CUARENTA Y SIETE

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JOAQUÍN

Las lágrimas se habían secado en mi rostro mientras volvía al condominio. Había corrido por más de una hora. Mis pulmones ardían y mis piernas probablemente se sentirían como gelatina mañana. No estaba muy en forma, así que esto dolería.

Abriendo mi ventana, entré para encontrarme con alguien sentado en mi cama, en la oscuridad. Naturalmente, grité

—Joaquín, soy yo. —Las manos de Emilio estaban en mis brazos instantáneamente. Emilio... Emilio estaba aquí.

Me quedé congelado, intentado decidir si me había desmayado por correr y esto era un sueño.

—No quería asustarte. Lo siento. —Las palabras "lo siento" me sacaron de mi estupor brumoso y me sacudí de su agarre y alejándome rápidamente de él, hacia la puerta.

—Joaquín, por favor no. Por favor, escúchame. No me dejes fuera. No tienes idea...

—¿No tengo idea? ¿Yo? Sí, tengo una idea. Quiero que te vayas. ¿Me entiendes? VETE. Yo. No. Quiero. Verte —gritaba, pero sabía que nadie me escucharía por sobre el ruido de afuera.

—Joaco, por favor. —Me suplicó Emilio y caminó hacia mí vacilantemente. Cerré los ojos y crucé mis brazos protectoramente sobre mi pecho. Odiaba como el sonido suplicante de su voz me tiraba hacia él.

—Si alguna vez sentiste aunque sea una pizca de algo por mí, te irás y me dejarás seguir adelante—susurré con fuerza.

Cuando no respondió, me dividí entre la alegría de que se marchaba, porque eso significaba que sintió algo por mí, sin importar cuán pequeño fuera, el alivio de que no estaría aquí para presenciar cómo me derrumbaba en el suelo, y la agonía porque verlo me destrozaba.

Escuché el ligero sonido de papel y abrí mis ojos lentamente para ver a Emilio en el mismo lugar mirando a una desgastada carta en sus manos. Comenzó a leer:

"Cometí el error de abrirle mi corazón a alguien que claramente nunca podría sentir lo mismo por mí. Sabía que Emilio te amaba. Lo he sabido desde que éramos niños. Pensé que, quizás, atraer solo su atención por un corto periodo de tiempo sería suficiente. No lo fue."

Sentí como si mi pecho fuera a explotar. Tenía la carta que le dejé a Daniel. Oh, por Dios. Él levantó la mirada del papel y me miró directamente con dolor en sus ojos y también algo más...

—Amé a Daniel una vez. Fue mi amor de la infancia. Él era todo lo que conocía, pero cuando me dejó, no lloré. Cuando te fuiste, lloré como un bebé.

Dejé de respirar mientras él bajaba la mirada de nuevo al papel en sus manos.

"He crecido con dos padres que ni una sola vez pensaron en mí para las decisiones que tomaron. Mis sentimientos no eran algo que les preocupara y tal vez eso es mi culpa porque nunca lo dije. Sólo empujé el dolor y la ira dentro de mí. Quería ser fuerte porque sabía que ellos eran débiles. Estoy cansado de ser fuerte. Estoy cansado de ser el segundo mejor. Necesito a alguien que me ame" —dejó de leer y me miró fijamente una vez más—. No deberías nunca y quiero decir, nunca, ser la segunda opción de nadie. Cualquiera que no te vea como el increíble regalo que eres, es un ciego bastardo.

Volvió a bajar los ojos al papel y comenzó a leer nuevamente.

"Permanecer en este pueblo no es una opción posible para mí. Me permití esperar demasiado.He estado roto demasiadas veces. No puedo estar en un lugar cerca de... alguien que eventualmente me destruirá" —sus ojos se levantaron para encontrarse con los míos, y las lágrimas que brillaban en ellos me dejaron sin aliento—. Si te pierdo por ser el estúpido ciego y bastardo que he sido, entonces voy a ser el único que se destruyó.

2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora