Capítulo 29

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Ian

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Ian

Miro los mensajes que hace unos veinte minutos le escribí a Beth, no ha respondido ninguno de ellos, sin embargo, no me angustia, porque a pesar de que yo no le había escrito durante el día, ella si me había enviado un par de mensaje de todo lo que había estado haciendo, así que sabia que estaba bien y ya me había desasido de mi padre, así que sabia que no la molestaría, por lo menos por ahora.

Los ligeros nervios que siento se deben mas bien a que debo hablarle de mi ascendencia y aun no me sentía del todo listo, me daba un poco de miedo que ella me viera diferente por las cosas que había tenido que hacer cuando aun era apenas un crio. Además, que era un tema realmente doloroso para mi, hubo mucho sufrimiento y odio en mi corazón.

Lo único que deseaba era hablar de todo aquello con Ben antes de tener que contárselo a Beth, sabia que él me podría ayudar a disipar mis nervios.

Camino hasta el refrigerador y tomo una cerveza, me siento en el sofá tras abrirla y le doy unos pequeños sorbos mientras me adentro en mis propios pensamientos.

Tan solo unos segundos después escucho la camioneta de Ben estacionar fuera, ansioso por conversar con mi mejor amigo camino de nuevo hasta el refrigerador y saco una de sus cervezas favoritas y la dejo en la mesa de centro del salón. Me siento nuevamente mientras le espero.

—Cuidado —escucho lo que parece una voz femenina quejarse tras unas risas.

Frunzo el ceño un poco confundido. No me da tiempo de llegar a ninguna conclusión cuando la puerta principal se abre, lo primero que veo es a Ben que apenas me ve me mira sorprendido, pero cambia rápidamente su expresión por una sonrisa. Lo segundo que veo son unos tacones altos y negros, avergonzado por interrumpir lo que parece una noche romántica bajo la cabeza hacia el suelo.

—Lo siento, Ben —me disculpo de inmediato mientras rio un poco —no sabia que estabas acompañado.

—Esta bien, no pasa nada. Siempre es una agradable sorpresa tenerte aquí, lo sabes, por algo vivimos uno al lado del otro —me tranquiliza, sin embargo, no me atrevo a subir del todo la mirada aun —además, así te presento oficialmente a mi novia, ibas a tener que conocerla algún día igualmente ¿no?

—En eso llevas razón —concedo. Termino de levantar la mirada y me encuentro con la mirada agradable de mi amigo y le sonrió, luego me percato nuevamente en aquellos tacones negros y mi mirada recorre a la mujer de abajo hacia arriba, me fijo en el estupendo vestido azul que lleva, en su piel clara y cuando llego hasta su rostro frunzo el ceño, lleva una especia de antifaz cubriéndole los ojos, sin embargo, aquello no me cohíbe para seguir detallándola. Se me borra la sonrisa cuando veo el color de su cabello, cuando detallo las curvas de su boca y lo respingada que es su nariz.

—¿Bambi? —digo incrédulo sin poder controlar mis palabras.

La mujer se quita lo que tiene en los ojos de forma inmediata dejando al descubierto aquellos ojos marrones que conocía tan bien.

Luces, cámara y otras adicciones (Insaciables I) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora