EMILIO
Seis meses después...
Lo había pensado mucho antes de venir pero no podía seguir evitando todas las fiestas en el campo. Ya era hora de empezar a actuar como si Eduardo y Daniel estando juntos no me molestara.
—Aquí, hombre. — Andrés empujó un vaso rojo de plástico lleno de cerveza en mi mano. Frunciendo el ceño, empecé a devolvérselo—. Bébetelo. Lo necesitas. Demonios, lo necesito nada más de verlos a los tres.
Estaba agradecido de que habló lo suficientemente bajo como para que nadie más pudiera oírlo. Podía sentir a todo el mundo mirándome a escondidas. Estaban esperando ver cómo reaccionaba. Habían pasado seis meses desde que perdí a Daniel por mi hermano. Era más fácil verlos juntos ahora pero, normalmente, mantenía la distancia. Esta era la primera vez que había tenido que presenciar como Daniel se acurrucaba entre las piernas de Eduardo mientras mi caliente hermano besaba su cuello, mano, cabeza y cualquier cosa a la que pudiera acercar los labios mientras hablaba con los demás.
Andrés tenía razón; necesitaba beber. Al tocar el vaso con los labios, incliné la cabeza hacia atrás y tomé un trago muy largo. Cualquier cosa que me distrajera de la caliente sesión de esos dos delante de mí, estaría bien.
—Sigo sin creer que ustedes dos no van a la misma universidad. Siempre pensé que los firmaban como a un paquete. — Diego casi sonaba decepcionado porque había decidido firmar en la Universidad de Yale en lugar de la Universidad de Princeton, como todos esperaban. y yo habíamos estado planeando jugar para Princeton desde que teníamos cinco. Pero cuando la Universidad de Yale me ofreció una beca completa, preferí tomarla. Necesitaba la distancia. Daniel se dirigía a Princeton con Eduardo y simplemente no podía hacerlo.
— Yale le ofreció un dulce trato. No puedes culparlo por tomarlo —explicó Eduardo. Él estaba enterado.
Había cuidado durante mucho tiempo no restregarme en la cara su relación con Daniel, pero desde la graduación no se molestó más. Cada vez que lo veía últimamente estaba envuelto en sus brazos y lo miraba con esa ridícula expresión de adoración que siempre reservó solo para Daniel.
— Princeton no puede manejar a dos chicos Osorio. Necesitaba compartir el amor —contesté, centrando la mirada en Diego antes de tomar otro trago de la cerveza.
—Sin embargo, será raro no tenerte alrededor. —Maldita sea, ¿Por qué Daniel tenía que hablar? ¿No podía sentarse allí tranquilamente y dejar que Eduardo lo toqueteara? Oír la voz de Dani hacía imposible no levantar los ojos y mirarlo.
La inclinación triste en sus labios carnosos hizo que un viejo y familiar dolor comenzara en mi pecho. Solo él podía llegar a mí de esa manera.
—Vas a sobrevivir. Además, ustedes tendrían que parar por aire para notar algo. —Sonaba como un idiota. Daniel retrocedió ante mi comentario sarcástico, lo cual era solo otro golpe en mi contra.
—Cuidado, Emilio —La amenaza en la voz de Eduardo era inconfundible. El silencio cayó sobre el grupo. Todos se centraron en nosotros dos. La ira parpadeaba en la mirada de mi hermano y eso me molestó. ¿Qué hice para que se enojara? Él lo tenía, que más quería..
—¿Por qué no te calmas? —le respondí—. ¿Ahora no está permitido que hable con Daniel? Eduardo agarró a Daniel de la cintura y lo movió lejos de él mientras se levantaba.
—¿Tienes algún problema, Emilio?
Daniel se puso de pie, echó los brazos alrededor del cuello de Eduardo y comenzó a rogarle que me ignorara. Diciéndole que no quise decir eso. Los ojos de Eduardo nunca dejaron los míos mientras llegaba detrás de su cuello para desenganchar a Daniel.
Dejando el vaso en mi camioneta, di un paso hacia él. Esta era la pelea que necesitaba. Contener la agresión era tan malditamente difícil a veces. Daniel, sin embargo, no estaba de acuerdo. Se agarró de los hombros de Eduardo y saltó, envolviendo las piernas firmemente alrededor de su cintura. Si verlo envuelto a su alrededor no me enfureciera tanto, me habría reído de su determinación de que no peleáramos. Daniel había estado tratando con nosotros desde que éramos niños y sabía exactamente cómo detenernos de llegar a los golpes. Lanzarse a sí mismo en la línea de fuego era la única manera.
Diversión iluminó los ojos de Eduardo mientras su gruñido enojado se convirtió en una sonrisa de satisfacción y miró de mí a Daniel.—¿Qué estás haciendo, bebé? —preguntó en un tono lento que odiaba. Lo había estado usando en sus conquistas desde que llegamos a la pubertad.
—Esa es la manera de distraerlo—dijo Azul desde el regazo de Sebastian.
Más abucheos y silbidos comenzaron, Eduardo le estaba sonriendo como si fuera la persona más fascinante en el mundo. Eso era todo. Tenía que irme de aquí.
—Vamos a buscar algo para comer, muero de hambre —sugirió Andrés y Diego asintió.
—Tú conduce —gritó Andrés y se metió en el asiento del copiloto de mi camioneta. Sin mirar otra vez a Daniel y Eduardo, caminé alrededor y me subí. Si lo llevaba a su camioneta, me volvería loco, irme era la mejor idea.
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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADA
FanfictionEl era el chico Osorio perfecto, buenos modales, todo un caballero pero no era mio, el era novio de mi primo Daniel, sin embargo luego de terminarlo por Eduardo ahora me dejaba el camino libre para conquistar a Emilio Osorio. SEGUNDA PARTE DE EL ES...