VEINTIUNO

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JOAQUÍN

—Joaquín, espera —llamó la voz de Andrés detrás mí. Por mucho que no quisiera que me viera llorar por Emilio, no podía seguir huyendo de él. Era mi cita. Lentamente, me detuve y me apoyé contra la pared de ladrillo fuera de los baños. Andrés se detuvo frente a mí y la expresión de preocupación en su rostro me hizo sentir aún peor.

—Joaquín, lo siento.

—¿Por qué? No has hecho nada más que cometer el error de invitarme a salir en una cita. — Extendió la mano, tocó un lado de mi cara, y me secó las lágrimas con el dedo.

—Nada sobre invitarte a salir fue un error.

Dejé escapar una risa triste.

—Sí, claro.

—Lo digo en serio —suspiró y dejó caer la mano para agarrar una de los mías—. Noté hoy en el barco que te gusta Emilio. Casi toda la población soltera en el pueblo tiene una cosa con Emilio, a excepción de Daniel, así que no fue un gran problema. Todavía quería mi oportunidad. No esperaba que Emilio o encontrara una manera de invitarse.

Había sido tan estúpido como para creer que él vino aquí por mí. Fue triste, cuan engañado había estado.

—Soy un idiota —susurré a través del nudo en la garganta.

—No, eres inteligente, hermoso y divertido. —Le sonreí y limpié el resto de las lágrimas de mi cara.

—Gracias.

—¿Estarás bien?

—Sí, sólo necesito un poco de tiempo a solas. Si eso está bien. — Andrés asintió.

—Claro, te veré de nuevo en nuestros asientos.

—Está bien.

Me lavé la cara con agua fría en el fregadero y me sequé con una toalla de papel. Mis pañuelos se había ido, tenía más en mi mochila, pero lo había dejado en el coche. Emilio probablemente lo había cerrado, pero la gente de este pueblo rara vez cierra sus vehículos. Necesitaba caminar y dejar de pensar en las cosas. Podría revisar el coche y darme un tiempo para que mi cara roja volviera a su palidez natural.

Busqué la línea D y me caminé hasta que vi el parachoques del Mercedes de la madre de Emilio. Zigzagueando entre los autos, no noté la puerta abierta del coche hasta que Emilio estuvo justo en frente de mí.

—Joaquín—dijo en un tono de sorpresa.

Asegurándome, comencé a girarme para volver corriendo al baño y llorar un poco más, porque él era tan perfecto que dolía mirarlo.

—Joaquín, por favor, no te vayas. Tengo que hablar contigo.

—Ya has dicho lo suficiente

—Joaquín. —Emilio me tomó del brazo y con firmeza pero suavemente me dio la vuelta y me hizo retroceder hasta que estuve contra la puerta del auto—. Necesito que me escuches —declaró y tomó mi rostro entre sus manos, frotando suavemente mis mejillas con las yemas de sus pulgares.

—Soy un idiota —comenzó y luché contra el impulso de asentir con la cabeza, concordando—. No quise decirlo de esa manera. Ni siquiera sé si era por ti o como me haces sentir.

—¿En serio? Porque ten por seguro que sonó así —escupí

—Diego me acusó de no haber querido a Daniel. Dijo que yo pensaba que era una posesión o trofeo. Me enfureció. —Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de frustración—. Contigo, las cosas son diferentes. No estoy seguro de lo que siento cuando estoy contigo, siento algo que nunca he sentido antes. Me gustas. Tanto. Me sorprende y me asusta como el infierno. Quizás no soy bueno para ti. Quizás lo que siento está mal. Porque yo amaba a Daniel. El era todo lo que necesitaba... pero nunca sentí el deseo incontrolable de tenerlo debajo de mí. —Su voz se desvaneció—. Nunca inventé excusas para conseguir que envolviera sus piernas alrededor de mí sólo para que yo pudiera presionarlo contra mí. Nunca. —Tragó duro—. Nunca pensé en estar dentro de él.

Me olvidé de respirar mientras me miraba a los ojos. Lucía dividido entre el miedo y la nostalgia. El chico dulce del que me había enamorado hace años se hallaba allí, pero por debajo de la otra persona en la que cambiaba.

—No soy bueno para ti. No sé por qué me haces desearte tanto. Me enojé conmigo mismo cuando dije todo eso. Estaba enojado porque te quiero de una manera que nunca antes había experimentado. Antes, sólo quería sobresalir en fútbol y la escuela. Quería que mis padres estuvieran orgullosos de mí. Pero ahora, quiero otras cosas también. Me conduces en una dirección que no puedo entender.

Me puse de pie de puntillas y detuve sus palabras con mis labios, pero antes de que pudiera jalarme contra él, di un paso atrás y rompí el beso.

—Gracias por explicármelo —respondí mientras sus ojos buscaban en mi rostro una respuesta a por qué le había besado y me alejé tan de prisa.

—Sé que amabas o amas a Daniel . Te vi crecer adorándolo. Es sólo que... No estoy seguro de poder manejarlo. Estás coqueteando conmigo un momento y al siguiente o tienes mal humor o arranques de ira por Daniel y Eduardo.

—Muy bien —dijo Emilio mientras se agachaba y entrelazaba sus dedos con los míos—. No estoy listo para cualquier tipo de relación, pero me gustaría disfrutar de este verano. Antes de que llegaras a la ciudad, no estaba seguro de si estaría aquí hasta agosto. Ahora que estás aquí, no me quiero ir más. Me gustaría disfrutar de este último despreocupado verano contigo.

Eso no era exactamente lo que había esperado cuando decidí venir aquí este verano, pero era mucho más de lo que pensé tener. Quizás Emilio encontraría la manera de seguir adelante.

Además, necesitábamos tiempo para llegar a conocernos el uno al otro sin Daniel entre nosotros.

—Me gustaría eso también.

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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora