Vicente llegó al refugio a media mañana, justo cuando la doctora había terminado su ronda y estaba dando el informe a la administradora.
―Hola, buenos días, ¿cómo están? ―saludó el hombre.
―Hola, bien, ¿y tú? ―respondió la doctora.
―Bien, bien.
―Hola, Vicente, supongo que vienes por la nueva usuaria ―saludó la administradora.
―Sí, quiero el informe.
―Se llama Katrina Spencer, no es la primera vez que sufre violencia doméstica, su padre la abusaba, del cual tiene un hijo que está secuestrado en algún lugar; ahora la persigue una mafia internacional, pues creyó que con ellos estaría a salvo, lo cual no ocurrió así ―explicó la doctora.
―¿Ella te dijo eso?
―Sí, se mostró muy dispuesta a hablar.
―¿Puedo verla?
―Sí, está despierta.
Vicente salió de la oficina y se dirigió a la habitación de la recién llegada.
―Hola.
Katrina se sorprendió al verlo.
―¿Vicente Saravia? ―interrogó―. ¿Eres el de la televisión?
―Así es, pero no lo digas muy alto, que no quiero que nadie de afuera se entere ―respondió con una amable sonrisa―. ¿Cómo estás?
―Bien. Ahora bien.
―¿Qué te pasó? Me dicen que lo tuyo no es violencia doméstica.
―No, es un poco más complejo.
―Cuéntame.
―¿Por qué tendría que contárselo a usted? ¿Lo va a publicar?
―¡Por supuesto que no! Yo soy el fundador de esta casa de acogida, hoy tengo más ayudas, pero sigo siendo el dueño, por eso te dije que no quiero que nadie de afuera se entere de que estoy aquí.
―No sabía.
―Es la idea. Ahora, ¿me dirás lo que te pasó?
―Supongo que parte de mi historia ya la conoce.
―Sí, me interesa saber de quién escapas ahora, necesito saber a qué debemos atenernos, este lugar es para mujeres con hombres tarados, no para miembros de la mafia.
―Lo sé. Yo... Yo... Él era mi pareja.
―Katrina, no me mientas, soy actor.
La mujer se largó a llorar.
―¿A qué nos estamos enfrentando al tenerte aquí?
―Lo siento, lo que pasa es que yo me metí donde no debía. Nadie me daba trabajo por mis antecedentes y, con un hijo a cuestas, uno no tiene mucho donde elegir. Me metí con un tipo que... Él es traficante, no solo de drogas, es peor que eso, él trafica niños para prostituirlos.
―¿Cooperaste con él en eso?
―¡No! Mi trabajo era otra cosa, no tenía nada que ver con eso.
―¿Y qué pasó?
―Fallé en mi misión, debía vigilar a alguien y no lo logré, se me escapó.
―¿Y tu hijo?
―Lo tienen ellos.
―¿Lo tienen secuestrado?
―Sí.
―Pero ¿cómo pudiste? Ahora, ¿estás segura de que aquí no llegarán? Yo no tengo personal idóneo para tratar con gente del hampa.
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Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)
RomanceLas cosas en las familias Medero y Arriagada se supone que están bien. Después de que Verónica muriera a causa del disparo de Nicole y de que Esteban se recuperara milagrosamente, esperan que las cosas marchen bien, el problema es que con Klaus en e...