupere la memoria.

— Querido, como te he extrañado. — miento — Durante mi retiro espiritual no dejabas mis pensamientos. No sabes cuanto te amo. — digo lo último con asco.

— ¡Oh cariño! me alegra saber que no fui el único que extrañaba estar junto a ti — se levanta para abrazarme y con mucha precaución lo acepto a regañadientes —. Te ves bien — me mira la falda de tubo color negro y va subiendo su mirada hasta el escote de mi busto de la camisa color azul cielo — estas divina, me encanta como tu cadera se ancho mostrando como si fueras un reloj de arena. — me observa con los ojos oscurecidos

Me separo de él y tomo asiento en el mueble beige, cruzo mis piernas y mira con descaro la desnudez de ellas.

— Owen, disimula un poco esa mirada.

Se acerca con una sonrisa perversa. — Arabella fueron casi cinco meses sin verte, ¡cinco meses! no creas que al verte, mi deseo hacia a ti cambiaria. — Cuando se iba abalanzarse sobre mí, se abre la puerta dejando a la vista a su padre don Antonio y su prima Adriana.

Él resopla enfadado y yo agradezco al altísimo. Owen se le marca su erección en el pantalón por lo que se sienta detrás de su escritorio; Antonio me ve incrédulo de que esté aquí y Adriana me mata con la mirada.

— ¡Arabella, que alegría tenerte aquí! — me levanto para recibir el abrazo de mi "suegro". Roza sus labios cerca de los míos y me regala una sonrisa de complicidad — Owen me dijo que estabas en un retiro espiritual durante todo este tiempo, me alegra que ya terminara. — asiento con la cabeza.

Adriana en ningún momento se molestó en saludarme, es más, si de sus ojos salieran balas desde cuando ya hubiera estado muerta. Nos sentamos todos para contarle supuestamente todo lo que hice en Italia en mi "retiro".

¡Imbeciles!

Padre e hijo sonríen fascinados, como si estuviera contando lo mejor del mundo. Adriana se remueve incómoda en su asiento al no ser el centro de atención.

FUEGO +18  [2] ✓ [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora