ONCE

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JOAQUIN

Eduardo apretó la mano en la parte de atrás de la espalda de Daniel y de una forma territorial mientras lo dirigía hacia las escaleras. Vi como luchó entre el deseo de ir con su novio y su deber de quedarse conmigo.

—No puedo dejar a Joaquín —susurró Dani.

Eduardo se le aferró a la cintura y tiró de él hacia su pecho. Sus ojos ni una sola vez dejaron de mirar el rostro de Daniel.

—Joaquín es un chico grande y no le importa si te robo por unos minutos... o más. —Retiró sus ojos color avellana de Daniel y me sonrió

—No te importa, ¿Verdad, Joaquín?

Como si fuera a molestar a Eduardo Osorio al admitir que no quería quedarme solo. Sacudiendo la cabeza, forcé una sonrisa.

—Um, no, claro que no. Vayan, eh, a hacer lo que sean que vayan a hacer.

Eduardo volvió la mirada hacia Daniel. —Por favor, ven conmigo. —Su voz se redujo y sus ojos se oscurecieron de manera suplicante. No había manera de que mi primo fuera a negarse ahora.

—Está bien —susurró Daniel sin darme un segundo vistazo.

Vi como Eduardo lo condujo hasta las escaleras. Seguramente no iba a tener sexo con él en la casa de Azul.... O si? Sacudiendo la cabeza, me dirigí de vuelta al exterior. Quizás Emilio estaría a solo y tomaría valor para ir a hablar con él.

Antes de llegar a la puerta, Emilio entró. Sus ojos parecían un poco vidriosos y su cabello, perfectamente estilizado, ahora estaba desordenado. Lo observé mientras buscaba por la habitación hasta que sus ojos me encontraron y se detuvieron. Una pequeña y malvada sonrisa se le formó en los labios y se dirigió hacia mí. ¿O estaba tambaleándose un poco?

—Oye Joaquín , ¿Qué haces tan solo?

Me tragué el nudo nervioso que se me formó en la garganta, mientras estaba de pie, tan cerca de mí, que su brazo tocaba el mío.

—Uh, bien, Daniel y Eduardo se fueron —señalé hacia las escaleras sin ser capaz de decirle lo que habían ido a hacer. Su sonrisa divertida se convirtió en una expresión de enfado mientras enfocó la mirada hacia las escaleras como si fueran algo repugnante. Genial, lo enfadé nuevamente sobre el asunto de Eduardo y Daniel.

Una cálida mano se cerró alrededor de la mía y chillé en sorpresa. Emili rió entre dientes y entrelazó los dedos con los míos.

—Vamos, pequeño y dulce Joaquín. Puedes venir a entretenerme ya que has sido abandonado a tu suerte. Además, he estado observando esas largas y sexys piernas toda la noche. Haces que esos pantalones se vean muy bien.

Lo miré boquiabierto mientras me llevó a un sofá vacío. ¿Emilio dijo que mis piernas eran sexys? No tuve tiempo de pensar en su declaración ya que me estaba sentando en su regazo. Enterró la cara en mi pelo y respiró con fuerza.

—Maldita sea, hueles muy bien —murmuró.

Deslizó una mano alrededor de mi cintura y la extendió sobre mi vientre desnudo, mientras que con la otra envolvió un mechón de mi cabello alrededor de su dedo.

—Se siente como la seda —susurró.

Después de la sorpresa inicial, mi corazón comenzó a latir fuertemente. Esto era lo más cerca que había estado a un chico, y el hecho de que era Emilio me aterrorizaba y emocionaba a la vez.

Deslizó la nariz hasta mi hombro y luego comenzó acariciarme el cuello. No pude evitar el escalofrío que me recorrió cuando su cálido aliento me tocó el oído. Luego la mano en mi estómago se deslizó un poco y me volvió para quedar frente a frente.

2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora