EMILIO
Tras una semana de citas con Joaquín—ya fuera en mi casa, en la fiesta de campo, o en Hank‟s— era el momento de llevarlo a un sitio bonito. Nunca se quejaba y estaba abierto a todas las sugerencias. Incluso el otro día cuando le pregunté si quería ir conmigo a escoger cosas para mi dormitorio había ido alegremente. Por supuesto, tuve que frenar sus ideas de decoración. Era un chico y nuestras cortinas y colchas no tenían por qué coincidir. Sólo necesitaba algo lo suficientemente oscuro para tapar el sol en las mañanas en que llegara realmente a dormir.
Hoy, decidí sorprenderlo con un viaje fuera del pueblo. La única información que le había dado era que tenía que llevar pantalones y zapatos cómodos. El restaurante al que le llevaría en la noche era muy fino para los pantalones cortos y requería un aspecto un poco más elegante. Caminaríamos un buen rato por las calles también.
No podía pensar en un momento en que hubiese estado tan ansioso de ver a alguien. Se quedó dormido en mis brazos la noche anterior y tuve que colarme por la ventana de la habitación de Daniel que Eduardo había usado muchas veces cuando éramos niños.
Pulse el botón de la puerta del garaje y comencé a retroceder cuando mis ojos se posaron en Daniel de pie delante de su auto, detrás de mí. Abrí la puerta de mi camioneta, salí y caminé hacia donde estaba de pie. Las lágrimas corrían por su rostro y sus hombros se sacudían por los sollozos. ¿Qué demonios?
—Daniel, ¿Qué pasa? ¿Joaquín está bien? —Mi corazón se contrajo. ¿Por qué más estaría Daniel en mi casa llorando como si alguien hubiese muerto?
Dios, por favor dime que Joaquín estaba bien. Sólo lo había dejado en su cama hace unas horas. Estaba bien.
—Daniel, dime qué te pasa ahora. —Sentí un nudo en la garganta y me resistí a la tentación de agarrar sus hombros y sacudirlo. Necesitaba que hablara.
—Joaquín está bien —sollozó y tomé un trago profundo de aire mientras el pánico se moderaba. No se trataba de Joaquín. Pude calmarme.
—Gracias a Dios —suspiré.
—Es él... Eduardo... él... —Se echó a llorar de nuevo.
—¿Eduardo está bien? —pregunté y empujó el móvil de Eduardo en mis manos.
—Lee el mensaje —se lamentó.
¿Leer el mensaje? Sacudiendo la cabeza, miré al móvil de Eduardo. El mensaje que molestaba a Dani ya estaba abierto en la pantalla.
Lucia: Ey, sexy. Lapasé increíble bailando contigo la semana pasada. Y me debes un juego más de pool.Fue injusto y lo sabes. Me distrajiste. Así que encuentra otra noche fuera de esa bola y cadenatuyas y trae tu magnífico culo de vuelta a la barra el fin de semana que vienecuando esté de vuelta en la ciudad.besos.
Alcé los ojos para encontrarme con los rojos e hinchados de Daniel y en lo único que pude pensar fue exactamente en que iba a matar a mi hermano.
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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADA
FanfictionEl era el chico Osorio perfecto, buenos modales, todo un caballero pero no era mio, el era novio de mi primo Daniel, sin embargo luego de terminarlo por Eduardo ahora me dejaba el camino libre para conquistar a Emilio Osorio. SEGUNDA PARTE DE EL ES...