~Parte 8 ~ La rabia ~

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Al despertar, ambos se percataban de la luz del día que se lograba hacer visible a través de los rayos que entraban por la pequeña ventana.

Alberto sentía entre sus brazos el cuerpo cálido de algo, o más bien alguien, quien recién despertaba, estirándose ligeramente para después volver a acomodarse entre los brazos de su amado.

Para el moreno era un deleite ver la piel pálida del chico que le acompañaba, tan suave y delicada, tal y como lo era Guido.

-...Hey...Guido, ¿Ya despertaste?- Murmuraba levemente el moreno sacudiendo el cuerpo del castaño, quien soltaba un quejido de sus labios.

-...Hmm...un par de minutos más...- Guido susurraba, abrazándose al cuerpo del chico con fuerza sin percatarse de lo tarde que ya era.

Alberto dejaba salir una risa ligera, plantando un beso en los cabellos lacios de su amante -...Creo que será mejor que nos levantemos, no querrás que tú padre se percate de la ausencia de su hijo-

-¿...Por qué habría de? Aún es temprano, Alberto mío...quedémonos así un rato más-

-...Si no me levanto pronto, papá se dará cuenta, y ni hablar de mi querida hermanita- El chico de ojos verdes se llevaba una mano a sus ojos para tallarlos ligeramente, despertando así por completo.

-...Hmm...¿Y también se dará cuenta él, verdad?- Guido se hacía a un lado, sentándose en el borde de la cama para abrazarse a sí mismo, el simplemente pensar que su Alberto se preocupa por ese ragazzo, por Luca...le provocaba una ola inmensa de celos.

Alberto soltaba otra risa, abrazando por su cintura al chico frente a el, para después dejarle un beso en su hombro -...Eres cómo un pequeño, sobre con tus pucheros que tanto adoro- El moreno tomaba el rostro de Guido entre sus manos para así rozar sus labios contra los de él, eran suaves y delicados como una rosa, podía sentir en aquel gesto lo mucho que ese castaño le amaba, el era el único que en verdad tenía intereses genuinos, no lo buscaba por su dinero, lo buscaba por quien era.

Un ragazzo monstruo marino, originario de un pueblo pesquero, nada más.

Y Guido, un ragazzo de un pueblo pesquero, aunque el era un panadero.

Los dos se complementaban, Guido le amaba por lo que era.

No por su billetera.

Ese era el recordatorio del día que Alberto había puesto en práctica desde hacía meses.

Ambos sentían esa cosquilla, esa llama crecer de nuevo ante el beso que con tanto ímpetu Alberto le plantaba a su amante, pero aquel sentimiento tendría que esperar, ya que un ligero golpe en la puerta hacia a ambos chicos sobresaltarse enseguida.

-¡Alberto! ¡Hijo! ¿Estás despierto? ¡Es hora de ir a pescar y ni siquiera tomaste el desayuno! ¿Vas a acompañarme?-

Con extremos nervios, Alberto enseguida se levantaba de la cama, colocándose sus bermudas mientras Guido sin saber en realidad que hacer ya que era su primera vez en una situación como esa, simplemente decidía por esconderse dentro del guardarropa del moreno.

-¡Oh, papá! ¡Buongiorno!- Alberto abría la puerta de la pequeña habitación enseguida, dejando ver a su padre que ni siquiera se había preparado del todo para la jornada laboral.

Aquello extrañaba bastante a Massimo, quien siempre era recibido por un animado Alberto, este siempre había amado el trabajo y acompañarle a la pesca era de sus actividades favoritas.

-¿...Aún no estás listo, hijo?-

-¡No! ¡Scusa papá! ¡Me encontraba tan exhausto que no me percate de la hora! ¡Dame cinco minutos y estaré afuera! ¡Alguien tan bello como yo no toma tanto en prepararse!- Alberto exclamaba con una sonrisa llena de confianza, pero Massimo no creería ese gesto tan fácilmente, echándole un fugaz vistazo a la habitación de su hijo, no obstante este ni siquiera le permitiría ver más.

Si me dijeras ~ 🌙 Luca x Alberto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora